miércoles, abril 19, 2023

Cannes 2023: el afiche.

Costa Azul, 1 de junio de 1968.

La actriz Catherine Deneuve se encuentra en la playa de Pampelonne, cerca de Saint-Tropez, para el rodaje de La Chamade de Alain Cavalier, adaptación de la novela de Françoise Sagan. Interpreta a Lucile, que lleva una vida mundana y superficial, teñida de desenvoltura y gusto por el lujo. Su corazón latía frenéticamente, apresuradamente, apasionadamente.

Como la del amor al cine que celebra cada año el Festival de Cine de Cannes: escuchamos sus pulsos vivos y habitados resonando por todas partes. El corazón del 7º Arte, de sus artistas, de sus profesionales, de sus aficionados, de la prensa, late desbocado, al ritmo de la urgencia que impone su eternidad.

La actriz de piel de burro es una encarnación del cine, lejos de convenciones y decoros. Intransigente pero siempre cercano a sus convicciones, aunque eso signifique ir contra la corriente de los tiempos. Es musa de Jacques Demy a Agnès Varda o Luis Buñuel, de François Truffaut a Marco Ferreri o Manoel de Oliveira, de André Téchiné a Emmanuelle Bercot o Arnaud Desplechin. Sus colaboraciones figuran en el panteón de los grandes cineastas de ayer y de hoy.

Catherine es el enlace. Durante más de 60 años, la mayor estrella francesa nunca ha dejado de filmar, reinventarse, experimentar, osar contraempleos o primeras películas. Un ícono que nunca se detuvo y da vida a su arte. Deneuve encarna a su manera la riqueza del cine que el Festival quiere defender: cine de autor, pero también cine popular de calidad.

Cuatro años antes de 1968, Catherine Deneuve irradió Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy, que obtuvo la Palma de Oro en 1964. Al año siguiente, Repulsión de Roman Polanski fue coronada Oso de Plata en Berlín. Le siguieron La Vie de Château de Jean-Paul Rappeneau, Les Demoiselles de Rochefort de Jacques Demy y Belle de Jour de Luis Buñuel.

Será por tanto sólo un camino hacia la gloria, sembrado de obras maestras y compromisos que perfilarán el retrato de una estrella hacia el de una mujer de convicciones. Porque Catherine Deneuve es también co-firmante, en 1971, del “Manifiesto del 343” que pedía la legalización del aborto o, en 2018, de un texto colectivo en el que un centenar de mujeres rechazan, desde otro lado, “el puritanismo, la denuncia y toda justicia expedita”.

Catherine Deneuve es también la estrella de Indochine de Régis Wargnier que sigue siendo, hasta el día de hoy, la última ganadora francesa, en 1993, del Oscar a la mejor película internacional. En 1994, fue vicepresidenta del jurado de Clint Eastwood que honró Pulp Fiction de Quentin Tarantino. En 2000, Dancer in the Dark de Lars von Trier fue la segunda Palma de Oro de su filmografía. En 2005 también recibió la Palma de Honor y en 2008, bajo la presidencia de Sean Penn, el Premio Especial del 61 Festival a toda su carrera.

En 2016, Catherine Deneuve ganó el Premio Lumière que dedicó “a los agricultores”, sorprendiendo una vez más. Alegre, insolente y romántica, una joven de larga cabellera rubia sonríe confiada a su futuro. Es cierta magia la que encarna Catherine Deneuve, pura, incandescente ya veces transgresora. Es esta magia indescriptible la que resuena en el 76º Festival Internacional de Cine con este cartel atemporal. Para volver a contar el glorioso presente del cine y vislumbrar su futuro lleno de promesas.

Porque Catherine Deneuve es lo que el cine debería recordar ser: escurridiza, audaz, irreverente. Una evidencia. Una necesidad.

El afiche oficial de la 76ª edición del Festival de Cannes fue creado por Hartland Villa (Lionel Avignon, Stefan de Vivies) a partir de una foto de Jack Garofalo en el set de La Chamade, una película dirigida por Alain Cavalier con Catherine Deneuve, Michel Piccoli y Roger van Hool.

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