Una ópera prima es como la tarjeta de presentación para un cineasta. No solo nos enuncia un nombre, sino también una intención de comunicar de manera distinta. Nos da alguna pista de lo nuevo que este cineasta aporta al mundo cinematográfico.
En una
buena ópera prima, un cineasta logra eludir, de alguna manera, todas sus
inexperiencias en el campo de la realización para lograr una efectiva
exposición de su universo. Es el caso de Utama, ópera prima de Alejandro Loayza, que
debutó en el Festival de Sundance y ganó el Gran Premio del Jurado de la
categoría World Cinema.
Utama es el inventario de las difíciles
condiciones de vida en el altiplano boliviano para Sisa y Virginio, una pareja
quechua de la tercera edad que se aferra a su pedazo de tierra y su crianza de
llamas, así como a sus tradiciones y creencias ancestrales.
Loayza es
hijo de otro gran cineasta boliviano (Marcos Loayza) y, de alguna manera,
continúa cultivando el talento que le viene incluido en su ADN. Con Utama
da visibilidad a estos descendientes de las tribus prehispánicas y es tal su
compromiso con la veracidad que sus protagonistas no son actores profesionales.
Al
margen de su indudable calidad dramática, Utama es también documento
antropológico en la medida en que conserva para la posteridad elementos de esa
cultura. En su mayor parte está hablada en aymara (utama, de hecho, significa “nuestro
hogar” en ese idioma) y está planteada desde la perspectiva de una raza
diezmada por la conquista, el saqueo y el consecuente olvido al que están
condenados los vencidos.
En el
altiplano llueve muy poco y crece cada día un desierto que terminará por
engullirlo todo: el agua, las frutas, las llamas y las posibilidades de sobrevivir
para quienes arrastran el peso de los años en sus canas y sobre sus espaldas.
Puede verse incluso como manual de consecuencias del cambio climático, esa
verdad absoluta que algunos energúmenos todavía se atreven a negar.
Cuando la
naturaleza es protagonista del drama, el cineasta necesita un cómplice muy
especial en la dirección de fotografía. Para el caso: Bárbara Álvarez, quien ya
ha colaborado con directores como Lucrecia Martel (La mujer sin cabeza) o
Matías Bize (La vida de los peces) y que ha recibido el Premio Golden Lynx
en el FEST Festival por su formidable trabajo en Utama.
Esa
atmósfera es absolutamente imprescindible para la importancia de las creencias
en sus dioses particulares y los favores que pueden conceder a cambio de
sacrificar algún animal y darle de beber su sangre a la Madre Tierra. También
presente en Utama la brecha generacional entre quienes han abandonado el
altiplano (y el aymara) para habitar los cinturones de miseria de las ciudades.
Utama ha
conseguido premios en festivales: en Málaga (Mejor Película Iberamericana,
dirección y música), en Guadalajara (mejor ópera prima), en Amsterdam (mejor
película), en Almería (mejor película) y hasta en Transilvania (mejor
película), mientras está nominada al Goya como Mejor Película Iberoamericana. Y
el día que se invente una máquina para medir el impacto que causa en las
audiencias, quedará en los primeros lugares.
Utama
(2022). Dirección y guion: Alejandro
Loayza Grisi; Fotografía: Bárbara Álvarez;
Edición: Fernando Epstein; Música: Cergio Prudencio; Elenco: Luisa Quispe, José Calcina, Santos Choque.
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