El cine siempre ha tenido una extraña fascinación por el tema de los vampiros. En sus inicios, hasta George Meliés puso sus “efectos especiales” al servicio del tema en La mansión del diablo (1896).
No es de extrañar, el fenómeno social que representa la última entrega de la saga de Crepúsculo, Amanecer (Bill Condon), que ha debutado con la impresionante suma de US$141 millones, sólo en Estados Unidos.
Esta creencia popular de muchas culturas, especialmente la eslava, eternizada por la novela Drácula de Bram Stocker, ha encontrado un perfecto caldo de cultivo en el cine, incluyendo a Maestros como F.W. Murnau y su Nosferatu (1922), para muchos la mejor película sobe el tema.
Los estudios Universal eran un baúl de monstruos en los años 30: le correspondería lanzar Drácula (1931, Tod Browning), que convirtió a Bela Lugosi en el vampiro de referencia y entronizó el género en el gusto popular.
Curiosamente, fue el filme mexicano El vampiro (1957, Abel Salazar) la primera que presentó los colmillos como rasgo característico de los chupasangre.
Un año después, la Hammer presentó El horror de Drácula (Terence Fisher), convirtiendo a Christopher Lee en el vampiro de las nuevas generaciones.
En los 80, el tema fue explotado en filmes como: El ansia (1983, Tony Scott, que explora como nunca una arista sexual del tema) y The Lost Boys (1987, Joel Schumaker).
Francis Ford Coppola hizo su formidable adaptación de la novela de Bram Stocker en Drácula (1992), sin duda la mejor película de vampiros del cine contemporáneo.
Neil Jordan hizo lo propio con la novela de Anne Rice en Entrevista con el vampiro (1994). De la misma autora, también se llevó al cine Queen of the Dammed (2002, Michael Rymer).
Con la fórmula de añadir acción aparecieron filmes como Blade (1998, Stephen Norrington). Cambiamos el caballero por una dama y eso da Underworld (2003, Len Wiseman) que, a su vez, deriva en vainas como Van Helsing (2004, Stephen Sommers).
En un plano mucho más serio, se han realizado joyas como La sombra del vampiro (2000, Elias Merhige) y Thirst (2009, Chan Wook Park).
En fechas recientes, también hemos visto filmes como: Criatura de la noche (2008, Tomas Alfredson), We are the Night (2010, Dennis Gansel), Fright Night (2011, Craig Gillespie) y hasta al mismísimo Abraham Lincoln lo han nombrado Cazador de vampiros (2012, Timur Bekmambetov).
Desde el 2008, el fenómeno Crepúsculo (Catherine Hardwick) ha tomado el mundo por asalto, trocando sus estrellas en carismáticos vampiros, deseados por las adolescentes del mundo. ¡Qué cuento que ha cambiado!
Cuando la parodia se burla del género, arroja resultados tan dispares como: El baile de los vampiros (1967, Roman Polanski) o Sombras tenebrosas (2012, Tim Burton) y animados como: Vampiros en La Habana (1985, Juan Padrón) y Hotel Transilvania (2012, Genndy Tartakovsky).
No hay que tener una bola de cristal para pronosticar que el tema seguirá estando presente en próximas realizaciones: Drácula 3D (2012, Darío Argento).
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