Lo diré de
entrada para que nos entendamos: lo que más me gusta del cine de Michel Franco
es lo que me oculta, lo que no me muestra en cámara, pero es tan o más
importante que lo que veo. Ese elemento oculto o solapado que provoca una
tensión que el espectador siente de manera muy particular.
En el filme
como Después
de Lucía (2012) nunca conocemos a Lucía, fallecida en un accidente de
tránsito, pero sentimos su presencia en el extraordinario dolor que le deja
sembrado en los huesos a sus deudos. Habrá sido esposa y madre amorosa, pero
eso debemos suponerlo porque nunca la vemos.
En Nuevo
Orden, Michel Franco construye un drama de crítica social sobre la base
de crear un México distópico en que, contrario a otros filmes de este subgénero
(Juegos
del hambre, Maze runner), la tensión dramática no se fundamenta en una
pareja romántica que se enfrenta al mundo, sino de un conflicto de clases
sociales, muy marcado en nuestros países: por un lado, unos pocos que lo tienen
todo y, por el otro lado, lo que no tienen nada que perder. En el medio,
políticos y militares corruptos que existen y se benefician de este statu quo.
Esa
diferencia de posesiones es lo que provoca el estallido de la violencia y es el
punto fuerte de Franco para que sirva de advertencia y reflexión. Pero es
también su punto débil porque muestra escenas de violencia, a todas luces
innecesarias para comprender la dimensión de su drama: Latinoamérica ha estado
plagada de dictaduras, embriones de torturadores muy creativos.
Unos
militares (o, según se vea, paramilitares) desalmados que solo buscan pescar en
su mar de tesoros, no resultan para nada sorprendentes para nadie. Me los
hubiera ahorrado a ellos y a sus consignas confusas.
Es por eso
que la primera mitad de Nuevo Orden es muy superior a la
segunda mitad. Es más rico el universo de los asistentes a la boda y lo que
cada quien oculta (o de lo que busca beneficiarse) que las imágenes de
noticieros y ciudades llenas de basura. Es mucho más interesante conocer esa
jerarquía de intereses, entre los cuales podemos contar incluso el amor
sincero. Debajo de las sedas y la corbata, los demonios pujan por salir a flote
y mostrarse como son. A veces solo necesitan una copita de licor, a veces de
alguna sustancia más tóxica. Pero lo que verdaderamente les alimenta en la
envidia, verde como el dólar.
Al final de
Nuevo
Orden nos queda la resaca de la fiesta, ese amargo sabor en la garganta
ante una sociedad tan intolerante, tan egoísta, tan poco solidaria con los más.
También, la desazón por haber visto más de lo era necesario que se mostrara,
pecado capital en el caso de Michel Franco.
Nuevo Orden
(2020). Dirección yguion: Michel Franco; Fotografía: Yves Cape; Edición: Oscar
Figueroa y Michel Franco; Música: Cormac Roth; Elenco: Naian González Norvind,
Diego Boneta, Ximena García, Patricia Bernal.
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