Connery
destacó, asimismo, por participar en cintas como La caza del Octubre Rojo, Indiana
Jones y la última cruzada, La liga de los hombres
extraordinarios o La Roca. Fue
Robin Hood y se puso a las órdenes de gigantes como Alfred Hitchcock o John Huston, pero si por algo será
recordado es por ser el primer hombre que encarnó a James Bond, y probablemente
por ser el que mejor lo hizo. Había cumplido 90 años el pasado mes de agosto.
Nacido en la ciudad escocesa de Edimburgo en 1930, hijo de
un camionero y una limpiadora, tuvo una infancia complicada, creciendo en un
ambiente marcado por las penurias económicas. Dejó de ir al colegio a los 13 años para trabajar
como repartidor de leche. Tras enrolarse durante un tiempo en
la Marina británica, trabajó durante un tiempo en funerarias o el mundo de la
construcción hasta que en la década de 1950 comenzó a hacerse un hueco como
actor de películas y programas de televisión.
Sin embargo, su salto a la fama llegaría en 1962, cuando se
adaptó a la gran pantalla la novela Dr.
No, del escritor Ian Fleming. Agente 007 contra el Doctor No fue la primera vez de Sean Connery como
James Bond, y tuvo tanto éxito que en los años posteriores siguieron seis
entregas más de una saga que se
ocupa un lugar privilegiado en la historia del cine: Desde
Rusia con amor (1963), Goldfinger (1964), Operación
Trueno (1965), Solo se vive dos veces (1967), Diamantes
para la eternidad (1971) y Nunca digas nunca jamás (1983).
El Bond de Connery fue un agente de modales elegantes y humor irónico para
boicotear las artimañas de villanos extravagantes. También una figura
carismática que camelaba a mujeres hermosas y así ocultaba su cara más
oscura y violenta. Todas estas características contribuyeron a crear un
personaje con unos estándares reconocibles que han tratado de replicar todos
los actores que han recogido su testigo, como Roger Moore, Pierce Brosnan o Daniel Craig.
Si bien
todo el mundo le relaciona con 007, el escocés terminó renegando del personaje sin
el que su carrera no hubiera sido la misma. “Odiaba al maldito James Bond”,
llegó a reconocer en una ocasión.
Connery
también fue un ardiente defensor
de la independencia de Escocia y llegó a tatuarse en un
brazo, cuando servía en la Royal Navy, las palabras “Scotland Forever”. Fue
nombrado caballero de la Orden del Imperio británico por la reina Isabel II en
el año 2000, en una ceremonia celebrada en el Palacio de Holyrood, en
Edimburgo, a la que acudió vistiendo la típica falda de su tierra.
La carrera
de Connery podía haber declinado cuando dejó paso a Roger Moore como el agente 007.
Pero el actor trabajó a las órdenes de directores como Alfred Hitchcock en Marnie
(1964); Jean Jacques Annaud en El nombre de la rosa (1986) y Steven
Spielberg en Indiana Jones y la última cruzada (1989); y a pesar de ir
sumando años, siguió siendo un habitual del cine de acción: rodó con John
McTiernan en La caza del Octubre Rojo (1990) y Los últimos días del Edén
(1992), y con Michael Bay en La Roca (1996).
En sus
últimos años en Hollywood decidió bajar el ritmo y no embarcarse en más de un
proyecto cada dos años, hasta que en 2003 las malas críticas de La
liga de los hombres extraordinarios lo empujaron a tomar un descanso,
cuatro años después de que 'People' lo hubiese coronado como "el hombre
más sexy del siglo" a sus 69
años.
Rechazó el
papel de Gandalf en El Señor de los Anillos, y también se negó a volver como el
padre de Indiana Jones en El reino de la calavera de cristal.
En una
entrevista afirmó que estaba “harto de Hollywood”: “Cada vez hay más distancia
entre los que saben hacer películas y los que dan luz verde a las películas. No
digo que todos sean idiotas. Solo
digo que hay muchos de ellos que son muy buenos siendo idiotas. Necesitaría una
oferta imposible de rechazar, al estilo de la mafia, para no negarme a hacer
otra película más”. Y cumplió su promesa.