Desde que
ganó el Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, Los Miserables, ópera
prima de Ladj Ly, se ha convertido en uno de los filmes más elogiado del año. Y
no es para menos: su crudo realismo visual, unido a la perspectiva casi
documental de los sucesos que relata, nos sumerge en un mundo tan cautivante
como despiadado.
Hace apenas
unos días, su temporada de premios se vio coronada con el Premio César a la
Mejor Película. También obtuvo el César al Mejor actor revelación, para el
formidable Alexis Manenti. Entre otras distinciones, el filme consiguió el
Premio Fipresci del Cine Europeo y el Goya a la Mejor Película Europea.
En las
duras calles de Montfermeil, un barrio de inmigrantes de París, una patrulla
policial es el observatorio desde el cual medimos la tensión entre los
distintos grupos que luchan por el control del negocio que deja ganancias, sea
narcotráfico o prostitución. Para los miembros de la patrulla, el exceso
siempre será una de sus constantes: el miedo se contagia con las miradas y no
se puede ceder una pulgada de espacio.
Para
cualquier nuevo miembro policial, el tour descriptivo es parte de su
entrenamiento. Pasar frente a la escuela Victor Hugo, de donde surge el título
del filme, en nostálgico homenaje a la obra del poeta y novelista francés
varias veces llevada a la pantalla. Pero esos referentes literarios se quedan
como referentes y ya. La cruda realidad que controla estas comunidades nada
tiene de romántica.
En el
fondo, estos nuevos miserables sufren del mismo desprecio social. No importa
que ahora manejen un drone que
sustituye las antiguas técnicas de voyeurismo barrial: forman parte de la
escoria que pueblas los cinturones de miseria y violencia que forman parte del
paisaje urbano de París. Celebramos juntos el triunfo de la Selección Francesa
de Fútbol frente a la torre Eiffel, pero no somos lo mismo.
Estos
nuevos miserables enturbian el entorno de las vistas de postalitas turísticas y
engrosan las terribles estadísticas sobre marginalidad, delincuencia y muertes
por violencia que las autoridades enarbolan como trofeos de concurso.
Estos
nuevos miserables, es preciso decirlo, nacieron en París. Pero sus padres
llegaron desde muy lejos, con la piel curtida, con otros dioses sin Notre Dame,
pero igualmente incomprendidos en sus mensajes de amor.
Los Miserables queda como uno de los mejores
estrenos del año y una película que nos sacude con su brutal crudeza, como la
película que nos hace preguntas cuyas respuestas nunca queremos conocer.
Los miserables
(2019). Director: Ladj Ly; Guion: Ladj Ly, Giordano Gederlini, Alexis Manenti. Fotografía:
Julien Poupard; Edición: Flora Volpeliére. Elenco: Damien Bonnard, Alexis
Manenti, Djibril Zonga y Jeanne Balibar.
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