El 3 de julio de 1939, María Montez arribó a los Estados
Unidos. Contaba entonces con 27 años, una edad a la que muchos piensan es
prácticamente imposible iniciar una carrera exitosa dentro del mundo del
entretenimiento y, muy especialmente, del cine.
27 años (Me van a permitir un paréntesis rockero). A esa
edad han fallecido grandes luminarias asociadas a la música. A los ventisiete
años falleció Jimmy Hendrix (18 de septiembre de 1970), el mejor guitarrista
que ha conocido el rock. También a los ventisiete, Janis Joplin (4 de octubre
de 1970), una de las voces más grandiosas de la Era de Acuario. A esa edad, murió Jim Morrison (3
de julio de 1971), líder del grupo The
Doors. También Kurt Cobain (5 de abril de 1984), líder de la banda Nirvana. Más recientemente, la
cantante Amy Winehouse (23 de julio de 2011), víctima de sus adicciones.
(Cierro el paréntesis).
Con 27 años, María Montez llegó a los Estados Unidos.
Tenía todos los pronósticos en contra: desconocida, sin representantes, sin
carrera previa, pero era portadora de una determinación invencible de ganarse
un espacio en el mundo de la farándula americana. Y triunfó de tal manera que
nadie le disputa su título como “Reina del Technicolor”.
73 años después, otra talentosa dominicana, Celinés
Toribio, ha debido armarse de toda la determinación, tenacidad y paciencia
para, en su doble condición de actriz y productora, hacer realidad María Montez, una deuda que tenía el
cine dominicano para con nuestra estrella más brillante en Hollywood.
Es innegable que María
Montez es un filme digno, correctamente formulado en el aspecto
técnico, en el aprovechamiento de nuestras locaciones naturales, en la mirada a
Barahona, New York, Los Angeles y París de hace un siglo. Ayuda mucho a creer
en la realidad del filme la inclusión de los créditos de algunos de los filmes
que protagonizó la dominicana y merece el elogio correspondiente la recreación
de los sets de filmación de esos filmes.
El principal problema reside en el guión de Alejandro
Andújar que, servido con elegancia, no cuenta con picos dramáticos de impacto,
que permuta los demonios que atormentaban a la actriz (debidamente conjurados
por un amuleto marino) por una representación melodramática de la vida de
Montez. El filme gana en fluidez, pero
pierde en las posibilidades de profundizar en la sicología de los personajes,
probablemente la veta más interesante de la historia.
María Montez
merece el apoyo de todas y todos los dominicanos, deseosos de vernos en un
espejo de héroes y heroínas de carne y hueso a los que es posible imitar en su
ejemplo de soñar sin límites, de alcanzar nuestras metas más ansiadas.
María Montez (2014). Dirección: Vicente Peñarrocha;
Guión: Alejandro Andújar; Fotografía: Luis Enrique Carrión; Música: Alex
Mansilla; Elenco: Celinés Toribio, Paula Sánchez Ferry, Ginés García Millán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario