The Outrun arranca con una voz en off que nos cuenta una fábula terrible: “En las islas Orcadas, se dice que las personas que se ahogan se convierten en focas. Nosotros las llamamos selkies. Cuando hay marea alta, se quitan la piel de foca por la noche y llegan a la orilla en forma de gente bellísima y bailan juntos desnudos a la luz de la luna. Los selkies vuelven al mar al amanecer, a menos que los vea una persona. Entonces, quedan atrapados en su forma humana y no pueden regresar”.
La
reflexión nos conduce a Amy Liptrot, personaje que baila apaciblemente, bajo
una luz crepuscular. No deja entrever ningún problema, pero sospechamos que algo
no anda bien. Amy está maravillosamente encarnada por Saoirse Ronan, una de las
mejores actrices jóvenes del mundo cinematográfico. Tomando en cuenta que The
Outrun está basada en las memorias de Liptrot, un éxito editorial extraordinario
para un libro que trata de adicción a las drogas y rehabilitación, de salud
mental y supervivencia, el riesgo de aceptar el personaje es que existe una
persona de carne y hueso con quien podemos comparar su actuación y sacar
nuestras conclusiones.
El
peligroso personaje de Amy solo tiene mucho miedo y le faltan la serenidad, el
valor y la sabiduría que le pide a Dios en sus oraciones, al inicio de cada
sesión de Alcohólicos Anónimos. En el duro entorno de Islas Orcadas, al norte
de Escocia, Amy vive en un mar de confusiones, agravadas por el constante
movimiento de las olas y el frío glaciar que le congela el alma. Simple: ella
no puede ser feliz mientras está sobria.
Como todas
las adictas al alcohol, Amy busca las respuestas a su desasosiego donde nunca
las va a encontrar: en el fondo de la botella. Es por eso que debe iniciar el proceso
de su propia salvación encerrándose consigo misma en la isla Papay, la más
lejana, solitaria y barata, un sitio inhóspito hasta para los lugareños: en un
bonito día, la temperatura puede subir hasta los 9 grados. Punto para el
bolero: para conjurar la soledad, en un momento suena una curiosa versión de Perfidia,
composición del mexicano Alberto Domínguez, incluida por primera vez en el
clásico Casablanca (1942).
Para medir
la hostilidad del lugar: han desaparecido los Guiones de codornices, una pequeña
ave capaz de emigrar hasta el centro de África y retornar, para llenar la
soledad de las Orcadas con su canto nocturno: “crex, crex”, tan único que de él
heredaron su nombre científico.
Amy lo ha
perdido todo y busca recuperar lo que se pueda, milagro posible cuando
comprenda que el universo late en su cuerpo, que puede conocer los secretos de
las olas y del viento si les presta la atención debida, si renuncia de una
buena vez a las presiones cotidianas de una sociedad que no la entiende en su
compleja simplicidad.
Este
detalle del personaje le emparenta con la marca de estilo de la directora Nora
Fingscheidt en sus dos películas anteriores: System Crasher (2019,
sobre una niña de 9 años que reclama desesperadamente amor de su familia) e Imperdonable
(2021), en la que Sandra Bullock es una exconvicta que solo recibe rechazo
social.
Saoirse Ronan ha estado nominada cuatro ocasiones a los Globos de Oro: por Atonement (2008), Brooklyn (2016), Lady Bird (2018, ganadora) y Mujercitas (2020). Cuenta también con cuatro nominaciones al Oscar y al SAG (premio del sindicato de actores) y cinco al Premio Bafta. Es decir, reconocimiento de la crítica y de sus colegas actores no le ha faltado. En The Outrun consigue una de las actuaciones más físicamente demandantes que hemos visto en los últimos años y huele a Temporada de Premios.
The Outrun
(2024). Dirección: Nora Fingscheidt; Guion: Nora Fingscheidt y Amy Liptrop,
basado en las memorias de Liptrop; Fotografía: Yunus Roy Imer; Edición: Stephan
Bechinger; Música: John Gürtler y Jan Miserre; Elenco: Saoirse Ronan.
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