miércoles, enero 22, 2014

Blue Jasmine: la nueva joya de Woody Allen.

Jasmine French está triste (blue, en inglés) y tiene razones para ello: su marido ha resultado ser un fraude colosal que ha desaparecido el dinero de todos sus conocidos, incluyéndola.
Jasmine French está triste y tiene razones para ello: la bancarrota se ha llevado su modus vivendi de joyas y pieles de la Quinta Avenida y recepciones en Los Hamptons y lo ha trocado en empleos de segunda y sin futuro.
Jasmine French está triste y tiene sus razones: sus amigos le dieron la espalda luego del derroche y ahora sólo encuentra refugio para su alma atormentada en un Stoli martini con Xanax, un cócktel que la tranquiliza, pero que le fulmina la cordura.
Esta triste Jasmine es la maravillosa neurótica que ha creado Woody Allen para la camaleónica Cate Blanchett con resultados tan obvios que les ha valido a ambos nuevas candidaturas al premio Oscar: la décimo-sexta para él, superando su propio récord como guionista; y la sexta para ella, segura ganadora como Mejor Actriz, recordando que ya tiene uno en su casa: Mejor Actriz secundaria por El aviador (2004, Martin Scorsese), por interpretar nada más y nada menos que a Katharine Hepburn.
Esta triste Jasmine camina a la deriva, como América luego de las quiebras de sus corporaciones más reputadas, sin tener claro cómo hacer frente a una sociedad que no la entiende ni la valora por lo que ella cree que es, sino por lo que se ha convertido: una desventurada perdedora sin preparación que debe acometer la experiencia de salir adelante sin la menor garantía de éxito.
En su huida, debe abandonar el paraíso (New York, que quede claro) para arrimarse en la casa de su hermana en San Francisco, “una ciudad bellamente “europea”, que le recuerda, en un cotidiano ejercicio de echavainismo, sus viajes por el Mediterráneo.
El problema es que, en su afán de dejarlo todo atrás, debe re-inventarse, cree que debe inventarse mentiras para estar a la altura de su nuevo futuro, sin saber que su pasado le perseguirá donde vaya para sorprenderla desprevenida en cualquier circunstancia y dañarle el momento.
Jasmine vive consumida por la vergüenza propia de no pertenecer a ninguna clase social. Menuda lección para una mujer acostumbrada a discriminar y ver por encima de sus hombros a la gente común y corriente, la misma gente que ahora la disecciona con su ácida sinceridad.
Cate Blanchett hace una formidable caracterización e insisto: ganará el Oscar como Mejor Actriz. Este premio viene a consolidar a Woody Allen como uno de los mejores directores de actrices, a juzgar por la cantidad de Oscars que han ganado: la primera fue Dianne Keaton por Annie Hall (1977), luego Dianne Wiest por Hannah y sus hermanas (1986) y Balas sobre Broadway (1994), Mira Sorvino por Poderosa Afrodita (1995) y Penélope Cruz por Vicky Cristina Barcelona (2008).
Por supuesto, se trata de un magnífico guión que nos pasea sin prisa y con pausas por el doloroso proceso de una mujer que, literalmente, lo pierde todo de golpe: marido, riqueza y cordura.

Blue Jasmine (2013). Dirección y guión: Woody Allen; Fotografía: Javier Aguirresarobe; Elenco: Cate Blanchett, Sally Hawkins, Alec Baldwin.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buena critica y razonamiento, Woody Allen transforma a los actores, en especial a las de su género opuesto. Actris de calidad dejandose moldear por un director y actor de calidad. A pesar de que ubico la posibilidad de que gane el premio de mejor actris en un 65%.