miércoles, julio 21, 2021

Cold War: otra joya de Pawel Pawlikowski.

El polaco Pawel Pawlikowski llegó tarde al mundo del cine: rodó su ópera prima, Last Resort (2000), cuando tenía 43 años, con la que ganó el Bafta al mejor nuevo director.

Para cualquiera de nosotros es todo un proceso comprender la vocación de sufrimiento del alma polaca: Pawlikowski pasó su infancia en Varsovia, donde su madre era docente de la facultad de filología inglesa. Su padre era judío, lo que obligó a la familia a exiliarse en Austria durante la oleada antisemita de 1969. Ahí comenzó su entrenamiento emocional: ver a su padre languidecer por el recuerdo de su Polonia amada. Ya viviendo en Inglaterra, se casó con una emigrante rusa que murió de cáncer en 2006. 

Doy esta pincelada del director para aproximarnos a su perspectiva, que es la expresión del dolor de su alma. Porque un director también nos habla cuando se decide por sus opciones estéticas: la elección del formato 4:3 y del blanco y negro, que le acerca peligrosamente a los Maestros habituales, particularmente Bergman y Godard.

Esa maravillosa atmósfera de alto contraste formula una propuesta que es imposible de obviar, que “asfixia” nuestros personajes, que les impide ser felices en el exilio, porque “algo falta”.

Ese “algo” no es más que la nostalgia por la tierra que se ama, la tierra que se huele en los pequeños detalles, que nos arrulla con su música folklórica, con la que alcanzamos el sueño de los hombres.

Ella es cantante, él es músico. Es obvio entonces que la música del filme marca los tiempos de su historia de amor: desde las canciones del campo (lo autótono y la inocencia), los temas de propaganda (lo impuesto y la desasosiego), las adaptaciones francesas de las canciones folklóricas (la tarea de ser resilientes) y el jazz, el más libre de los géneros, cuando ellos están en París, “libres” de la cortina de humo.

Aquí se plantea el conflicto central: esa nostalgia por volver se convertirá en un obstáculo insalvable para la relación, en una rutinaria agonía sin remedio. Menudo ménage à trois: nosotros y la patria.

En su filme anterior, Ida, Pawlikowski también planteaba ese existencialista inventario de los amores imposibles que se concretizan con el pago de una cuota de dolor: entregar los votos a Dios y renunciar al mundo. Esa renuncia (o aceptación) implica tanto un dolor físico (del cuerpo) como emocional (del alma lacerada por la duda y la curiosidad). Con ese filme ganó 5 Premios del Cine Europeo: Mejor Película y Mejor Director y se convirtió en el primer filme polaco que gana en la categoría de Mejor Película Extranjera.

Con Cold War ganó el premio al Mejor Director en Cannes y 6 Premios del Cine Europeo, incluyendo Mejor Película y Mejor Director. Eso lo siembra de lleno en el Olimpo de los grandes del cine contemporáneo, en el de los que tienen alguna historia que contar y la enmarcan con su talento extraordinario para convertirlas en auténticas obras de arte.

 

Cold War (2018). Dirección: Pawel Pawlikowski; Guion: Pawel Pawlikowski, Janusz Glowacki y Piotr Borkowski; Fotografía: Lukasz Zal; Edición: Jaroslaw Kaminski; Música: Marcin Masecki; Elenco: Joanna Kulig, Tomasz Kot.

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