En dramaturgia básica, el conflicto de un filme debe darse entre: el Protagonista (un personaje que es la sumatoria de virtudes, a quien el público llama “el bueno”) y el Antagonista (un personaje que es la sumatoria de defectos, a quien el público llama “el malo”).
Aunque
parezca un extraño modo de aproximación al conflicto dramático de un filme, el
antagonista tiene el 50 por ciento de la responsabilidad de que cumpla con su
cometido de atrapar la atención del espectador. Es decir, ante un protagonista
muy poderoso, debemos anteponer un antagonista tanto o más poderoso. De lo
contrario, muy pocos le prestarán interés a lo que pasa en pantalla.
Por
mencionar un caso, les recuerdo Joker (2019, Todd Phillips) que, a
fuerza del indudable carisma del personaje y la extraordinaria actuación de
Joaquin Phoenix, ocupa el puesto 1 como la única película R que ha
recaudado $1,074 millones de dólares. Y un alud de premios entre los que
destacan el León de Oro en Venencia y el Oscar para Phoenix.
Desde
luego, son muchas las excepciones. Y el público contemporáneo nunca está
conforme.
En este
aspecto, creo que Disney se lleva la medalla como la compañía más atrevida en
sus propuestas de los últimos años: ha desarrollado las estrategias más
sorprendentes para mantener y aumentar su vigencia.
Disney se
ha mantenido al frente de las nuevas propuestas de animación en su exitosa
colaboración con Pixar, de la cual hemos cosechado frutos tan extraordinarios
como: Soul (2020), Coco (2017), Intensa Mente (2015) y Wall-E
(2008), por solo mencionar algunos.
Pero, más
allá de ese éxito, Disney apostó a lo increíble: nuevas versiones de acción
real de sus clásicos de animación y aquí viene lo realmente asombroso:
versiones desde la perspectiva del antagonista.
La versión
en acción real de El Rey León (2019, Jon Favreau), basada en el clásico de
animación de ¡1994! logró recaudaciones globales de $1,657 millones de dólares,
para ocupar el puesto 1 dentro de su categoría. En realidad, la técnica usada
es la de fotorrealismo, pero la Screen Generation quedó encantada con los resultados.
La versión
en acción real de La Bella y la Bestia (2017, Bill Condon), basada en el clásico
animado de ¡1991! (año en que fue nominada al Oscar a la Mejor Película,
concitando la protesta de muchos cineastas y provocando la creación de la
categoría de animación desde entonces), logró recaudaciones globales de $1, 264
millones de dólares. Hasta un personaje abiertamente homosexual incluye, para
sorpresa de los seguidores de los filmes de Disney.
La versión
en acción real de Aladino (2019, Guy Ritchie), basada en el clásico de animación de
¡1992!, logró recaudaciones globales de $1,050 millones de dólares. Lo
interesante es que su atractivo no es el personaje del título, sino su “coprotagonista”,
el Genio de la lámpara, encarnado por la única estrella de la película, Will
Smith.
Maléfica (2014, Robert Stromberg) es la
versión de acción real del clásico animado La Bella Durmiente (1959) y ya
evidencia un total cambio de perspectiva: la atención se centra en la
antagonista de la Princesa Aurora del cuento, una bruja envidiosa que encarna
Angelina Jolie. Como era de esperarse con una bruja tan atractiva, el éxito fue
fulminante: $758 millones de dólares recaudados.
El clásico
de animación Los 101 dálmatas se estrenó en 1961. En 1996, se hizo una
versión en acción real dirigida por Stephen Herek y protagonizada por Glenn
Close como Cruella De Vil, de forma tan impactante que su personaje fue incluído
como uno de los 50 peores villanos de la historia del cine por el Instituto
Americano del Cine.
En realidad,
el filme adolece de una perspectiva más cercana al lenguaje del cómic. Esa
genialidad la introdujo Tim Burton con Alicia en el país de las maravillas
(2010), basada en el clásico animado de 1951, en la que también la atención se
centra el Sombrero Loco (encarnado
por el genial Johnny Depp), el auténtico atractivo para el público que la
coronó con $1,078 millones de dólares en recaudación.
Ahora nos
llega Cruella (2021, Craig Gillespie), encarnada por Emma Stone,
ganadora del Oscar por La La Land (2016). Una formidable
puesta en escena, con una estética cercana al cómic que reimagina con notable
magnetismo a la villana del animado y convirtiendo a los dálmatas apenas son
una referencia más. Incluso el filme acaba cuando inicia la historia que
conocemos del animado y su primera nueva versión. Es decir, está garantizado
que tendremos Cruella 2.
Al igual
que Maléfica,
esta Cruella
indaga con curiosidad freudiana en el pasado del personaje desde su infancia
hasta convertirse en la que todos creíamos conocer. Al igual que Mulán
(2020, Niki Caro) basada en el clásico de 1998, este Cruella se estrena de
manera simultánea en las salas de cines y en la plataforma streaming Disney +
con un pago adicional al costo de la membresía. Un auténtico milagro de los
tiempos de la covidianidad.