Al Círculo
pertenecían ídolos del cine como Greta Garbo, Marlene Dietrich, Joan Crawford y
Barbara Stanwyck, así como la poetisa y guionista Mercedes de Acosta. El
Círculo mantuvo su existencia en secreto, pues el código de conducta de Hollywood
no permitía en la época la aparición de la homosexualidad en el cine, ni que
personas cuya homosexualidad fuera conocida públicamente trabajasen en la
industria. Sobre todo en el caso de las grandes estrellas, esto se prohibía con
las correspondientes cláusulas contractuales.
Lo que comenzó como un concepto que
caracterizaba al círculo
social que se gestaba alrededor de la mítica actriz alemana Marlene Dietrich, concluyó,
en la posterioridad, como una forma para referirse a las mujeres lesbianas y bisexuales que hacían vida en la
industria hollywoodense.
En el marco de las trabas morales tan arraigadas en la sociedad
conservadora de los Estados Unidos, los
Círculos de Costura representaban el único medio de estas
actrices para experimentar una
vida limitadamente libre, en virtud de sus verdaderos
principios.
Las fiestas
o reuniones se hacían con un carácter
estrictamente privado. Y en menor o mayor medida, fueron el resultado de normativas herméticas
como el Código Hays o la consagración del matrimonio como la única imagen verdaderamente preservable en
la gran pantalla de Hollywood, a
principios de la década de 1930.
Con la
finalidad de que sus vidas privadas no los llevasen al fin de sus
carreras, actrices y actores
pertenecientes, secretamente, a la comunidad LGTBQ, procuraban organizar lo que
se conocía como las bodas lilas,
término empleado para el matrimonio entre dos personas homosexuales para
distraer a la prensa de su vida privada.
Desde las
más conocidas figuras pertenecientes a este círculo, como Marlene Dietrich o
Greta Garbo, hasta la icónica Joan Crawford, la mexicana Dolores del Río,
Barbara Stanwyck, Claudette Colbert y una larga lista de personalidades
que más allá de trabajar en la era dorada de Hollywood en la primera mitad del
siglo XX, se atrevieron a gozar
de una vida libre, en la medida de sus posibilidades, incluso cuando la
sociedad así buscaba reprimirlo.
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