lunes, noviembre 27, 2006

Robert Altman por Robert Altman


(Comparto con todos un escrito del propio Robert Altman. Un Maestro del Cine y de la Palabra)

Nunca supe lo que quería filmar, excepto que era algo que no había visto antes.
Las palabras no te dicen lo que la gente está pensando. Rara vez usamos palabras para decir algo realmente. Usamos las palabras para vender algo o para convencer a la gente o hacer que nos admiren. Es todo un disfraz... Es todo ocultamiento, un lenguaje secreto.
La sabiduría y el amor no tienen nada que ver uno con otro. La sabiduría es permanecer vivo, la supervivencia. Uno es sabio si no mete los dedos en el enchufe. El amor: uno mete los dedos en cualquier cosa.
Me encanta pescar. Uno arroja esa línea al agua y no sabe qué hay en el otro extremo. Tu imaginación está allí abajo.
La peor trampa en la que uno puede caer es empezar a imitarse a uno mismo.
Ha habido unas pocas veces en las que he pensado: "Dios, no creo que haya una verdadera salida a esto; simplemente hay que terminarlo y salir con dignidad".
Me encantan los dramas radiales. Cada persona de la audiencia tenía su propia imagen. Cuando la puerta chirriaba, cada cual tenía su propia puerta.
Cuando alguien pide un consejo, lo que realmente está pidiendo es ayuda.
Te voy a dar el mismo consejo que les doy a mis hijos: nunca aceptes el consejo de nadie.
Uno no puede saberlo todo. El tiempo no alcanza.
Fui piloto. Volé un B-24 en el Pacífico Sur. Hice cuarenta y seis misiones, o algo así. Nos dispararon muchas veces. Era bastante temible, pero uno es tan joven... Yo tenía 19, 20. Y era todo por las chicas.
El jazz ha perdurado porque no tiene principio ni final. Es un momento.
Las primeras películas que vi me hacían sentir que no eran tan sólo películas. Recuerdo la tarde, tras la guerra, en que fui a ver solo Breve encuentro, de David Lean. Y recuerdo estar pensando: "¿Por qué estoy viendo esta película tonta? Ella no es muy linda. ¡Dios! ¡Los zapatos!". Pero veinte minutos más tarde estaba ahí sentado, con lágrimas rodando por mis mejillas y enamorado de Celia Johnson, esta chica con los zapatos sensibles...
Cada nueva película es una experiencia enteramente nueva, estoy haciendo un nuevo bebé. Y uno tiende a amar más a sus hijos menos exitosos. Dígame cuál de mis películas le gusta menos, y yo probablemente le diré que ése es el film que más me gusta.
Amo a los actores porque no entiendo cómo es que pueden hacer lo que hacen, no entiendo el proceso. Siempre me asombra; creo que son criaturas increíbles. Yo no podría pronunciar una frase ni aunque tuviera ocho semanas de ensayo, me paralizaría. Pero el cine es un medio de los actores; ellos son los que se paran ahí, desnudos. No yo. Hablamos sobre los guionistas y los directores, pero no es correcto.
Nunca armo el reparto de una película como lo hacen los estudios. Ellos toman a dos personas que se odian mutuamente, y les pagan suficiente dinero para juntarlas. Pero en verdad nunca se relacionan entre ellas. Yo no tengo tanto dinero. Así que los actores con los que trabajo quieren hacerlo. Para eso se han convertido en actores originariamente: para crear. Y yo les permito hacerlo. Les digo: creen, muéstrenme lo que pueden hacer.
En una época había hecho seis o siete películas y estaba muy orgulloso porque creía que ninguno de esos filmes se parecían entre ellos, que eran diferentes, que no me repetía y que no había manera de saber de quién eran esos filmes salvo porque mi nombre aparecía en pantalla. Pero luego, diez, doce películas más y ya pensaba: son todos capítulos del mismo libro, uno realmente no puede escapar ni evitar dejar sus huellas por todos lados.
He vuelto a ver MASH y Nashville hace poco, y todavía creo que están muy bien. Así que no he mejorado en nada. No voy a mejorar. Me he vuelto más fluido, más eficiente, aprendí a hacer las cosas y a lograr lo que quiero con menos esfuerzo. Pero ahí también hay un gran riesgo: si uno se vuelve menos esforzado, pierde el arte.
Los premios y las estatuillas sirven como credenciales. Pero es como todo lo demás; duran tanto como un beso.
Es muy raro. Estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa en la vida real. Pero les exigimos orden a nuestras fantasías. En lugar de seguirles el juego y decir, sí, así es, es una fantasía y no tiene sentido. Una vez que uno consigue interpretarla, puede que sea más satisfactoria, pero es menos divertida.
Las palabras que eligen los periodistas pueden no dar una imagen verdadera del individuo. Por eso no doy demasiadas entrevistas: temo empezar a escucharme a mí mismo hablar. Me pregunto cuánto habrá de mentira en la entrevista, porque no tengo nada que decir acerca de nada. No me interesa analizarme. Lo estoy haciendo ahora mismo y lo considero muy peligroso para un artista.
Altman significa "viejo" en alemán. Y aquí estoy, me he convertido en un Altman. Siempre supe que sería de esta manera, que uno no puede volver el tiempo atrás, soy realista, pero la realidad de todas maneras no tiene por qué gustarme. Cuando quiero alegrarme, recuerdo la canción de Peggy Lee, "Es eso todo lo que hay". Así es la vida, no tiene nada de particular. Tan sólo algo que ocurre.
No sé si escribiría mi autobiografía. No estoy seguro de que mi versión vaya a ser la correcta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece muy especial el estilo de Mr. Altman, luce ser una persona sencilla, espontanea y sincera.
Jose gracias por compartir este articulo!

Un fuerte abrazo,
Moises