La bachata de Biónico arranca como un falso documental y eso le da luz verde al talentoso equipo de Mentes Fritas para experimentar con todos los géneros y romper algunas reglas, incluida la famosa “Cuarta pared”: el “Biónico”, objeto del documental dialoga con el equipo detrás de la cámara todo el tiempo y los (nos) cuestiona sobre la naturaleza del oficio. En ese sentido, La bachata de Biónico hace un apreciable aporte a la construcción de una narrativa auténticamente dominicana, que además puede ser de las más creativas del mundo.
Como la
historia se cuenta desde la perspectiva de su principal personaje, Biónico,
contiene numerosos pasajes reales maravillosos o totalmente alucinantes que,
para fines dramáticos, hacen las delicias del espectador. Esas libertades de la
puesta en escena para nada atentan contra la veracidad de lo que se cuenta. Muy
por el contrario, dejan claro que veremos el barrio dominicano con sus luces y
sombras, que seremos testigos de los “excesos” de la gente que retrata, o se
deja retratar para “salir” en una película.
La bachata de Biónico es una historia de amor redentor, o
lo que se le acerca en esta media isla de delirantes extremos. Radhamés de los
Santos, alias “Biónico”, quiere rehabilitarse de su adicción a las drogas para
merecer el amor de La Flaca, cuando esta supere su propia dependencia, pero el
filme parte de un axioma inexpugnable: “el amor es la droga más fuerte”.
Quienes vivimos en el Caribe conocemos de sobra los obstáculos que se
interponen entre Biónico y su meta de superación: todas las tentaciones están
sembradas en el camino y El Ingeniero, compañero de tropelías, no es el mejor consejero
del mundo para su propósito. El peor siempre será Calvita, quien comparte el
rol protagonista, pero no estamos listos para esa conversación.
Cristian
Mojica y Yoel Morales construyen un poderoso guion que nos sumerge en el mundo
de estos tígueres, marginados por la sociedad y reducidos a su menor expresión,
enclaustrados en su zona de confort que es el barrio, donde se le reza al “Águila”
para que los proteja en los intercambios de disparos y les ayude a conseguir el
dinero para pagar sus vicios. Cuando las cosas no salen bien, el personaje
aparece y los recoge en una misteriosa carreta, sin mediar palabras.
Es una
realidad muy cruel a la que están sometidos los Ninis de nuestros barrios y
siempre preferimos mirar para otro lado. De ahí, la valiosa actitud de Mojica y
Morales, quienes nos muestran la cotidianidad sin innecesarios filtros de redes
sociales y, les sobra valentía para hacer algún comentario político.
Yoel Morales,
un director emergente que debutó con Azul magia, deja su marca personal
cuando apuesta por una puesta en escena que no nos da respiro ante todos los
acontecimientos del día a día de Biónico: desde su cubetazo mañanero en el
balcón, a la vista de todos, pasando por la puntual llamada de La Flaca a las
3:00 pm, al teléfono del colmado, hasta su difícil proceso de desintoxicación,
amarrado a su cama y sudando calvarios.
El
espectador recibe una cantidad de dura realidad que raya en la sobredosis. Para
salvar la situación: una edición absolutamente maravillosa de Morales y
Patricia Pepén, premio en el Festival Iberoamericano de Ceará, que nos mantiene
expectantes y atentos a los eventos y la construcción excepcional de un
personaje por parte de Manuel Raposo. En efecto, “Biónico” se inscribe por
derecho propio dentro de los mejores personajes que ha tenido el cine dominicano
de las últimas décadas.
Raposo
cuenta con muy buen respaldo del resto del elenco: Calvita (El Napo), El
Ingeniero (Donis Taveras), La Flaca (Ana Minier) y Andrés (Yasser Michelén),
para solo mencionar a unos cuantos. Todos aportan para crear una sinergia poco
frecuente, una especie de actuación orgánica, que evidencia muchas horas de
estudio y ensayo. En realidad, cada personaje tiene su momento de gloria, vía
algunas de sus frases de antología: “El amor no se puede ligar con crack, eso
da durísimo”.
Pero más
allá de los personajes, de sus frases, de las precariedades del barrio, se
percibe un poderoso alegato contra los que no creen en las posibilidades
narrativas del cine dominicano, en una frenética búsqueda de material original
e interesante, parte de las miles de historias pendientes de contar.
La bachata de Biónico se nos queda sembrada en la piel
como un ejercicio de absoluta libertad creativa que además nos expone como
parte de este planeta, en este preciso momento, tan trascendente como irracional.
La bachata de Biónico debutó en el Festival SXSW, donde
consiguió el codiciado Premio del Público. Ha conseguido el premio a la mejor
película en Stoner Movie Fest (Tailandia) y en Praga. También mención especial
en Festival de La Plata. En la reciente edición del Festival de Fine Arts
“Hecho en RD” arrasó: mejor película, mejor guion (Morales y Mojica), mejor
actor (Raposo), mejor actor de reparto (Taveras) y mejor actriz de reparto
(Minier). Cinco premios que la ratifican como uno de los mejores filmes
dominicanos.
La bachata
de Biónico (2024). Dirección: Yoel Morales; Guion: Cristian Mojica y Yoel
Morales; Fotografía: Alexander Viola; Edición: Yoel Morales y Patricia Pepén;
Música: Mediopicky; Elenco: Manuel Raposo, Donis Taveras, Ana Minier, Yasser
Michelén.
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