viernes, junio 15, 2007

Shrek 3: el triunfo de la nueva animación

Hace unos días Shrek 3 debutó en los Estados Unidos recaudando la modesta cantidad de $122 millones de dólares en su primer fin de semana. No sólo se estableció como la película de animación con el mejor debut en la historia del cine, sino que ocupa el tercer lugar de todos los tiempos, sólo detrás de El hombre araña 3 ($151.5) y Piratas del Caribe 2 ($135.6).
Bueno ya tenemos al ogro verde entre nosotros y merece disfrutarse como uno de los mejores estrenos del año. Los mercadólogos de Hollywood han logrado el milagro: los padres acompañamos a nuestros hijos al cine con una sonrisa dibujada en el rostro y hasta mayores ganas de ver el filme en cuestión.
En 1995, Toy Story inauguró un nuevo campo en el mundo de la animación: las películas generadas por computadoras. A la luz de los resultados, no se equivocaron quienes propiciaron los cambios a la nueva tecnología y el nuevo posicionamiento de los filmes de animación.
¿Un nuevo posicionamiento? Cualquier madre promedio puede reconocer sin complejos de ningún tipo que hasta hace unos años acompañar a los niños al cine era poco menos que un suplicio. Por suerte las cosas han cambiado en términos de los conceptos que los realizadores se permiten tratar.
Pongo por ejemplo a Shrek. En todo cuento de hadas que se respete el ogro es un personaje antagonista, es decir, un modelo de valores negativos: es un antisocial, de espantosa apariencia, poca higiene y un largo etcétera, que sólo sirve para asustar a los niños.
Para re-posicionar este personaje, los realizadores se han valido de muchos recursos y talentos y de una perspectiva en la que se esconde la clave del éxito: ser absolutamente irreverentes hacia el mundo de los cuentos de hadas.
Talentos. En inglés, los nombres de los actores reclutados para hacer las voces sería el sueño de cualquier realizador: Mike Myers, Eddie Murphy, Cameron Díaz, Antonio Banderas y ahora añadieron a Justin Timberlake. Para la versión en español que disfrutamos, no se quedan atrás: Alfonso Obregón, Eugenio Derbéz, Dulce Guerrero y Antonio Banderas, que no necesita sustituto.
Irreverencias. Siempre he sostenido la tesis de que los filmes de animación se dirigen más a los adultos que a los niños. Eso incluye los de la factoría Disney, paradigma del género y contra quienes se dirigen algunas de las provocaciones: en un momento, se rebana en dos una representación de Bambi. En Shrek 3 se juntan unos 23 personajes de cuentos infantiles, incluídas las princesas: Cenicienta, Blanca Nieves (que regala uno de los enanitos con el argumento de que le quedan 6 en la casa), Rapunzel (que resulta que usa peluca) y la Bella Durmiente (que lo único que saber hacer es dormir). Y Merlín es un viejo en tratamiento que ha perdido su poder de hacer magia.
Las letras del reino Far, Far Away están colocadas en la falda de Beverly Hills como las de Hollywood y eso implica también una dosis contra la propia industria. En efecto, en cada entrega de Shrek se han burlado de algunas películas. Para la ocasión, son muy obvias las burlas a Harry Potter y Rosemary’s Baby (el clásico de Polanski).
Si lo que busca es una buena comedia para olvidarse de los pre-candidatos, las promesas, el calentamiento global y el caos del tránsito, Shrek 3 es la película. Recuerde llevar a sus hijos. Ellos también agradecerán la iniciativa.

martes, junio 12, 2007

Hollywood: cuna de proyectos en conflicto


Hollywood es, aunque cueste creerlo, un infierno creativo de proyectos en permanente conflicto. Nada nuevo se crea bajo el sol, pero todo el mundo vigila lo que hace el vecino.
El público con sus dólares está ahí, sólo falta una idea capaz de provocar que la gente compre su taquilla. Para lograrlo, inventaremos cualquier cosa o le robaremos la idea a otro estudio. En una ley no escrita de esta particular jungla de celuloide, si las opciones anteriores no son aplicables, boicoteamos el proyecto del estudio más cercano.
En ese ambiente de permanente espionaje empresarial, de yuppies con demasiado stress, de estrellas con demasiado ego, de patrocinadores buscando desesperadamente algo en que apoyar sus campañas, se anuncian proyectos y contra-proyectos. Es decir, en la guerra del mercado (antes era del amor) todo se vale.
De ahí viene eso de que Hollywood es una cuna de proyectos en conflicto. Uno de los ejemplos más sonados llegó de manos del V Centenario del Encuentro de Culturas y la idea de hacer una película sobre el viaje de Colón. En una frenética carrera con salir primero se hicieron: Christopher Columbus: The Discovery, un disparate dirigido por John Glen y protagonizado por Marlon Brando que opacó el posible éxito de 1492: Conquista del Paraíso, de Ridley Scott con Gerard Depardieu. El sabor amargo que dejó la primera, operó en contra de la segunda.
Ahora que se estrenó Pathfinder, dirigida por Marcus Nispel, caigo en cuenta que se trata del otro “proyecto pre-colombino”. El primero es Apocalypto, de Mel Gibson. Se trata de una nueva versión de la película noruega Veiviseren (1988) que llegó a estar nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera.
La negativa estela que ha dejado el disparate de Mel Gibson ha limitado significativamente el éxito de Pathfinder. En otras circunstancias, sus logradas escenas de acción, la violencia física que presenta y la atmósfera de Norteamérica antes que llegaran los españoles, hubiesen tenido mejor aceptación. Pero al público no hay quien lo convenza de ver otro apocalipto.
Porque en Hollywood, cuando no juegan todos rompen las barajas.