Wall-E es el mejor homenaje que Hollywood puede hacerle, en su cuadragésimo aniversario, a 2001: Odisea del espacio, la joya de Stanley Kubrick, notas de El Danubio azul incluídas. En efecto, parte de la acción transcurre a bordo de una nave espacial, en el futuro lejano (año 2700), con una computadora inteligente que se rebela peligrosamente contra sus programadores.
La nave está poblada (nunca mejor descriptivo este verbo) por terrícolas obesos, producto de la automatización de todo y el embrutecimiento colectivo vía la televisión y los patrones de consumo impuestos: todos están empotrados en su sillón, con una pantalla plana como horizonte y fast food al alcance de la mano. Nadie se toca, nadie se preocupa por los demás, se perdió la conciencia de lo colectivo.
Kubrick, profeta y visionario, hace unos 40 años ya mostraba esos puntos como motivos de reflexión.
Pero, aunque no fuera un velado homenaje, Wall-E tiene sus propios méritos. Ya no basta elogiar los indudables logros en el terreno de la animación por computadoras, ahora estamos ante verdaderos retos narrativos: los dos robots apenan emiten algunas palabras más allá de sus nombres y casi todo vuelve a ser visual sin dejar de ser gracioso. El contenido formal del filme (mensaje incluído) convence sin mayores tropiezos, las imágenes de un planeta lleno de basura nos apenan y nos hacen pensar en la responsabilidad de cambiar presente y futuro.
Uno de los mejores momentos de Wall-E es el vídeo clip de La vie in rose, interpretada por Louis Armstrong. Recuerden que, al menos en teoría, es una película para niños y es probable que los adultos la disfrutemos tanto o más que los pequeños.
Para los que llevan anotaciones, debutó en el primer lugar de las taquillas en USA con la nada despreciable suma de US$62.5 millones. Por si fuera poco, Wall-E es el primer filme con fuerza suficiente como para que se comience a hablar de nominación al Premio de la Academia.
Atención, la nave en Wall-E se llama Axioma. Para los interesados, recuerdo que “axioma” es una verdad filosófica que no necesita demostración. ¿Quieres un ejemplo? Cuando hablamos de cuidar el medioambiente, en realidad hablamos de que se mantengan las condiciones que garanticen nuestra presencia en el planeta. En realidad, el planeta puede existir sin nosotros.
4 comentarios:
José encuentro muy atinado tu reflexión sobre este filme. Inmediatamente uno va descubriendo en su discurso todas estas anotaciones sobre lo que puede ser el futuro de la Tierra.
Si lo niños pueden captar esto, los adultos deberíamos sensibilizarnos aún más acerca de lo que nos toca hacer para mejorar nuestro ambiente, porque es el único que tenemos.
Lógicamente esto responde a una campaña internacional sobre el ecologismo empresarial donde las grandes multinacionales de comunicación y entretenimiento están aportando su cuota, puesto que también están siendo afectadas.
Qué golpe!!!!!!!!!!!!!!
José:
Buen buen análisis de la película. Me animaré a verla, pues he tenido muy buenas referencias de ella, pero definitivamente esta es la verdadera crítica.
Saludos.
yo no soy amigo de las grandes corporaciones distribuidoras de ematerial de entretenimiento (Disnay, Pixar, etc etc) pero escucho que los comentarios refernetes a Wall ' e son muy buenos, pero con verle la cara al robot me parece que es chantaje emocional.
buen blog!
Isma!
Publicar un comentario