Desde hace unos años, con la cinéfila complicidad de algunos amigos, la selección de los mejores estrenos la hemos concentrado en tres categorías con criterios muy específicos: mejor película dominicana, mejor película extranjera y película que recomendarías a un amigo.
Una de las
reglas invariables es que los filmes se hayan proyectado en algún momento en
salas de cine. El hecho fílmico está concebido para vivirlo en la soledad de la
sala de cine, rodeado de extraños a los que nos une la convocatoria a soñar
juntos. Esa regla excluye a las plataformas streaming
y sus magníficas propuestas. Mi selección, mi decisión.
Mejor
película dominicana: Ramona, de Victoria Linares
Villegas. Las cifras de embarazo adolescente en Dominicana alcanzan nivel de
pandemia, ante la indiferencia de los de siempre. Linares Villegas se aproxima
a esta pura (y dura) realidad sin cortapisas, ni prejuicios: la verdad de sus
protagonistas, apenas matizada por la alta sensibilidad social de la cineasta.
Mejor
película extranjera: Los asesinos de la luna, de Martin
Scorsese. Todos los elogios existentes los he usado en Scorsese, uno de los
grandes Maestros del cine contemporáneo. Nadie como él ha visto y apreciado
tanto cine, no solo de Estados Unidos, sino de todo el mundo. Cumple con un
axioma fundamental: para ser buen cineasta, hay que ser buen cinéfilo. Y,
además, a sus 80 años sigue regalándonos joyas como Los asesinos de la luna.
Película
para recomendar a un amigo: Hojas de otoño, de Aki Kaurismäki. A
estas alturas del juego, nadie se atreve a dudar que Kaurismäki es uno de los
grandes Maestros del cine mundial y el más humanista de todos. La poética con
la que retrata a sus personajes nos hacen recordar a otros esenciales del cine,
desde Godard a Bresson, sin olvidarnos de Bergman y Buñuel. Hojas de otoño es la mejor demostración de que el arte del cine descansa en
los buenos guiones de la vida, que todo lo demás está de más.
Según
fuentes confiables, Raquel Welch salió
del escenario escoltada por ángeles. Debe tratarse de una broma: una hembra de
semejante calibre, citada en Querube, de Los Condes, nunca muere,
sino que permanece en los sueños húmedos de varias generaciones.
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