Desde antes de su estreno, El Rey de Najayo, ya tiene un espacio ganado en la historia de cine en Dominicana: posee el Permiso único de rodaje 001, es decir, es la primera película dominicana rodada al amparo de la Ley de Cine. Una ley que habrá de consolidar en forma definitiva la industria del cine en Dominicana y permitirá aumentar en cantidad y calidad la producción de filmes en el país.
Ya comenzamos a ver beneficios colaterales de la Ley de Cine: ha estimulado el debut de un veterano en las lides audiovisuales, aunque parezca una contradicción. En efecto, es el primer largometraje para el talentoso Fernando Báez.
El Rey de Najayo se enmarca en el campo de la denuncia social, siempre tan necesaria, y ese es otro de los aspectos a destacar: enfrentar la creencia de que sólo las comedias pueden funcionar en las taquillas.
Protagonizada por el carismático baitoero Manny Pérez y presentando a populares figuras de la televisión como Luz García (también debutando en cine) y Sergio Carlo, el filme posee condiciones de sobra para que le guste al público.
Con una correcta puesta en escena, hay que mencionar el sobresaliente trabajo de Peyi Guzmán, su director de fotografía, aunque en uno que otro momento permite que el preciosismo distraiga la atención del espectador, verbigracia, cuando el niño Julián deambula confundido y nos recuerda la escena de Gladiador.
El libreto se inspira en hechos reales que todos conocemos y se debilita cuando se torna episódico (el capítulo de las gafas en el juzgado) o sus personajes se pierden en diálogos aleccionadores o asumen posturas morales que no contribuyen nada en términos dramáticos y los hacen menos creíbles.
La presencia protagónica de Manny Pérez permite hacer una comparación lógica con La Soga y descubrir que la estructura dramática es muy parecida: un niño que presencia el asesinato de su padre, planifica su venganza y hace justicia con sus propias manos. Es injusta la comparación: para la ocasión el rango dramático del personaje Julián es mucho mayor y Manny Pérez lo desarrolla en cada aspecto.
Sin duda, El Rey de Najayo es un paso de avance en el desarrollo del Cine Dominicano y merece el respaldo de todos.
1 comentario:
Excelente! Al instante que vi la parte de "Julian" deambulando, lo relacioné con "Gladiador". Considero que también abusaron del uso de lo moderno, algunos términos coloquiales no se usaban en esa época.
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