lunes, abril 21, 2025

Cannes 2025: el Afiche.



Un hombre.
Una mujer.
Una playa desierta.
Un cielo turbulento.
Música embriagadora.
Una idea de tres meses.
Un rodaje de tres semanas.
Una escena de veinte segundos.
La eternidad, al final, solo dura un instante.

Fue hace 60 años. En 1965, dos seres dañados interpretados por Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant se conocieron, se encantaron, resistieron y finalmente giraron bajo la cámara incandescente de Claude Lelouch. La Palma de Oro en Cannes en 1966, los dos Oscar en Hollywood en 1967 y las docenas de premios en todo el mundo palidecen en comparación con este grandioso momento de ternura, simplicidad y belleza.
Porque es sin duda el abrazo más famoso del séptimo arte ("étreinte" en francés, el anagrama de "éternité"), porque no se puede separar a un hombre y una mujer que se aman, porque no se puede separar a ese Hombre de esa Mujer, el Festival de Cannes ha elegido por primera vez en su historia presentar un doble cartel oficial. Un Hombre y una Mujer. Uno al lado del otro. De nuevo juntos.

 

— Él: Cuando algo no es serio, decimos que es como una película. ¿Por qué crees que no se toman en serio las películas?
— Ella: ¿Quizás porque solo vamos al cine cuando todo va bien?
— Él: ¿Entonces crees que deberíamos ir cuando todo va mal?
— Ella: ¿Por qué no?

En tiempos que parecen querer separar, compartimentar o subyugar, el Festival de Cannes quiere (re)unir; acercar cuerpos, corazones y almas; fomentar la libertad y retratar el movimiento para perpetuarlo; encarnar el torbellino de la vida para celebrarlo, una y otra vez.

Este hombre y esta mujer, premiados en Cannes —mejor actor (Z,1969), mejor actriz (Salto al vacío, 1980)— ya no existen. Estos dos carteles también les rinden homenaje. Magníficos héroes de la delicadeza y la seducción, Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant iluminan para siempre la película de nuestras vidas, como estos dos carteles, cuyos colores expresan la intensidad de un amor apasionado que triunfa sobre la desesperación. Esta luz ya no viene del cielo, hoy turbado por todos lados por nubes oscuras; emerge de la fusión radiante de dos seres que nos reconcilian con la vida.

 

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