Reza una
frase de la novela La Lozana Andaluza que “no hay cosa nueva bajo el sol”.
En el mundo
de las artes, el axioma puede resultar lapidario para mucha gente. No es el
caso del guionista y director Adam Mckay, quien ahora nos presenta su
descarnada Vice: el vicio del poder.
Una de las
quejas más frecuentes que se escucha de los cinéfilos de todo el mundo es que
las historias que se presentan son más de lo mismo. Hollywood, por ejemplo,
desde años evidencia una falta de originalidad que raya en lo increíble, lo que
se traduce en más remakes, en más versiones americanas de éxitos internacionales
(The
Upside (2018), Secret in Their Eyes (2017)), en más
filmes de superhéroes.
Con Vice:
el vicio del poder, McKay demuestra que se pueden introducir variantes
a las mismas historias, tan solo logrando una nueva mezcla de perspectivas y
matices. Vice es una visceral y despiadada crónica de la vida del
exvicepresidente Dick Cheney y su ascenso al centro del poder político y
económico de los Estados Unidos, como segundo al mando de George W. Bush.
Lo que pudo
convertirse en un sobrio filme de denuncia poco efectiva (de alguna manera,
todos conocemos o sospechamos de los negocios que se escudan en la Casa
Blanca), McKay lo presenta como una comedia absurda que, por eficiente, nos
hace reir y pensar: el mundo no está en las manos adecuadas.
Lo repito:
se trata de perspectivas y matices. McKay hace uso de un extraño narrador omnisciente,
cuya vinculación con Cheney la sabremos cerca del final del filme. Ese solo
elemento hace las delicias de los espectadores más exigentes porque estamos
frente a una forma de contar poco común, estamos frente a un inteligente guion
que exige del público atención total.
En cuanto a
los matices, McKay es despiadado, una de las bases fundamentales del buen
humor: no se puede respetar a nada, ni a nadie. Mucho menos cuando se trata de
figuras públicas quienes, como en el caso de Cheney, deshonraron el mandato representativo
que la gente le otorgó en las urnas.
Y por no
respetar, no se respeta ni siquiera a los “focus groups” esa tóxica institución
de Hollywood que ata de mente a los realizadores y siembra el pánico entre los
productores cuando ven un filme en privado y literalmente lo descuartizan con
los argumentos más estúpidos que uno puede imaginar. Sí, ellos representar a la
casi totalidad del universo que compra las taquillas y hace exitosas las
películas de Hollywood.
Un sello de
McKay: logra estupendas caracterizaciones de prácticamente todo su elenco: Sam Rockwell
(como W. Bush), Steve Carell (como Donald Rumsfeld), Amy Adams (como Lynne
Cheney) y un inmenso Christian Bale como Dick Cheney.
Lo de
Bale (ganador del Globo de Oro por este filme) es sencillamente asombroso: junto
a sus colegas de maquillaje (Greg Cannon, Kate Biscoe y Patricia DeHaney,
ganadores del Oscar por el filme) ha logrado el milagro de que desaparezca el
actor y nazca el personaje, algo muy similar a lo ocurrido recientemente con
Gary Oldman en Darkest Hour (2017).
Vice: el vicio del poder es, por mérito propio, uno de los mejores
filmes estrenados este año.
Vice
(2018), Dirección y guion: Adam McKay; Fotografía: Greig Fraser; Edición: Hank
Corwin; Música: Nicholas Britell; Elenco: Christian Bale, Sam Rockwell, Amy
Adams, Steve Carell.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario