Acabo de ver Temple de acero y me pregunto: ¿Hay algún tipo de película que Joel y Ethan Coen no puedan dirigir?
Los Coen, sin duda, son un caso digno de estudio. Cuando revisamos su filmografía encontramos muchos géneros cinematográficos y las constantes que les son propias, a saber: mucho humor negro, algunos detalles macabros y la redención del loser. Y que ellos mismos editan sus filmes bajo el seudónimo de Roderick Jaynes.
Recordemos títulos como: Barton Fink (1991), el primer filme en la historia que conquistó los tres grandes premios en el Festival de Cannes: Palma de Oro, Mejor Guión y Mejor Actor (John Turturro); Fargo (1996), con el que consiguieron dos Oscars: Mejor Guión y Mejor Actriz (Frances McDormand) y, más recientemente, Sin lugar para los débiles (2007) con la que consiguieron 4 Oscars: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Actor de Reparto (Javier Bardem).
Con Temple de acero consiguieron 10 nominaciones al Oscar y, aunque no ganaron en ninguna categoría, poca falta que les hace para convencernos.
Temple de acero es un western con todas las de la ley y lo primero que hay que anotar es que no se trata de un remake de clásico de 1969 que protagonizó el legendario John Wayne, sino de una nueva adaptación de la novela de Charles Portis.
Para la ocasión, como es habitual en ellos, han reunido un reparto de lujo: Jeff Bridges (en un desempeño mucho mejor que el premiado Crazy Heart); Matt Damon (impecable acento sureño, casi al borde de lo ininteligible); Josh Brolin (breve y efectivo) y la debutante Hailee Steinfeld (14 añitos y se roba el show).
Para la ocasión, como es habitual en ellos, han contado con la colaboración de Roger Deakins como Director de Fotografía. Es uno de los mejores del negocio y, si no me creen, cierren los ojos y recuerden los maravillosos fotogramas de: Sueño de fuga (1994), Fargo, Kundun (1997), El hombre que nunca estuvo allí (2001) o The Reader (2008), por sólo mencionar los filmes con los cuales ha estado nominado al Oscar.
Para la ocasión, también han contado la música de Carter Burwell, otro de sus habituales colaboradores y compositor en proyectos tan estimulantes como: Adaptation (2002), Fur (2006), In Bruges (2008) y Los chicos están bien (2010); y de cosas como Crepúsculo (2008).
Tantas excelencias combinadas han arrojado un filme que se disfruta en su aparente simplicidad: una jovencita busca vengar la muerte de su padre y contrata a un sheriff en decadencia para capturar al asesino. Contrasta la natural inocencia de la jovencita con el paisaje agreste y lleno de testosterona de viejo oeste, territorio para el que desenfunda su arma primero o cuenta con la gracia de los francotiradores.
Temple de acero es un filme bien realizado que me hace preguntarme: ¿Hay algún tipo de película que Joel y Ethan Coen no puedan dirigir?.
Temple de acero (2010). Dirección y guión: Joel y Ethan Coen, basada en la novela de Charles Portis; Fotografía: Roger Deakins; Música: Carter Burwell; Reparto: Jeff Bridges, Matt Damon, Josh Brolin, Hailee Steinfeld.
Por varios años, el ejercicio de la crítica cinematográfica ha sido una de las constancias de mi vida. Esta página es una ventana más que sumo a ese propósito. -José
lunes, marzo 28, 2011
miércoles, marzo 23, 2011
Verdad o reto, el nuevo trabajo de Joan Espino
Primer axioma de la temporada: Santiago y el Cibao albergan el movimiento cinematográfico más vigoroso del país (*). Como prueba de lo que digo, pongo de ejemplo a Joan Espino, joven cineasta que por estos días presenta su mediometraje Verdad o reto.
Verdad o reto es un brillante paso en la definición estilística de Espino, cercano en su estética a filmes latinoamericanos como Ciudad de Dios o clásicos como Los olvidados.
Espino, quien dedicó un poco más de dos años a la realización de este proyecto, está en el importante proceso de definir su personalidad fílmica y creo que este trabajo es un magnífico referente de lo que se puede hacer en el cine dominicano.
Se advierte en Verdad o reto un excelente manejo de los recursos dramáticos del guión, partiendo de la premisa de un grupo de niños que se desafían en un juego que va más allá de sus posibilidades y que enfrentan una situación que pone a prueba su entereza. El práctico encierro en un cementerio de autobuses al que se ven sometidos, más que una traba, se convierte en una herramienta para el adecuado desarrollo de los personajes.
Una cuidada puesta en escena revela el celo, casi obsesivo, por los detalles que acentúan la historia de estos carajitos. Pero rinde sus frutos: el filme inquieta, cuestiona, denuncia.
Se sienten las colaboraciones, el aporte de cada uno (especial mención para el músico Jaime Estepan) dentro de un equipo de trabajo que ha conjugado muchas voluntades, muchas energías para sacar adelante este proyecto, que merece ser exhibido en diferentes auditorios para que el público pueda aquilatarlo.
Joan Espino pone su verdad en celuloide con una indiscutible calidad. Su reto es consolidar una carrera que nos promete un cineasta de mucha proyección.
(*) Aunque a muchos le duela reconocerlo, el Cibao ha parido algunos de los movimientos artísticos más importantes: desde el Jueves 68 hasta el Ateneo Insular, pasando por los escritores más destacados del siglo XX: Bosch y Balaguer.
Verdad o reto es un brillante paso en la definición estilística de Espino, cercano en su estética a filmes latinoamericanos como Ciudad de Dios o clásicos como Los olvidados.
Espino, quien dedicó un poco más de dos años a la realización de este proyecto, está en el importante proceso de definir su personalidad fílmica y creo que este trabajo es un magnífico referente de lo que se puede hacer en el cine dominicano.
Se advierte en Verdad o reto un excelente manejo de los recursos dramáticos del guión, partiendo de la premisa de un grupo de niños que se desafían en un juego que va más allá de sus posibilidades y que enfrentan una situación que pone a prueba su entereza. El práctico encierro en un cementerio de autobuses al que se ven sometidos, más que una traba, se convierte en una herramienta para el adecuado desarrollo de los personajes.
Una cuidada puesta en escena revela el celo, casi obsesivo, por los detalles que acentúan la historia de estos carajitos. Pero rinde sus frutos: el filme inquieta, cuestiona, denuncia.
Se sienten las colaboraciones, el aporte de cada uno (especial mención para el músico Jaime Estepan) dentro de un equipo de trabajo que ha conjugado muchas voluntades, muchas energías para sacar adelante este proyecto, que merece ser exhibido en diferentes auditorios para que el público pueda aquilatarlo.
Joan Espino pone su verdad en celuloide con una indiscutible calidad. Su reto es consolidar una carrera que nos promete un cineasta de mucha proyección.
(*) Aunque a muchos le duela reconocerlo, el Cibao ha parido algunos de los movimientos artísticos más importantes: desde el Jueves 68 hasta el Ateneo Insular, pasando por los escritores más destacados del siglo XX: Bosch y Balaguer.
miércoles, marzo 09, 2011
Rango: el oeste de Gore Verbinski
Hace unos años, un joven Gore Verbinski tomó una decisión que le cambió la vida: vendió su guitarra de rockero para comprarse su primera camarita de 8 mm.
Humildes inicios para quien hoy día, no sólo es reconocido como uno de los más talentosos directores de Hollywood, sino que también tiene en su record la película más taquillera en su primer fin de semana: Piratas del Caribe 2, con $135 de dólares.
Ahora Verbinski nos presenta Rango, su primer largometraje de animación, también primero para Industrial Light & Magic (ILM), la famosa compañía de George Lucas.
Rango es un camaleón con sueños de ser actor que, de repente, se queda abandonado en medio del desierto y debe salvar muchos obstáculos para poder contar su historia.
La premisa no es más que una excusa para que Verbinski, John Logan y James Ward Byrkit, sus co-guionistas, rindan homenaje al mundo del oeste repasando algunos de sus mejores clásicos: desde el parecido de nombres con DJango, el poderoso personaje que encarnó Franco Nero en 1966, hasta la referencia al “Hombre sin nombre” que encarnara Clint Eastwood en Por un puñado de dólares (1964).
Y sin olvidarse de otros guiños cinematográficos como la música de Apocalipsis ya (1979, Francis Coppola), como Rango vestido de mujer y bailando en ralenti la música de 2001: Odisea del espacio (1968, Stanley Kubrick), la batalla aérea de Star Wars (1977, George Lucas) y hasta el camión cargado de gasolina que casi aplasta a Vin Diesel y Michelle Rodríguez en Rápido y furioso (2009).
Todo con un mariachi de lechuzas de fondo que hará las delicias de muchos.
Otro logro de Verbinski: ha reclutado un elenco envidiable para las voces: Johnny Depp, Abigail Breslin, Alfred Molina, Hill Night y el santiaguero Hemky Madera.
Posiblemente la estética del filme (desierto polvoriento, pueblo en ruinas, bar en decadencia) no permite que Rango sea disfrutada por algunos niños pero, sin duda, estamos frente a un estupendo filme que rinde homenaje al western desde sus clichés más conocidos, incluido el de pistoleros frente a frente, en duelo a muerte.
Rango (2011). Dirección: Gore Verbinski. Guión: John Logan, James Ward Byrkit y Gore Verbinski; Animación: ILM; Música: Hans Zimmer; Voces: Johnny Depp, Abigail Breslin, Bill Nighy, Alfred Molina, Ned Beatty, Hemky Madera.
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