En 2010, el tailandés Apichatpong Weerasethakul ganó la Palma de Oro con El Tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas, un filme que dejó desconcertados a gran parte de quienes lo vieron en el Festival de Cannes. Y que, trece años después, sigue dejando en un mar de confusiones a quienes lo intentan reducir a una estructura de simple lógica. La estrategia de Weerasethakul es provocar los sentidos a su máximo nivel, apelar a un universo de sensaciones, lejanas de la racionalidad que nos imponen los encasillamientos.
Ante el
cine de Weerasethakul no hay alternativas: o te rindes al placer lúdico de las
imágenes en movimiento (con sus sonidos) o el desconcierto te habita de manera
irremediable.
Esto aplica
perfectamente para Memoria, filme que se estrenó en Cannes, donde consiguió el
Premio del Jurado. Meses después, la revista Cahiers du Cinema la consideró la mejor película del año. Como
deben suponer, este filme de culto crea inmediatamente fanáticos
incondicionales y detractores inclementes (si terminan la proyección), aquellos
cinéfilos que bostezan al terrible minuto 7.
La
premisa de Memoria es, de alguna manera, sorprendente: a Jessica, una botánica
británica establecida en Colombia, la despierta una noche un sonido como de
otro mundo. Entonces, ella emprende un viaje hasta el corazón de la selva en
busca del origen de este ruido que solo ella parece oír.
Como
espectadores, acompañamos al personaje en cada una de las etapas de ese viaje y,
sin quererlo, la cobijamos con nuestra empatía, por cuanto ella cada vez
entiende menos y no solo es un problema de idioma: casi infructuosamente
intenta comunicarse en español con alguien que pueda brindarle orientación con
su problema sensorial, desde un brillante técnico de sonido hasta una sicóloga
que parece un anticuado manual de autoayuda.
El reto
dramático del filme no es solo lograr que seamos compañeros en el recorrido de
la protagonista, sino hacernos sentir su propia desazón ante un fenómeno que no
tiene explicación lógica. Es importante acotar que, en la Colombia
contemporánea, todavía el ruido de cualquier estruendo dispara las alarmas de
mucha gente que no ha sanado de la violencia. Triste comentario social para el
país de lo real maravilloso y las mariposas de Mauricio Babilonia.
Es aquí
donde la memoria del cosmos, ese gran disco duro que todo lo archiva, juega un
papel esencial: de alguna manera, todos estamos conectados: somos como antenas
emisoras y receptoras de todos los recuerdos, de todas las sensaciones, de
todas las emociones de todo cuanto puede considerarse vivo, en materia o
espíritu.
Semejante
reto no hubiese llegado a buen puerto si Weerasethakul no contara con una
colaboradora de lujo: la actriz Tilda Swinton, esa andrógina belleza que, desde
hace unos años nos viene brindando actuaciones estupendas: Edward II (1991, Copa
Volpi en Venecia), Orlando (1992, Premio David de Donatello), Michael Clayton (2008,
Oscar y Bafta a mejor actriz de reparto), We Need To Talk About Kevin (2011,
Premio del Cine Europeo y NBR a la mejor actriz). Por Memoria ha recibido el
Premio Sant Jordi a la mejor actriz de 2023.
Cuando
su personaje deambula por Colombia en busca de respuestas, Swinton hace galas
de un dominio absoluto del lenguaje corporal, de la evidente fragilidad de su
cuerpo y la perfecta simetría de su rostro. Como espectadores, sentimos pánico
por las puertas que puede abrir ese personaje y, sin embargo, no podemos abandonarla
a su suerte. Ese es el gran mérito de Memoria, más allá de explicaciones
racionales a sus eventos dramáticos.
Si
quieres explicaciones, las palabras del director: “Escribí una carta de
presentación como los recuerdos que vienen con la película. La carta termina
con “quizás fue otra respuesta”. Ha sido una cura para el síndrome de la cabeza
explosiva con la que comenzó la idea de la película, así como la cura para mi
insomnio”.
Lo dicho: Memoria
te provoca más allá de lo que perciben tus sentidos. Es un llamado a las
interioridades del alma. Una impresionante conexión con el otro, que somos
nosotros mismos.
Memoria
(2021). Dirección y guion: Apichatpong Weerasethakul; Fotografía: Sayombhu
Mukdeeprom; Edición: Lee Chatametikool; Música: César López; Elenco: Tilda
Swinton, Daniel Giménez Cacho, Jeanne Balibar, Juan Pablo Urrego.
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