lunes, diciembre 28, 2020

TENET, lo nuevo de Christopher Nolan.

De entrada, debo admitir que Christopher Nolan me parece uno de los directores contemporáneos más estimulantes de ver, dada la riqueza visual de su particular estética.

Nolan es lo más cercano que puedo imaginar a hacer cine de autor patrocinado por Hollywood. TENET, por ejemplo, costó $200 millones de dólares y sus propios productores admiten que no entienden muy bien algunos detalles de su línea argumental.

Eso no es nuevo en Nolan. De hecho, TENET completa una trilogía sobre percepciones, sueños y paradojas. Todo comenzó con El Origen (2010), continuó con Interestelar (2014) y ahora TENET, filme que se consideró como el as bajo la manga de los exhibidores para que el público regresara masivamente a las salas de cine.

El problema está en que Nolan no cede un ápice en sus maravillosos delirios y juega con las posibilidades dramáticas de eso que llamamos “realidad” y nuestra “percepción de la realidad”, que puede ser muy distinta. Como es un concepto tan debatible, creemos firmemente en nuestra percepción. Esa es la brecha que aprovechan los magos profesionales y los buenos cineastas como Nolan.

El director de la mejor trilogía de Batman (superhéroe al que le dio una profundidad sicológica nunca antes explorada, al igual que a Joker) se confiesa un fanático de las películas de James Bond. Así como considera que El Origen aporta una nueva perspectiva al género heist (o sea, de “robos”. De hecho, ellos no extraen una idea, sino que la plantan en el subconsciente de su víctima), se planteó TENET como un filme de “espías”, aunque creo que la fisicidad de su personaje sin nombre, lo acerca mucho más al Ethan Hunt de Misión Imposible.

Lo básico del conflicto lo hemos visto decenas de veces: un antagonista ruso quiere acabar con el mundo y tiene en su poder un algoritmo para lograrlo. Lo nuevo es el enfoque: Nolan echa mano al concepto de la Entropía de las cosas (Física Cuántica, señores): en el universo todo es energía que se transforma.  El algoritmo del villano puede causar la inversión de la entropía del mundo, lo que crearía un caos entre dos tiempos y dos realidades.

Si pusiste cara del Chavo del Ocho al leer esto, Nolan le echa leña al fuego e introduce la Paradoja del Abuelo: si retrocedieras en el tiempo y mataras a tu abuelo, ¿cómo habrías nacido para hacerlo? No hay respuestas a esa pregunta: es una paradoja.

Para los más acuciosos: ya Nolan jugó con esa posibilidad dramática en su excelente Memento (2000): el guion del filme está escrito a contra corriente de la lógica de causa y efecto. Primero vemos el efecto (alguien tiene una herida en la mano) y luego la causa (vemos cómo ese personaje se hizo la herida).

Volvamos al concepto de la “realidad” y lo que percibimos de ella: si disparamos una bala hacia una pared para probar su resistencia al proyectil, obtenemos un resultado que está enteramente fundamentado en nuestra percepción. Pero, desde la perspectiva del proyectil con su entropía invertida, es salir de la pared para ser capturado de manera perfecta en la recámara de la pistola.

Nolan parte de que creemos en esa posibilidad: de nuestra complicidad depende disfrutar o no el filme. Y, como es su costumbre, hace de su idea un festín visual y sonoro para disfrute sus fanáticos. De hecho, que el filme se llame TENET, un palíndromo (¡ay, Médem!), ya nos sugiere que los eventos del filme pueden también discurrir en ambas direcciones.

(Puestos a buscar significados, Tenet es el nombre de la organización que contrata a nuestros personajes y también la palabra central de un acertijo encontrado en una ciudad destruida por el volcán Vesubio.)

Nolan rueda escenas completas en acción revertida, un principio que conoce cualquier estudiante de cine porque forma parte de los ejercicios habituales de fotografía y casi siempre resulta divertido de ver: alguien camina y, de la nada, surge un suéter que le calza de manera perfecta su cuerpo. Esa es la versión simple: cuando es un ejército de hombres, incluidos helicópteros, entonces estamos en la zona Nolan. Claro, con complicaciones: el Protagonista (así es como se hace llamar su personaje) viaja en el tiempo y puede duplicarse a sí mismo.

La idea de viajar en el tiempo no es nueva: desde el ciborg de Terminator (1984), pasando por el carro de McFly en Volver al futuro (1985), hasta los Avengers sobrevivientes que le dan su merecido a Thanos, el incomprendido.

Nolan sustenta sus viajes en el tiempo con algún breve diálogo porque tiene muy claro que, para disfrutar TENET, es necesario prescindir de todo lo que tiene vinculación científica y entregarnos a la poderosa composición de sus imágenes y a la música de Göransson, reciente ganador del Oscar por la música para Black Panther. Porque de eso se trata: Nolan nos entrega uno de los thrillers de acción mejor logrados de los últimos años.

 

TENET (2020). Dirección y guion: Christopher Nolan; Fotografía: Hoyte van Hoytema; Edición: Jennifer Lame; Música: Ludwing Göransson; Elenco: John David Washington, Robert Pattinson, Elizabeth Debicki.

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