lunes, marzo 11, 2019

Miriam miente: conflictos raciales en el Caribe.


Miriam miente abre con una escena que sienta el tono que tendrá toda la película: Tere y Miriam (madre e hija) esperan impacientes ser recibidas por una amiga de “mejor” posición económica, una experta del echavaineo dominicano, que exhibe en el centro de su sala una biblia recibida de las propias manos del Papa.
El filme se constituye en el debut en el largometraje de ficción para Natalia Cabral y Oriol Estrada, una talentosa pareja de la vida real, quienes antes nos brindaran los formidables documentales Tú y yo (2014) y El sitio de los sitios (2016).
En Miriam miente evidencian un sobresaliente manejo de los actores: Vicente Santos es uno de los mejores de la escena contemporánea, Pachy Méndez hace gala de una solvencia envidiable para abordar su personaje, la joven Carolina Rohana se inscribe por sus propios méritos como estrella emergente. Pero el auténtico descubrimiento de la película es Dulce Rodríguez, una deslumbrante fuerza de la naturaleza, que exhibe un dominio del lenguaje corporal cercano a lo perfecto. 
Otro brillante realizador, Israel Cárdenas (Dólares de arena), es el director de fotografía y su pulso magistral nos ofrece un sabor neorrealista que se agradece. No siempre vemos todo lo que queremos ver, no siempre queremos todo lo que podemos ver. Merece especial mención la alucinante atmósfera lograda para los momentos “acuáticos”, con Niní Cáffaro y su “Cada vez más” de fondo musical.

Te busco entre las sombras.
Dominicana es el único país del mundo que utilizó la denominación “I” (indio) en su documento de identidad nacional como color para sus ciudadanos. Nadie quiere admitir que es negro: a lo sumo “indio” y con el apellido de algunas de sus variantes: “indio claro”, “indio oscuro”, etc.
Esa negación a nuestras raíces africanas, alimentadas por décadas de deficiente educación, confunde, nos confunde a todos en los términos de nuestras expectativas: a punto de cumplir sus dulces quince, Miriam (una “india oscura”) chatea con su novio virtual, Jean-Luis, a través de la web pero, cuando decide conocerlo personalmente descubrirá, para su desgracia, que no es el príncipe blanco y de ojos azules que su nombre francés sugiere.
Virtualmente decepcionada, Miriam comienza a sufrir los embates de su propia bola de nieve existencial, alimentada por sus inseguridades adolescentes, la imaginación enfermiza de Tere, de su amiga Jennifer y de todas las personas de su vida, quienes esperan que ella escoja de pareja a alguien que le permita “mejorar la raza”. 
Pero la negritud es también un estado mental: es mucho lo que tratamos de esconder, es mucho lo que tratamos de difuminar, es mucho lo que tratamos de hacer más claro. El problema es que algún conejo detrás de la oreja nos delata, como número de magia de mago con sombrero de copas.

Que los cumplas (in)feliz.
Nada más alienante que una fiesta de 15 años en Dominicana. Hay muy poca (o ninguna) autenticidad en esas celebraciones.
Primero, porque los padres gastan lo que no pueden en aparentar un bienestar que no soporta el más mínimo cuestionamiento. Porque hay que invitar a gente que no lo merece (para evitar males peores) y a gente que nunca se comporta a la altura del evento (¿para qué le brindan ron al tío si saben cómo se pone?).
Segundo, porque los motivos (o “temas”) de las celebraciones no pueden ser más absurdos: desde la caduca herencia europea expresada en vals y minuets, hasta la maléfica influencia de Disney y sus princesas de sueños.
Pero las princesas no son “pelo malo” y hay que alisar de la forma que sea, hay que fingir una alcurnia imaginaria, hay que pretender ser quienes no somos y sonreír para las fotos.
Eso convierte a toda la celebración en una noche estresante, en un acontecimiento que deja herida en la dignidad, cuando te llaman “cacata” delante de todos, por solo mencionar un detalle.
Miriam miente es la mejor demostración de un Cine Dominicano que podemos exhibir con dignidad en cualquier parte del mundo.

Miriam miente (2018). Dirección y guion: Oriol Estrada y Natalia Cabral; Fotografía: Israel Cárdenas; Edición: Oriol Estrada, Aida Calleja, Natalia Cabral; Música: Ernesto Paredano; Elenco: Dulce Rodríguez, Pachy Méndez, Vicente Santos.

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