Desde hace
unos meses, Hermosa venganza, filme debut de Emerald Fennell, ha formado
parte de prácticamente todas las listas de las mejores películas del 2020. Y
creemos que lo merece. El filme tiene una fuerza hipnótica poco común en una
ópera prima.
La premisa
es simple: Cassandra es una joven y atractiva mujer que frecuenta los pubs de
Londres, en donde da caza a hombres aprovechados, fingiendo estar completamente
borracha y ser bastante vulnerable. Apenas el instinto animal del varón hace
acto de presencia, Cassie deja de lado su personaje y, literalmente, los mata
del susto. Los deja con las ganas y el corazón en la boca.
Planteado de esta manera, no parece un filme con posibilidades de ser novedoso. Es ahí donde el talento de Fennell y su equipo se hace presente para salvarlo de todas las trampas del thriller convencional y, lo más importante, sin hacer concesiones.
Hay algo que molesta, que inquieta a los espectadores (de ambos sexos) de Hermosa venganza. Y esa es su gran virtud. Lograr el milagro de meternos en los zapatos de su protagonista sin quererlo y sin que uno pueda ofrecer oposición alguna. A ratos nos parece que se le va la mano con su humor negro, con cierto mal gusto masculino expuesta en chistes irrespetuosos, bordeando lo francamente desagradable, rompiendo todos los convencionalismos, todas las expectativas para una película dirigida por una mujer. Reitero: todos sufrimos en la piel tantos siglos de testosterona irrefrenable, de palabras soeces, de irrespetos de todo tipo contra todas las mujeres del mundo, por el solo hecho de existir. Para quienes no están acostumbrados a ese tipo de acoso, es poco menos que una epifanía.
Hay una escena en particular en la que Cassandra es abochornada en plena calle por obreros de la construcción (el cliché no es gratuito, sabemos que pasa en otros ámbitos) y con solo mirarlos fijamente y seguir engullendo su hotdog (que destila salsa, ¿o es sangre?) como la cosa más natural del mundo, es la respuesta más felina que podemos imaginar y la sentimos como justa compensación, a falta de la metralla de Rambo.
Hermosa venganza es la mejor demostración del poder de la seducción femenina: no nos sentimos a gusto, pero no podemos dejar de mirar. Gran parte de ese mérito, recae sobre los hombros de su actriz, Carey Mulligan.
Mulligan
es, sin ningún tipo de dudas, una de las mejores actrices de su generación.
Desde que apareció como tentación menor de edad e inocente en An
Education (2009), ha conformado una carrera sencillamente envidiable.
No voy a mencionar todos los filmes en los que ha participado, pero vale la
pena destacar Wall Street 2 (2010), Drive (2011), Shame (2011), El
Gran Gastby (2013) y Wildlife (2018), en los que su presencia
nunca pasa desapercibida, a pesar de enfrentar a varios de los mejores actores
jóvenes del cine: Shia Labeouf, Ryan Gosling, Michael Fassbender, Leo DiCaprio
y Paul Dano.
Mulligan construye un personaje muy complejo puesto que debe atravesar varias etapas: desde la ilusionada amorosa, hasta la obsesiva vengadora, en un abanico que contiene otras muchas etapas (la hija incomprendida, la amiga solidaria, etc) y lo más importante: no mostrar su ira contenida en su rostro de eterna quinceañera inofensiva, incapaz de cruzar los límites de una chica domesticada por la vida.
Con eso en cuenta, sorprende su capacidad de registros en un filme que toma mucho de la estética punk (color del pelo, de la cafetería, de la libreta de anotaciones) para crear una atmósfera de filme adolescente que, por ratos, se debate entre la dura realidad y los dulces sueños, sembrando más inquietud entre los espectadores.
La excelencia del guion queda en evidencia cuando se introducen los puntos de giro que cambian el tono y el género del filme (comedia negra, buddy movie, thriller), lográndolo de manera admirable.
Hermosa venganza es el tipo de filme con el que el público respira hondo cuando ve los créditos finales, entonces nos levantamos del asiento, dejamos detrás un gran peso y nos sentimos libres al fin de tanta ficticia toxicidad. Nos vestimos de indiferencia y salimos a la vida.
Hermosa venganza (2020). Dirección y guion: Emerald Fennell; Fotografía: Benjamin Kracun; Edición: Frédéric Thoraval; Música: Anthony Willis; Elenco: Carey Mulligan, Bo Burnham, Adam Brody.
Planteado de esta manera, no parece un filme con posibilidades de ser novedoso. Es ahí donde el talento de Fennell y su equipo se hace presente para salvarlo de todas las trampas del thriller convencional y, lo más importante, sin hacer concesiones.
Hay algo que molesta, que inquieta a los espectadores (de ambos sexos) de Hermosa venganza. Y esa es su gran virtud. Lograr el milagro de meternos en los zapatos de su protagonista sin quererlo y sin que uno pueda ofrecer oposición alguna. A ratos nos parece que se le va la mano con su humor negro, con cierto mal gusto masculino expuesta en chistes irrespetuosos, bordeando lo francamente desagradable, rompiendo todos los convencionalismos, todas las expectativas para una película dirigida por una mujer. Reitero: todos sufrimos en la piel tantos siglos de testosterona irrefrenable, de palabras soeces, de irrespetos de todo tipo contra todas las mujeres del mundo, por el solo hecho de existir. Para quienes no están acostumbrados a ese tipo de acoso, es poco menos que una epifanía.
Hay una escena en particular en la que Cassandra es abochornada en plena calle por obreros de la construcción (el cliché no es gratuito, sabemos que pasa en otros ámbitos) y con solo mirarlos fijamente y seguir engullendo su hotdog (que destila salsa, ¿o es sangre?) como la cosa más natural del mundo, es la respuesta más felina que podemos imaginar y la sentimos como justa compensación, a falta de la metralla de Rambo.
Hermosa venganza es la mejor demostración del poder de la seducción femenina: no nos sentimos a gusto, pero no podemos dejar de mirar. Gran parte de ese mérito, recae sobre los hombros de su actriz, Carey Mulligan.
Mulligan construye un personaje muy complejo puesto que debe atravesar varias etapas: desde la ilusionada amorosa, hasta la obsesiva vengadora, en un abanico que contiene otras muchas etapas (la hija incomprendida, la amiga solidaria, etc) y lo más importante: no mostrar su ira contenida en su rostro de eterna quinceañera inofensiva, incapaz de cruzar los límites de una chica domesticada por la vida.
Con eso en cuenta, sorprende su capacidad de registros en un filme que toma mucho de la estética punk (color del pelo, de la cafetería, de la libreta de anotaciones) para crear una atmósfera de filme adolescente que, por ratos, se debate entre la dura realidad y los dulces sueños, sembrando más inquietud entre los espectadores.
La excelencia del guion queda en evidencia cuando se introducen los puntos de giro que cambian el tono y el género del filme (comedia negra, buddy movie, thriller), lográndolo de manera admirable.
Hermosa venganza es el tipo de filme con el que el público respira hondo cuando ve los créditos finales, entonces nos levantamos del asiento, dejamos detrás un gran peso y nos sentimos libres al fin de tanta ficticia toxicidad. Nos vestimos de indiferencia y salimos a la vida.
Hermosa venganza (2020). Dirección y guion: Emerald Fennell; Fotografía: Benjamin Kracun; Edición: Frédéric Thoraval; Música: Anthony Willis; Elenco: Carey Mulligan, Bo Burnham, Adam Brody.
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