Siempre
que un buen actor de cine da el salto a la dirección, todos sentimos una cierta
aprensión por lo que puede pasar: no ganar un nuevo director y perder una
estrella del firmamento. Lo digo de entrada para que quede bien claro: con Colao,
Frank Perozo aprueba, y con excelentes notas, su debut como director de cine.
Colao es
una comedia romántica que se apoya en resaltar algunos de los elementos de la
dominicanidad y sus valores intrínsecos, sin apelar a una actitud de doctrina,
ni nacionalismo rancio. Hay que recordar que el propósito esencial de toda
buena comedia es hacer reir y Colao lo logra con creces y, lo más
importante, sin la necesidad (ni la necedad) de recurrir a vulgaridades, ni al lenguaje
soez, ni a la estupidez argumental consuetudinaria de nuestras comedias.
Para que
una comedia romántica funcione adecuadamente es imprescindible que haya química
entre sus protagonistas. Ese es el primer acierto de Colao: la pareja que
conforman los cibaeños Manny Pérez y Nashla Bogaert convencen plenamente en sus
roles de Antonio (Arturo Franco de la Rosa) y Laura (Matos), y encantan: el
público se identifica plenamente con ellos y su historia de amor casi
imposible.
Laura y
Arturo son personajes en contraste: ciudad versus campo, educación
universitaria versus baja escolaridad, refinamiento versus naturalidad. De ese
contraste surgen los mejores momentos de humor. Pérez y Bogaert se muestran
cómodos en sus personajes, hay un entramado de construcción apenas perceptible.
Ellos transmiten una sensación de envidiable confort: en sus personajes se
sienten como pez en el agua.
Hay que
acotar que están apoyados por un magnífico elenco, entre los que sobresalen
Raymond Pozo y Miguel Céspedes, cuyos personajes conducen y cuentan la
historia, con la gracia acostumbrada a que estos consagrados humoristas nos
tienen acostumbrados. Lo más importante: en Colao hacen algo muy
distinto a lo que han hecho por años en la televisión, es decir, no brindan más
de lo mismo: sus personajes son diferentes a los conocidos y siguen siendo “Los
Reyes del humor”.
El
auténtico descubrimiento del filme es Shailyn Sosa quien, luego de una
importante carrera detrás de cámara (como asistente de dirección), debuta con
un papel importante frente a la cámara y lo hace con una naturalidad y frescura
que nos permite augurarle un promisorio futuro como actriz.
Para que
una comedia funcione adecuadamente es imprescindible que tenga un buen tempo, un ritmo que se corresponda con
las expectativas que ha creado en el público. En Colao, hay que destacar
el impecable trabajo de edición de José Delio Ares, uno de nuestros mejores
talentos en esa importante área del quehacer cinematográfico. Muchos de sus
mejores momentos de humor, se resaltan gracias a la inmejorable labor de
edición.
Un genio
de la comedia, el Maestro Billy Wilder, dijo alguna vez: “Lo más importante es
tener un buen guion” y tenía toda la razón del mundo. Colao se aprecia en su
redondez de libreto pulido que, incluso, se permite falsos finales y otras
delicias.
Colao
está llamada a convertirse en el fenómeno taquillero de final de año en
Dominicana y bien que lo merece: una comedia que nos hace reir a carcajadas y,
al mismo tiempo, reflexionar sobre algunos de los valores que conforman nuestra
identidad, sin ceder un ápice de calidad.
Colao
(2017), Dirección: Frank Perozo; Guion: José Ramón Alamá, José Pastor y Angel
de la Cruz; Fotografía: Juan Carlos Gómez; Edición: José Delio Ares; Música:
Sergio Jiménez Lacima; Elenco: Nashla Bogaert, Manny Pérez, Raymond Pozo,
Miguel Céspedes, Celinés Toribio, Shailyn Sosa.
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