Una de las mejores cosas que nos dejó la pasada Temporada de Premios fue descubrir a Lily Gladstone. A pesar de que ella había protagonizado par de películas, fue su participación en Los asesinos de la luna lo que la puso en el mapa cinéfilo. Recuerden que por su papel consiguió el Globo de Oro a la mejor actriz y una justa nominación al Oscar.
Ahora,
Gladstone protagoniza Fancy Dance, ópera prima dirigida
por Erica Tremblay, cineasta originaria de la Nación Seneca Cayuga que hasta
ahora solo había realizado cortos documentales. Tremblay, de manera indudable,
se inscribe por méritos propios en la lista de las realizadoras a quienes hay
que dar seguimiento porque tienen cosas nuevas (e interesantes) que contar.
En Fancy
Dance, Jax cuida de su sobrina Roki (de trece años), mientras espera
que la madre de la niña, desaparecida en misteriosas circunstancias, regrese
para llevarla al Powwow.
Abro un
paréntesis cultural: el Powwow es un encuentro de los miembros de las Naciones
indígenas americanas que se hace para celebrar su cultura. Así, cada año se
reúnen con el propósito de bailar, cantar y honrar las tradiciones de sus
antepasados.
Para Roki,
una teenager que quiere permanecer
fiel a las tradiciones de la Nación Seneca Cayuga, asistir al powwow en
compañía de su madre significa todo en la vida. Tiene dos pequeñitos problemas:
su madre no aparece y su abuelo ha puesto en marcha una reclamación legal de
tutoría que la separa de su tía Jax.
En ese
contexto, Fancy Dance se presta para denunciar cómo las naciones
indígenas son abiertamente discriminadas por las autoridades (policía estatal) y
el sistema de justicia de Estados Unidos (el conocido FBI), quienes los tratan
como ciudadanos de segunda categoría. Tremblay sirve adecuadamente los
elementos narrativos para que eso conste en acta y, además, introduce algunos
guiños del thriller más sofisticado: hay una persona desaparecida y su foto con
un “missing” en mayúsculas nos siembra en el centro de la angustia.
Fancy Dance también se sirve del contraste de
culturas entre quienes se han “asimilado” como ciudadanos de la sociedad
colonial y aquellos que no piensan renunciar a ser Seneca Cayuga y hablan en
cayuga, idioma incomprensible para los blancos, quienes tampoco entienden el
significado espiritual que envuelve todo lo relativo a las naciones indígenas y
sus costumbres. No es un carnaval al que van “disfrazados”, es una ceremonia de
profundo significado a la que hay que asistir con el atuendo adecuado.
Gladstone
brinda otra formidable actuación y frente a ella brilla con luz propia Isabel
DeRoy-Olson, quien ya ganó por el filme el Premio Lost Weekend como actriz de
reparto. Hay que señalar que, aunque en Los asesinos de la luna Gladstone
también encarnó a una nativa americana, el personaje de Jax es radicalmente
distinto y le permite crear unos matices completamente distintos, amén de que
su arco dramático requiere de una actriz con condiciones de asumir riesgos.
No digo más porque sería innecesario spoiler.
Fancy Dance queda como una luminosa película,
que reinvidica el derecho a permanecer fieles a nuestra herencia cultural, al
respeto a nuestros antepasados, en busca de encontrar las respuestas en los
nebulosos caminos de nuestra identidad.
Fancy Dance
(2023). Dirección: Erica Tremblay; Guion: Erica Tremblay y Miciana Alise;
Fotografía: Carolina Costa; Edición: Robert Grigsby Wilson; Música: Samantha
Crain; Elenco: Lily Gladstone, Isabel DeRoy-Olson, Shea Whigham.
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