Australia es una deuda que Baz Luhrmann tenía con su patria casi-continente. Gracias a Hollywood, la percepción de Australia que muchos tenemos es un canguro alejándose a zancadas de los lugareños.
Era necesario contar una historia épica sobre Australia, que tiene tantas que contar como el resto del mundo. Para semejante empresa, Luhrmann contó con la complicidad de otros australianos famosos: Nicole Kidman y Hugh Jackman y, en la mejor tradición del cine de Hollywood, se inventaron una historia de amor con pinceladas épicas que le permiten promocionar la bella vastedad de Australia.
De las condiciones histriónicas de Kidman hay poco que decir, Oscar incluído por su sobria caracterización de Virginia Wolf en Las horas. De Hugh Jackman, menos dotado de talento que su compañera, pero eficiente actor de películas tanto de acción (X-man, Van Helsing), como románticas (Kate & Leopold, Scoop).
El que me preocupa es el director. Luhrmann ha dado muestra de un talento excepcional desde su debut en Salón de baile (1992).
Luego siguió con una formidable recreación de Romeo + Julieta (1996), para coronar su carrera con Moulin Rouge! (2001), en la que Kidman actuó, cantó y bailó hasta romperse dos costillas.
Esos filmes son conocidos como la Trilogía de la Cortina Roja, un nuevo dogma que Luhrmann suscribió. Este estilo tiene sus requerimientos: la audiencia debe conocer cómo acaba la historia desde su inicio. También debe lograrse que la historia sea simple, básica, sin complicaciones argumentales. Estas historias están ambientadas en un mundo tecnológico, inventado por el director, donde más de un artilugio es usado. Y siempre estarán presentes las canciones, ya sea cantadas y/o bailadas.
En ellos también Luhrmann exhibió su dominio de los recursos narrativos del cine y sus filmes eran un derroche de imaginación, de escenas con montajes frenéticos.
Luhrmann decidió entonces cambiar de rumbo y hacer una trilogía histórica que comenzaría con Alejandro Magno, pero tuvo la mala suerte de que su proyecto coincidió con el de Oliver Stone.
Vuelvo al inicio: Luhrmann se decantó por una historia australiana, con protagonistas australianos y que trata un tema visceralmente australiano, las llamadas Generaciones robadas, una época en que el gobierno separó a las madres aborígenes de sus hijos mulatos. Por supuesto, el tema es tratado superficialmente dentro de la historia de amor y la maravillosa geografía de Australia.
Baz Luhrmann pagó la deuda que tenía con su patria. Ahora tiene pendiente otra con sus fanáticos cinéfilos que le pedimos más de la Cortina Roja.
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