martes, junio 14, 2022

“Rafaela”: el drama del barrio.

En 2015, Tito Rodríguez debutó con el largometraje La familia Reyna, un título que demostró que, con los mínimos recursos, se puede hacer un cine digno cuando se tiene una buena historia que contar. Ahora Rodríguez nos presenta Rafaela, filme para el que cuenta con un poco más de recursos, pero que evidencia fidelidad al propósito de contar historias que, de alguna manera, recrean nuestra realidad.

El origen de Rafaela es un cortometraje de Judith Rodríguez, quien ha evolucionado de forma continua, hasta convertirse en una de nuestras mejores actrices. Ella encarna a esta líder de pandilla que sobrevive a las duras calles de Capotillo y que tiene sus propios problemas: viene de una familia disfuncional con madre adicta y sufre su indefinida orientación sexual.

Desde esta óptica, Rafaela es un solo vehicle para el lucimiento de las dotes histriónicas de Rodríguez y, en efecto, ella brilla en cada fotograma del filme, por encima incluso del desasosiego que nos siembra en el cuerpo las impactantes imágenes de este barrio de Santo Domingo.

Como en cualquiera de nuestros barrios, en Capotillo la ley del más fuerte (o mejor armado) es la que impera como razón. El microtráfico y los asaltos a cualquier hora dejan de ser percepción de burócratas para estallar ante nuestros ojos como parte del paisaje. Al margen de los colores y los sabores, únicos en sus múltiples formas, también hay un lado oscuro que viene en el todo incluido que funciona como contrato social cuando vives en esta nueva zona de guerra contra todos: contra las otras bandas, contra la policía corrupta, contra la sociedad indiferente.

Rafaela funciona como radiografía de esa atmósfera envolvente, asfixiante para los más débiles, para aquellos que se dejan devorar por las adicciones o la ambición desmedida, males que tejen un círculo vicioso que cobra vidas. Muchas vidas, de inocentes de toda culpa y de culpables de todos los excesos.

Como evidencia de que Rafaela es una forma de hacer cine que muchos de nuestros cineastas pueden (y deben) intentar, está el hecho de que ganó el concurso Primera Mirada del Festival de Panamá y tuvo su estreno mundial en el Festival de La India, uno de los más importantes del mundo. Es decir, el reconocimiento nos llega de afuera, logrado en transparente competencia.

Lo que le falta a Rafaela es superar algunas premisas que se sienten como baches en un guion que, por ratos, se percibe como una colección de clichés del bajo mundo, o como una serie de episodios que no desarrollan todo el potencial de su arco dramático, algo muy común en la mayoría de los dramas de nuestro cine.

Se agradece, eso sí, esa aproximación cruda al drama del barrio, un escenario que puede proporcionar tantas historias como personajes lo habitan, como ya lo han demostrado otras cinematografías latinoamericanas, desde Los olvidados (1950) hasta Ciudad de Dios (2002). Porque lo que importa es que Rafaela es un espejo de esta compleja realidad que nos ha tocado vivir, una realidad enmarcada entre la fugacidad del respiro y el fogonazo del disparo.

 

Rafaela (2021). Dirección: Tito Rodríguez; Guion: Cristian Mojica; Fotografía: Oliver Mota; Edición: Ramón Alfonso Peña, Tito Rodríguez; Música: Federico López Schaper; Elenco: Judith Rodríguez, Manuel Raposo, Lucas Marte.  

No hay comentarios.: