lunes, mayo 26, 2008

Spielberg, Lucas y Ford igual a Indiana Jones.

Hace 21 años, en mayo de 1977, Steven Spielberg y su compadre George Lucas se retiraron a descansar a Hawai y esperar el resultado de las taquillas del fin de semana, con los mismos nervios de quien espera el primer boletín de la Junta Central Electoral.
Lucas finalmente estrenaba Guerra de las galaxias en poco más de 40 salas, cedidas a regañadientes por sus dueños quienes pensaban que los filmes de ciencia ficción eran cosa del pasado.
Pero ya conocen al caprichoso destino: Star Wars debutó con una recaudación de $1.5 millones y se convirtió en un fenómeno social en todo el mundo. Para noviembre de ese año, había destronado a Tiburón (de Spielberg) como la película más taquillera en la historia del cine.
Ellos entonces no lo sabían, pero habrían de convertirse en los arquitectos de eso que ahora llamamos “verano cinematográfico”. En esas vacaciones, Lucas le comentó a Spielberg sobre una idea que tenía para una película: un arqueólogo que enfrenta tremendos peligros para salvar al mundo, algo así como un héroe de carne y hueso, típico del cine de aventuras.
Así nació Indiana Jones. Ellos entonces no lo sabían, pero estaban pariendo el mayor mito cinematográfico de los 80.
Los cazadores del Arca perdida (1981) consiguió $384 de dólares en las taquillas. Le siguió Indiana Jones y el templo de la maldición (1984) con $333 millones de los verdes. La trilogía se completó en 1989 con Indiana Jones y la última cruzada que reportó $494 millones en la taquilla de USA.
19 años después, los compadres decidieron desempolvar el látigo y el sombrero de Indiana y sometieron a Harrison Ford (66 años) a los avatares propios del héroe. Todo con la finalidad de que la screen generation conozca un héroe como los de antes. Y pague por verlo.
Para ello, también desempolvaron a Karen Allen, heroína del primer filme (Jones, como su predecesor James Bond, estrena una distinta en cada aventura), han acudido al guionista David Koepp y al fotógrafo Janusz Kaminski, todos reincidentes en eso de trabajar para Spielberg.
Lo de irse a Hawai a esperar los resultados de las taquillas se ha convertido en una costumbre de Lucas y Spielberg cada vez que estrenan un filme.
Imagino que ya saben que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal con sus $150 millones, se ha convertido en el segundo mejor debut en el fin de semana del Memorial Day.
¿Tendremos más Indiana Jones? Recuerden que las trilogías son la especialidad de George Lucas.

miércoles, mayo 21, 2008

Tim Burton y Johnny Depp igual a Sweeney Todd.

Soy de los que creen que Tim Burton es el mejor director de atmósferas del cine contemporáneo. (Para los más escépticos les remito al León de oro que le otorgaron en Venecia el pasado año.)
¿Qué se quiere decir con esto? Nadie como Tim Burton se vale de los recursos artísticos del cine (y del teatro) para re-crear sus historias con escenarios surreales, inverosímiles, o lo que haga falta. Hablo de vestuario, maquillaje y escenografías pero también de la perspectiva con la que aborda las historias de sus filmes. En ese sentido, lo repito: Tim Burton es el mejor.
Sweeney Todd es el musical de terror, producto de una adaptación de Stephen Sondheim, brillante compositor norteamericano que puede ufanarse de tener un Oscar, un Tony, un Emmy, un Grammy y un Pulitzer. La adaptación la hizo de la obra de teatro del británico Christopher Bond.
Un thriller musical con ambientes oscuros y atmósfera sombría parece la descripción del proyecto perfecto para Tim Burton. Les recuerdo algunos de sus títulos: Big Fish, Batman y Beetle Juice.
En efecto, Sweeney Todd le permite invertir toda la inventiva que le caracteriza en este proyecto en el que dirige, por sexta vez, a su actor-fetiche Johnny Depp, uno de los mejores talentos de su generación.
La fructífera relación comenzó en 1990 con El joven Manos de tijeras. Ha seguido con Ed Wood (1994, en homenaje a unos de los peores directores que ha tenido el cine), Sleepy Hollow (1999), Charlie y la factoría de chocolate (2005) y la fabulosa cinta de animación La novia cadáver (2005). Es decir, de vez en cuando Tim Burton le presta Depp a la Disney para que trabaje en la saga de Piratas del Caribe.
También Helena Bonham Carter, la compañera en la vida real de Burton aparece en sus películas, pero eso, creánme, es material para otra crónica.
Burton ha logrado que ambos canten la banda sonora y los resultados son aceptables. Porque lo básico de esta película es la formidable dirección artística (Oscar para Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo), la puesta en escena, la atmósfera lograda por la mente de Tim Burton.

lunes, abril 28, 2008

El verano cinematográfico 2008 en USA.

Desde el próximo viernes 2 de mayo, entraremos en el verano cinematográfico de Estados Unidos.
He aquí el listado de los principales estrenos de la temporada:
Mayo 2: Iron Man de Jon Favreau, protagonizada por Robert Downey Jr.
Mayo 9: Meteoro de Andy y Larry Wachowski, protagonizada por Emile Hirsch.
Mayo 16: Las crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian de Andrew Adamson.
Mayo 22: Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal de Steven Spielberg, protagonizada por Harrison Ford.
Mayo 30: Sex and the city de Michael Patrick King, protagonizada por Sarah Jessica Parker (y el resto del elenco).
Junio 6: Kung Fu Panda de Mark Osborne y John Stevenson.
Junio 13: El increíble Hulk de Louis Leterrier, protagonizada por Edward Norton.
Junio 20: El Super Agente 86 de Peter Segal, protagonizada por Steve Carrell.
Junio 27: Wall-E de Andrew Stanton.
Julio 4: Hancock de Peter Berg, protagonizada por Will Smith y Charlize Theron.
Julio 11: Hellboy II de Guillermo del Toro, protagonizada por Ron Perlman.
Julio 18: The Dark Knight de Christopher Nolan, protagonizada por Heath Ledger y Christian Bale.
Julio 25: X Files: la secuela de Chris Carter, protagonizada por David Duchovny.
Agosto 1: La momia 3: la tumba del Emperador de Rob Cohen.
Agosto 8: Pineapple Express de David Gordon Green, protagonizada por Seth Rogen.
Agosto 15: Tropic Thunder dirigida y protagonizada por Ben Stiller.
Agosto 22: Bangkok Dangerous de Oxide y Danny Pang, protagonizada por Nicolas Cage.
Agosto 29: Babilonia A.D. de Mathieu Kassovitz, protagonizada por Vin Diesel.
Septiembre 5: Passengers de Rodrigo García, protagonizada por Anne Hattaway
Septiembre 12: Righteous Hill de Jon Avnet, protagonizada por Robert DeNiro y Al Pacino.
Septiembre 19: Lakeview Terrace de Neil LaBute, protagonizada por Samuel L. Jackson.
Septiembre 26: Eagle Eye de D. J. Caruso, protagonizada por Shia LaBeouf

martes, abril 22, 2008

Sin lugar para los débiles, lo nuevo de los Coen.

Como creo conocer el perfil de mis lectores habituales, anuncio que me voy a tomar una licencia de lenguaje popular: los hermanos Coen son pura greña cinematográfica. Me encanta que, en sus películas, exigen que el público se la pase dando cráneo (segunda licencia) durante toda la proyección, jugando a las posibilidades de sus historias.
Lo primero que me interesa destacar es la participación de Javier Bardem. Ese desalmado asesino a sueldo (con el peinado más ridículo de la última década) que siembra una estela de muertos a su paso, definido sólo porque “no tiene sentido del humor” es, simplemente, un personaje inolvidable y un trabajo de creación extraordinario.
Lo segundo es el pulso de directores consumados que nos mantiene involucrados con la película hasta el último plano. Esa manía por el detalle explotado más allá de lo normal, verbigracia, la envoltura que se desarruga, como abriendo lentamente sus alas, mientras otra vida depende del llamado a cara o cruz de una moneda.
Uno de los grandes aciertos de la película es esa estructura de persecución gato-ratón. Un hombre simple que se encuentra con un maletín lleno de dinero y un desalmado que le pisa los talones a cada paso. Entre ellos, un sheriff envejeciente que no se explica la nuevas formas del delito, que ha visto reducida a cero la autoridad que representa (añora los tiempos en que se andaba desarmado), que sabe perdida su batalla para imponer el orden. Puede, incluso, tener una lectura contemporánea para los dominicanos.
Todo enmarcado por el desértico paisaje del sur de estados Unidos, donde nada florece y desapareció la esperanza de algo mejor.
Otra posible lectura: Hollywood no es lugar para los viejos. Para nuestra suerte, están los hermanos Coen, quienes piensan y luego existen.

lunes, abril 07, 2008

Daniel Day-Lewis: un monstruo de la actuación

Cuando Daniel Day-Lewis nació un 29 de abril de 1957, su padre, el poeta Cecil Day Lewis, le dedicó un poema: El recién nacido, en el que se asombra de la fuerza interior del bebé. No sabía que esas palabras se convertirían en el sino inexpugnable de su vástago.
Daniel Day-Lewis es lo que se conoce como un monstruo de la actuación, un Olimpo de elegidos en la que muy pocos se inscriben: Marlon Brando, Robert De Niro, Jack Nicholson, Al Pacino. (Dentro de algunos años se presentarán candidaturas: Edward Norton, Johnny Depp, Christian Bale, sólo para el ámbito masculino norteamericano.)
Imaginen la fuerza descomunal de Day-Lewis cuando actúa que apenas ha participado en poco más de una docena de películas y parecen miles. Parece simple: estos monstruos se consideran actores patológicos: no representan sus personajes, se convierten en ellos con métodos que rayan en la locura.
Debutó en el cine en 1971 en Sunday Bloody Sunday, en el único papel que le hacía justicia: adolescente revoltoso. Pasaron 11 años para que volviera a aparecer en la pantalla. Esta vez le tocó un papelito menor en Gandhi.
El mundo le descubrió realmente en 1985, cuando consiguió brillar con luz propia en Mi hermosa lavandería. El National Board of Review le otorgó el premio al actor de reparto, mientras el Círculo de Críticos de NY lo reconocía por Una habitación con vista.

Esos premios despertaron el monstruo interior, ese demonio que lo atormenta y que sólo puede exorcizar viviendo otras vidas. En 1988, La insoportable levedad del ser (basada, por supuesto, en la obra del Maestro Milan Kundera) le permitió ejercitarse en alcanzar un mayor rango en las posibilidades de sus personajes.
Pero su consagración le llegó con Mi pié izquierdo (1988), papel por el que recibió su primer Premio de la Academia, considerada una de las mejores actuaciones de la historia. Para este papel, vivió en una casa en Dublín con personas con discapacidades, pasó meses junto a los enfermos, aprendió a pintar con un cuchillo y con pinceles con dos dedos de su pie izquierdo. Si creen que la cosa quedó ahí se equivocan: no se levantó de la silla de ruedas nunca durante el rodaje, obligando al equipo a tratarlo como si fuera un real discapacitado. Hasta hubo que alimentarlo.

Luego, cuando hizo El último de los mohicanos (1992), se consagró tanto al papel que ganó casi 30 libras de peso, se fue a vivir al bosque acompañado por un rifle, en casi completo aislamiento, aprendió a pescar, a despellejar animales, a comer su carne, a construir canoas y a disparar en movimiento.

Cuando rodó Las brujas de Salem (1996), el loco genial de Day-Lewis decidió irse a vivir al pueblo que se iba a utilizar como set en Massachusetts, y allí trabajó la tierra y construyó la casa en la que iba a vivir su personaje (para los que llevan notas: era carpintero antes que actor).

En el nombre del padre (1993), le consiguió su segunda nominación al Oscar. Para ese papel como prisionero del conflicto irlandés, perdió casi 40 libras, comió las mismas raciones que los presos, pasó dos noches sin comer ni beber en la celda de las locaciones, vivió dentro y con la agonía de los prisioneros reales.
Luego, en El boxeador (1997) se convirtió en un púgil de verdad, que boxeaba con tanto ímpetu como cualquiera en su división y acabó con la nariz rota y una hernia.
Se tomó un receso hasta 2002. En ese año, hizo Pandillas de Nueva York, en la que de nuevo impresionó con su nueva voz, con su nueva postura, con su nuevo rostro y un papel memorable que le valió su tercera nominación al Premio de la Academia y para el cual aprendió el oficio de carnicero y el arte de lanzar cuchillos.

Ahora usted puede disfrutarlo en Petróleo sangriento, papel por el que ha conseguido su segundo Premio de la Academia. En el proceso de preparación decidió vivir como los buscadores de petróleo de inicios del Siglo XX y luego trabajar un personaje que va transformándose hasta convertirse en la representación de la ambición, la soledad y la locura. Otra vez, Day-Lewis creó nuevos registros para su voz y su aspecto físico.

En la vida real, Daniel Day-Lewis luce aretes en ambas orejas, habla con un acento culto y tiene tatuados los nombres y las manos de sus tres hijos. Y algunos sospechan que está actuando.

lunes, marzo 24, 2008

Billy Wilder: ese genial bribón

(En lo que amenaza convertirse en una tradición de las vacaciones de Pascua, además de escuchar Jesucristo Superstar, me he dedicado a revisar una filmografía. Este año le tocó a Billy Wilder y todavía me río de pensarlo.
Debo agradecer al amigo Pedro Estrella que puso en mis manos esta formidable colección de películas
.)

“Un director debe ser policía, partero, psicoanalista, sicofante y bastardo”.
-Billy Wilder


Cuentan las buenas lenguas que Billy Wilder, aventajado discípulo del director alemán Ernst Lubitsch, mantenía un cartel en su oficina: “¿Cómo lo hubiera hecho Lubitsch?”.
Billy Wilder: un talento excepcional para escribir guiones y, sobre todo, diálogos. Pero también una personalidad que se siente contenida en cada fotograma que filmó.
Un maestro en varios de los géneros del cine (una crítica de la fuerza de El crepúsculo de los dioses (1950); y comedias como La tentación vive arriba (57) y Un Eva y dos Adanes (1959), ambas protagonizadas por Marilyn Monroe) que siempre hizo el filme que quiso hacer, por encima de lo que esperaban sus críticos y de lo que pedían sus fanáticos.
Sí, un bribón genial que se burló de todos y de todo con la altura que demandaba su tiempo. Quizá por eso, Wilder comparte con Hitchcock el haber sido despreciado por una parte de la crítica cinematográfica. Pongo como ejemplo algo que se escribió sobre la oscarizada El apartamento (1960): “…igual de divertida que una atrofia muscular”. Al pasar de los años, ambos han sido elevados a la categoría de Maestros y quienes acabaron con su obra, bueno…
Sin duda, Billy Wilder ha sido uno de los mejores dialoguistas del Séptimo Arte. En Europa, donde se formó, se distingue muy bien entre un guionista y un dialoguista, es decir, un especialista en diálogos de personajes. Es mucha la diferencia que aportan a un libreto la chispa, la gracia y el ingenio con que se expresan los personajes.
Si además añadimos que Wilder poseía una habilidad sobrenatural para el remate dramático, para el cierre con broche de oro, no es casual que haya creado más finales memorables que cualquier otro director de cine.
En Con faldas y a lo loco, regaló una de las mejores líneas en toda la historia del cine: “Nadie es perfecto”. Le sirvió hasta a Joan Manuel Serrat para titular uno de sus mejores álbumes, pero eso, créanme, es material para otra crónica.
Con Wilder es imposible escapar a las innumerables anécdotas que generaban sus películas. En Testigo de cargo, para mostrar una pierna de Marlene Dietrich, escribió una escena que requirió 145 extras, 38 dobles y $90,000 dólares, una fortuna en 1957. Una curiosidad: al final de la película, una voz en off recomienda no contar el final a sus amistades a fin de no arruinar una de las mejores vueltas de tuerca que recuerdo.
Otra anécdota: hacía tanto frío la noche que Jack Lemmon (uno de sus actores fetiche) rodó en Central Park para El apartamento, que tuvo que ser rociado con anti-congelante para evitar que la llovizna se convirtiera en hielo.
Cuentan las malas lenguas que en una ocasión, ordenó a un camarógrafo “Rueda algunas escenas fuera de foco, quiero ganar el Oscar a la Película Extranjera”.
El mundo conoció en Wilder a una de las mejores razones para reir y reflexionar.

miércoles, marzo 19, 2008

Gone Baby Gone: el trauma de USA

Resulta que la novela favorita de Ben Affleck es Gone Baby Gone.
Resulta que el autor de esa novela es Dennis Lehane.
Resulta que Lehane, al igual que Affleck es oriundo de Boston. Ese sólo hecho crea un estrecho vínculo que evoluciona en complicidad (como sufrir tanto por los Medias Rojas).
Con la primera novela de Lehane que se llevó al cine se logró un excelente drama: Río místico (2003, Clint Eastwood). Desapareció una noche paga con creces las expectativas creadas: es un auspicioso debut directorial de Ben Affleck.
Affleck, quien ya ganó un Oscar como guionista (1997, Good Will Hunting), construye un guión ingenioso que nos atrapa en las múltiples posibilidades del drama. Ese es uno de los primeros atractivos de esta película.
Casey Affleck es el descubrimiento del filme. Demuestra que no obtuvo el papel por el hermano del director. Y, que conste en acta, está rodeado de actores de la talla de Morgan Freeman, Ed Harris y Amy Madigan especialistas en robarse un filme si se descuida el protagonista.
Otro elemento sobresaliente en Desapareció una noche es la dirección de fotografía a cargo de John Toll, un veterano que es el segundo en ganar el Premio de la Academia en dos años consecutivos: Leyendas de pasión (94) y Corazón valiente (95).
Destaco la fotografía porque para entender la zozobra que consume nuestros personajes hay que hablar de la atmósfera que los mantiene al borde del colapso nervioso. Esa atmósfera, también, se siente amenazante sobre toda la comunidad.
El rapto de menores que es el punto del que parte nuestra trama es, sin duda, caldo de cultivo para los más profundos traumas, personales y colectivos de USA.
Frente a la posibilidad muy presente de herir ciertas susceptibilidades, el guión se decanta por mostrarnos sólo lo que necesitamos saber, para colocar un clímax que nos quita el aliento.
Sin duda, Ben Affleck ha tenido muchos más aciertos que desatinos en su dirección de Desapareció una noche. Una excelente carta de presentación.

jueves, marzo 06, 2008

Stanley Kubrick: esa oscura lucidez.

Stanley Kubrick es, sin duda, uno de los grandes directores en la historia del Cine. Kubrick contaba con talentos extraordinarios: fue un excelente fotógrafo y un complejo ajedrecista. Sus mejores partidas las jugó en nuestras mentes.
Siempre he pensado que Kubrick hizo un clásico en cada género que recreó (uso este verbo con toda la malicia del mundo), verbigracia, 2001: Odisea del espacio se tiene como una de las mejores películas de ciencia-ficción, La naranja mecánica como referente de cine futurista, Barry Lyndon como clásico de reconstrucción histórica, Nacido para matar como la mejor película sobre Vietnam, y un largo etcétera.
Por varias anécdotas se sabe de su obsesión por los detalles cinematográficos. Esa manía de que las cosas quedaran exactamente como las había pensado le vincula con otros genios del arte.
Steven Spielberg, uno de sus fanáticos más ilustres, señala que cada vez que repite cualquiera de las películas de Kubrick descubre algún nuevo elemento.
La verdad es que Kubrick puso mucho énfasis en darle el sentido a sus filmes a partir de lo puramente visual. Sus imágenes, habitualmente, quedan grabadas en nuestros pensamientos por varios días después que acaba el filme.
La cámara de Kubrick permite al espectador olvidarse de su distancia de simple testigo, es usada con el criterio de otro personaje más. En sus composiciones fotográficas hay siempre una carga de emociones simplemente impresionantes.
Kubrick podría fácilmente disputar el título del “Director que más polémica despierta”. A día de hoy, cualquiera de sus películas genera discusiones interminables y, en muchos casos, innecesarias. Desde el clásico ¿Qué me habrá querido decir? (a propósito de 2001: Odisea del espacio), pasando por los problemas de censura con La naranja mecánica (prohibida por varias décadas en Inglaterra) hasta Eyes Wide Shut, su obra póstuma, que dividió ferozmente la crítica especializada.
Quizá olvidamos que el único compromiso de Kubrick era con su oscura lucidez.
Quizá olvidamos que su única responsabilidad como artista fue siempre provocar preguntas, no proveer respuestas.
Quizá olvidamos que el gran valor de Kubrick fue sostener un incómodo espejo frente a una sociedad enferma que no se quiere reconocer intolerante, auto-destructiva y despersonalizadora.

jueves, febrero 21, 2008

Premios de la Academia: sin lugar para los débiles, ni expiaciones, sólo petróleo sangriento

Todo aquel que ejerce públicamente el triste oficio de la crítica de cine, tiene para estas fechas un compromiso ineludible: la entrega del Premio de la Academia de Hollywood (así es como quieren que llamen al Oscar).

La primera actitud era despotricar contra esa premiación porque, en varias ocasiones, las que se consideraban las mejores producciones del año ni siquiera estaban nominadas. Con mucho veneno, quien suscribe siempre esgrimía amenazante la larga lista de nombres fundamentales del cine (por ejemplo, Charles Chaplin) que nunca ganaron el Oscar.Al cabo de los años (y mucha rabia consumida) he evolucionado a un estado de gracia: si es una fiesta del (negocio del) cine, gocemos la fiesta.


El Oscar es cada vez más predecible. Se hacen pronósticos de todo tipo. Se tejen conjeturas. También se hacen apuestas (sobre todo en Las Vegas).


Siempre que hablo de este premio puntualizo mucho su naturaleza: el Oscar es un premio gremial, es decir, lo entregan los artistas directamente vinculados al mundo del cine: actores, actrices, directores, técnicos y un largo etcétera. Por eso, hay que ver el Oscar como la culminación de un formidable proceso de mercadotecnia (incluidas costosas campañas de promoción y mucho cabildeo) y no necesariamente el reconocimiento a lo mejor del año.

Así, mis pronósticos siempre han girado en torno a lo que creo que va a ganar y no lo que quisiera que ganara.
Creo que ¡por fin! les llegó el turno a los hermanos Coen. Su filme Sin lugar para los débiles se perfila como el ganador y ellos como mejores directores. También compiten con el seudónimo de Roderick Jaynes en el apartado de mejor edición.
La candidatura más sólida de todas es la de Julie Christie como mejor actriz por Away from her. Simple: ella ha ganado (casi) todos los premios habidos y por haber. Cuando no, el premio se lo ha llevado mi favorita, Marion Cotillard por su formidable interpretación como Edith Piaf en La vida en rosa.
Daniel Day-Lewis también ha ganado (casi) todos los premios como mejor actor por la película Petróleo violento.
¡Este es el año de Javier Bardem! Que prepare su discurso como mejor actor de reparto por Sin lugar para los débiles.
Finalmente, esa joyita animada que se llama Ratatouille debe ganar en su categoría.

miércoles, febrero 13, 2008

Woody Allen: la virtud de los contrastes


"Dicen que La Biblia o El Padrino son las respuestas a las preguntas de la humanidad. Pero yo me quedo con Dostoievski, un profundo conocedor del alma humana"
-Woody Allen

A confesión de parte: amo la obra fílmica de Woody Allen por encima de todas las demás. Cuando me pregunto por qué, me la pongo fácil: adoro la virtuosidad de sus contrastes.
Universal pero íntimo: las películas de Woody Allen tratan temas universales, profundos, filosóficos pero tan íntimos que, a veces, nos parece que revisa nuestros diarios de vida. Allen mira a la gente común, nos mira y nos desnuda: somos almas atormentadas, arrastramos tantas obsesiones, nos acomplejan tantas culpas.
Newyorker pero global: las películas de Allen se desarrollan en el entorno geográfico de Manhattan. Cuando sale de locación natural (como en Annie Hall) es para estropear el perfil turístico del otro mundo (California). Match Point es la primera de su trilogía londinense que se completa con Scoop (2006) y El sueño de Casandra (2007). La capital británica le ha servido de oscura y lluviosa inspiración. El pasado año también rodó en Barcelona.
Clásico pero moderno: esta libre adaptación de Crimen y castigo de Dostoievski se convierte en el mejor homenaje a un grande de la literatura. Tomando los mejores elementos de la narración tradicional, actualiza el drama hasta nuestros días. Semejante tarea sólo la asume exitosamente quien, como Allen, se sabe de memoria las reglas del juego.
El amor y el sexo: la voluptuosa Scarlett Johansson y el felino Jonathan Rhys Meyers encarnan los atormentados personajes de la historia. Ellos se dejan arrastrar por sus bajos instintos y, eventualmente, se verán atrapados en una trampa kakfiana que les impedirá vivir libremente su atracción animal. Todo con fondo de ópera (Caruso cantando El elixir del amor de Donizetti, para ser exactos), como para sufrir junto a ellos.
La vida y la muerte: el cuestionamiento de nuestras existencias y del destino que nos asigna Dios es una de las constantes en el cine de Allen. La frenética búsqueda de La Verdad desata en sus personajes la más angustiosa cacería del sentido de las cosas.
El destino y la suerte: estos amantes cruzan la línea, violan los límites, quieren lograr lo que les está negado por decreto. Su ambición no conoce fronteras. Pero el destino de quien tiene vedada la buena estrella es un túnel sin ninguna luz en el fondo.
Por eso, sus personajes, tan diestros en el juego, pierden la partida contra la suerte, la partida de sus vidas y quien sale pírricamente victorioso, lo único que le espera es una vida muelle y decorosa pero infeliz, un modus vivendi que es una paradoja en sí mismo.
En Match Point, que nos llega con un par de años de retraso, Woody Allen demuestra otra vez que es uno de los maestros del cine contemporáneo.

lunes, febrero 04, 2008

Cine en los tiempos del cólera (2)

De entrada, voy a fijar mi posición: no existe una buena película de los muchos textos de García Márquez. Lo repito: el realismo mágico que fluye de su prosa no acepta (fácil) traducción.
Hace unos meses, prometí esperar el estreno en Santiago de El amor en los tiempos del cólera (2007), de Mike Newell, para referirme al tema.
La calidad de la prosa de Gabriel García Márquez es, sin discusión, una de las mejores que ha conocido el castellano. Véase: Premio Nobel de Literatura. La pasión de García Márquez por el cine es indudable. Véase: Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. La suerte que han corrido sus textos en el mundo cinematográfico hace pensar en alguna especie de maldición gitana, en un amour fou de leyenda.
Creo que el primer gran error en esta adaptación cinematográfica ha sido tratar de condensar en una película de 2 horas y 18 minutos una historia con suficiente material para una serie de televisión. Sé que juzgo el trabajo de Ronald Hardwood, celebrado guionista de El pianista (2002, Roman Polanski) y La escafandra y la mariposa (2007, Julian Schnabel).
A Hardwood se le hizo imposible la enorme tarea de hacer comprensibles los elementos reales maravillosos que poseen (y dominan a) los personajes de la novela. En el Caribe todavía morimos por amor. (Algunas bestias matan por amor, pero eso, créanme, es material para otra crónica.) Sólo esa condición existencial sirve para liberar los personajes de Márquez de ataduras lógicas y es esencial para entender sus complejidades.
Por eso nadie cree, ni entiende ese fulminante amor a primera vista entre Florentino y Fermina. El amanece escribiendo su primera carta de amor. En el cine, el público ríe con la ocurrencia. Pero cuando Florentino se aparece 51 años, 9 meses y 4 días después de su promesa de amor a solicitar el corazón de su amada, a todo el auditorio le parece una ridiculez. Lo es: estos personajes están fuera de contexto, de la magia de la prosa de Márquez.
Lo que queda es la iconografía típicamente latinoamericana (guacamayos incluídos), un elenco internacional y dos canciones de Shakira. Si se siente tentado, buen provecho.

lunes, enero 28, 2008

Robert Redford es un león disfrazado de cordero


Robert Redford es un tipo admirable: en vez de pasearse por el mundo en la alfombra mágica que le proporciona la admiración de Hollywood se decidió por encarnar la rebeldía que permite la industria. Es rebelde (con frutos), no suicida.
Redford cuestiona los aspectos que le parecen más terribles de la sociedad norteamericana sin ufanarse de su logro, ni levantar más ronchas de las necesarias. Un ejemplo de lo que digo es Leones por corderos (2007) para la que ha contado con las actuaciones de Tom Cruise y Meryl Streep, la mejor actriz de nuestros días.
Para los que llevan anotaciones, hay que acotar que Redford es un ambientalista desde la época en que nadie prestaba atención al problema. Como forma de alejarse del mundo Hollywood, compró unos terrenitos en Utah en los que instaló el Instituto Sundance, una inspiración para los cineastas independientes de todo el mundo. El nombre es un homenaje al personaje que lo catapultó a la fama: Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969).
Luego vendría el Festival del Sundance que se ha convertido en el más importante del cine independiente y en una efectiva ventana de exhibición para el cine latinoamericano. Habría que recordar que, gracias a ese festival se pudo conocer Como agua para chocolate.
Cuando en el 2002 se le entregó el Academy Award a toda una carrera por su brillante trayectoria, sus colegas hicieron justicia porque muy pocos se han preocupado (y han aportado como él) por el futuro del cine, como arte y como industria.
Más importante aún, Redford ha servido de modelo a los actores contemporáneos en más de un sentido. Siendo un símbolo sexual desde 1973, año en que protagonizó El golpe (George Roy Hill) y The Way We Were (Sydney Pollack) siempre se ha involucrado en algún proyecto de corte crítico como Todos los hombres del Presidente (1976, Alan J. Pakula), sobre los periodistas que provocaron el Watergate. Lo propio ha hecho uno de sus pupilos: Brad Pitt.
Siendo una estrella establecida, dio el salto a la dirección con tan buena fortuna que ganó el Oscar con su película-debut Gente como uno (1980). Lo propio han hecho otros como: Kevin Costner (también Oscar con su debut Danza con lobos (1990), Mel Gibson, George Clooney, Ed Burns, Ed Harris, Robert Duvall y un largo etcétera.
Pero, amén del golpe de suerte, el Redford director tiene una carrera de títulos realmente valiosos: Milagro (88), El río de la vida (92), Quiz Show (94), El señor de los caballos (98) y La leyenda de Bagger Vance (2000)
Pero si nada de lo anterior fuera suficiente, Leones por corderos tiene méritos propios.
Lo primero, en estos tiempos en que la situación de Irak sigue siendo tema de debate, todos nos preguntamos cuánta información nos ocultó el establishment que propició esa guerra.
Lo segundo, el enfrentamiento de actuación entre Tom Cruise y Meryl Streep, dos pesos pesados, quienes consiguen escenas realmente electrizantes.

martes, enero 15, 2008

Nicolas Cage es el nuevo Tesoro Nacional

Con el excelente debut que tuvo El libro de los secretos: $143 millones de dólares en sus primeros 13 días, no cabe ninguna duda: Nicolas Cage se ha convertido en el nuevo Tesoro Nacional para ser explotado por Hollywood.
Nicolas Cage es la respuesta divina a las plegarias de Hollywood. Desde hace un tiempo, buscaban desesperadamente un nuevo héroe de acción. Simultáneamente, todos sus grandes tough guys envejecieron de golpe: Clint Eastwood, Sylvester Stallone, Arnold Schuwarzenegger, Harrison Ford y Bruce Willis, por sólo mencionar cinco.
El libro de los secretos utiliza los mismos elementos argumentales de El código Da Vinci (del que percibimos algún elemento de suspenso), sus persecuciones no son tan espectaculares como las de Jason Bourne y toma prestado algún guiño de Indiana Jones. Como está producida por la Disney, su protagonista no puede hacer galas de su potencial sexual. Pero, a pesar de todo, funciona de mil maravillas en las taquillas.
¿Dónde radica la clave de su éxito? Creo que en la atractiva figura de su protagonista. Lo que me llama la atención es la doble carrera que mantiene Nicolas Cage.
Por un lado, después de ganar (muy merecidamente) su Oscar por Leaving Las Vegas, ha participado en filmes como: Un ángel enamorado, Bringing Out the Dead y Adaptation, formidable tour de force consigo mismo.
Por el otro, desde que presentó credenciales como héroe en The Rock, ha participado en otras producciones de acción como: Con Air, 60 segundos, Face Off y Windtalkers.
El público lo acepta sin problemas y es por eso que al libro le van a extraer el secreto de la página 47, es decir, veremos de nuevo a Ben Gates en la tercera parte de lo que amenaza convertirse en saga.

martes, enero 08, 2008

Cine y béisbol: un juego duro de lanzar.

Quienes creen que hacer una película sobre béisbol es un fly al pitcher se equivocan. Para la mayoría de los que se han atrevido ha resultado un juego duro de lanzar.
Por regla general, las películas que se hacen sobre deportes no reciben el apoyo del público. Ese maleficio ha tenido particular saña en el caso del béisbol: muchos creen que como es uno de los deportes más populares en Estados Unidos, la gente acudirá en masa a ver las películas. Craso error: muchos productores han bateado de foul.
Uno toma los ejemplos de Pride of the Yanquis (1942), donde Gary Cooper encarnó a Lou Gherig y Take me out to the Ball Game (1949) protagonizada por Frank Sinatra. Pongo el ejemplo de estos dos íconos del cine. En ambos casos, películas sobre el béisbol. En ambos casos, con protagonistas conocidos. En ambos casos, ponches.
En época más reciente, Don’t Look Back (1981, la historia de Leroy –Satchel- Paige), The Natural (1984, con Robert Redford y Kim Basinger) y Eight Man Out (1988, sobre el episodio de la Serie Mundial de 1919 y los Medias Blancas de Chicago). El estelar narrador Santana Martínez tiene una frase maravillosa: “Contabilidad de pre-primaria: uno, dos y tres fuera”.
Un ligero cambio comenzó a operarse con Major League (1995). Esta comedia registró adecuados ingresos de taquilla. No se puede decir lo mismo de Cobb (1994, con Tommy Lee Jones).
En los últimos años, Una liga muy especial (1992, con Tom Hanks y Madonna), la trilogía de Kevin Costner: Bull Durham (1988), Campo de sueños (1989) y Por amor al juego (1999) y The Rookie (2002) han llenado su cometido y auguran un futuro prometedor para las difíciles relaciones del cine y el béisbol.

miércoles, enero 02, 2008

Lo mejor del 2007 en Santiago







Ejercer públicamente el triste oficio de la crítica de cine implica la obligación de publicar un listado para destacar los mejores estrenos exhibidos en nuestras pantallas cinematográficas.

Ese listado siempre será recibido con cierta reserva por quienes no están de acuerdo con las seleccionadas, con resignación por quienes permanecen indiferentes a estas películas y con júbilo por los que coinciden con nuestras preferidas.

De cualquier manera, sirve para aquilatar lo visto durante el 2007 en Santiago, con la única condición de que se haya exhibido por lo menos una semana en una de las salas de la ciudad. Como en otros años, varios títulos exhibidos en Santo Domingo no llegaron hasta Santiago y eso restringe aún más el número de títulos de calidad que se presentan en la Ciudad Corazón.
La mejor película exhibida en Santiago en el 2007 fue Babel de Alejandro González-Iñárritu, a quien también seleccionamos como Mejor Director.
El resto de los títulos en estricto orden de exhibición:
-Pequeña Miss Sunshine
-Hollywoodland
-Buscando la felicidad
-300
-Niños del hombre
-Shrek 3
-Ratatouille
-El perfume
-Michael Clayton
-Elsa y Fred

lunes, diciembre 17, 2007

Lo mejor del 2007, según el Instituto Americano del Cine

El Instituto Americano del Cine (AFI, por sus siglas en inglés) honra lo mejor dentro de los títulos producidos en Estados Unidos.
Este listado es un excelente parámetro para medir la calidad fílmica de lo estrenado en USA. ¿Por qué? Simple: la votaciones se llevan a cabo tomando en cuenta criterios como los aportes al desarrollo de las imágenes en movimiento (abarca también la televisión), el enriquecimiento del acervo artístico y cultural americano, la inspiración provocada en los artistas y el público. Además, las huellas que deja en la sociedad contemporánea.
Es decir, se elige al margen de los intereses comerciales de los grandes estudios de producción.
Para esta ocasión el Jurado estuvo presidido por el director Frank Pierson e integrado por los renombrados críticos: Richard Schickel (Time), David Ansen (Newsweek) y Leonard Maltin (Entertainment Tonight), la novelista Diana Ossana, los productores David Picker y Tom Pollock, los directores Lawrence Kasdan, Gary Winick y Donn Cambern y las académicas Mary Corey, Tara McPherson y Kristal Brent.
Lo mejor del 2007, según el American Film Institute es (en estricto orden alfabético):

Befores The Devil Knows You're Dead

The Diving Bell and The Bitterfly

Into The Wild

Juno

Knocked Up

Michael Clayton

No Country For Old Men

Ratatouille

The Savages

There Will Be Blood

Como siempre sucede, sólo tres de esos títulos se han estrenado en Dominicana. Esperamos por el resto.

jueves, diciembre 06, 2007

Lo mejor del 2007, según el National Board of Review

La temporada de premios está oficialmente abierta: ya se saben los galardonados por el National Board of Review de los Estados Unidos. Es bueno saber que el NBR está formado por profesionales, profesores, estudiantes e historiadores del mundo del cine, quienes evaluaron unos 282 títulos este año, tanto de cine independiente como de las majors de Hollywood, así como filmes extranjeros.
Aquí va el listado: No Country for Old Men, la nueva película de los hermanos Coen, basada en la novela de Cormac McCarthy, ha sido elegida mejor película del 2007.
Las otras 9, en estricto orden alfabético (por su título en inglés) son:
-The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford
-Atonement
-El ultimátum Bourne
-The Bucket List
-Into the Wild
-Juno
-The Kite Runner
-Lars and the Real Girl
-Michael Clayton
-Sweeney Todd
Otras categorías seleccionadas son:
-Mejor Director: Tim Burton por Sweeney Todd
-Mejor Actor: George Clooney por Michael Clayton
-Mejor Actriz: Julie Christie por Away From Her
-Mejor Actor de Reparto: Casey Affleck por The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford
-Mejor Actriz de Reparto: Amy Ryan por Desapareció una noche
-Mejor Película Extranjera: The Diving Bell and the Butterfly
-Mejor Documental: Body of War
-Mejor Película de Animación: Ratatouille
-Mejor Reparto: para el elenco de No Country for Old Men
-Brillante Actuación para un Actor: Emile Hirsch por Into The Wild
-Brillante Actuación para una Actriz: Ellen Page por Juno
-Mejor Director Debutante: Ben Affleck por Desapareció una noche
-Mejor Guión Original (empate entre): Diablo Cody por Juno y Nancy Oliver por Lars and the Real Girl
-Mejor Guión Adaptado: Joel Coen y Ethan Coen por No Country For Old Men
Michael Douglas será honrado con el Premio a toda una Carrera.
El listado de las mejores 5 películas extranjeras es: 4 meses, 3 semanas, 2 días; The Band’s Visit, The Counterfeiters, La vida en rosa y Lust, Caution.
Las principales producciones de cine independiente fueron: Away From Her, Great World of Sound, Honeydripper, In The Valley of Elah, A Might Heart, The Namesake, Once, The Savages, Starting Out in The Evening y Waitress.
Además, el Premio a la Libertad de Expresión fue compartido por: The Great Debaters y Persépolis.
Tome nota de los títulos y comience su propia temporada de caza de algunos de los mejores filmes del 2007, según el Nacional Board of Review.

viernes, noviembre 30, 2007

El juego de amor en Las Vegas









(Entre papeles, buscando mis apuntes para la fórmula de la felicidad, encontré este comentario sobre un auténtico clásico contemporáneo: Leaving Las Vegas. Buen provecho.)

El amor es un juego. Como en el juego, a veces se pierde, a veces se gana un corazón (incluso el propio). En el juego de las apuestas se paga con dinero, en el juego del amor se paga con dolor. Como las apuestas, el amor es excitante, crea adicción, siempre es un riesgo, termina haciendo trizas nuestra voluntad.

Por eso, Las Vegas, esa maravillosa ciudad-juego, emerge como marco ideal para la desgarrante historia que cuenta Leaving Las Vegas, formidable drama que dirige Mike Figgis y protagonizan Nicolas Cage y Elisabeth Shue.

Para comenzar, nadie quiso financiar este canto a la desesperanza hasta que Lila Cazés, ejecutiva de Lumiére Pictures, fue convencida. La única condición fue precisa:la película debía permanecer en la categoría de bajo presupuesto, de lo contrario sería imposible su culminación. Todos renunciaron a una parte de sus salarios y se rodó en super 16mm, un formato más barato.

Superados los escollos materiales, el suicidio de John O’Brien, autor de la novela en que se basa la película, pocos días antes del inicio del rodaje, ensombreció con una sobrecarga de existencialismo la atmósfera del set de filmación.

El dolor detrás del neón

Como estrategia de aproximación al significado emocional de una ciudad, hay que tener en cuenta lo que es esa ciudad en apariencia. Las Vegas, en este contexto, es la ciudad de la esperanza donde miles de tránsfugas cada día siembran sus sueños y cosechan desilusiones, atrapados acaso en su propio despropósito.

La vida no es color neón. Detrás de las luces intermitentes se esconde el dolor de los hombres, el parto del mundo en una mueca reprimida. Detrás del telón de aquel mundo se erige una estructura de pesadillas que es la que soporta toda la mentira que la alucinación es capaz de concebir.

Se impone, entonces, una visión distinta de esta ciudad y lo que ella alimenta cada noche. Se impone una visión distinta de la relación de pareja y una revisión del odio o la tolerancia que esa relación genera cada día.

El sexo de la soledad

Establecer una relación platónica entre los personajes de nuestra historia es un logro dramático excepcional. Sobre todo si sirve para reconfirmar, por enésima vez, que cuando no hay una alfombra de ternura que lo sustente más allá del amanecer, el sexo no tiene ningún sentido.

Para Ben y Sera el sexo nunca tendrá sentido hasta que puedan recuperarse de sentir el caos y el vacío de otro cuerpo. No podrán interconectarse hasta tanto dejen de sentirse frente al abismo de la soledad que representa el otro cuerpo. Uno frente a otro se sienten como un espejo repleto de patetismo y nunca se debe amar por lástima.

Por demás, sospechamos que estamos antes los oscuros designios del amor, esa terrible palabra. Así que permítanme citar al Maestro Milan Kundera: “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien sino en el deseo de dormir junto a alguien.”

Sin opciones de ningún tipo, al acto de amor deja de ser exorcismo de demonios, y en vez de la derrota de la muerte, se convierte en sumisa, necrofílica entrega a la humedad de los siglos.

El juego del amor

El amor desarma las almas. Nada prepara las almas para el daño permanente que causa el amor no correspondido o no realizado. Lo que es peor, el hechizo nos hace creer que saldremos ilesos del juego.

Una vez heridos por el destino, el miedo nos habita y la solución a los problemas la buscamos en el fondo de la botella, con la misma incierta esperanza de los náufragos.

Como en el juego de las apuestas, en el amor aunque se gane, siempre se pierde. Sin la protección de Casandra, navegamos a la deriva para pescar las sobras y convencernos de que atrapamos el premio mayor. Siempre es más lo que se arriesga que lo que se gana, siempre es más lo que dejamos en el camino que lo que alcanzamos.

En el amor, la victoria es siempre pírrica y los vicios innegociables. Es por eso que el final obligado es un abandono que, como la verdad, no tiene remedio. No importa el tono de confesión utilizado para descargar nuestro sino fatal: nuestro auditorio es incapaz de entendernos, de entender esa excesiva vocación de suicida; y si lo fuera, eso no sería suficiente para expiar nuestras culpas.

miércoles, noviembre 21, 2007

Cine en los tiempos del cólera

Las relación cine y literatura es uno de esos temas que uno sabe propicios para seminarios y congresos: la discusión de nunca acabar y todos tenemos razón.
El estreno en USA de El amor en los tiempos del cólera, basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez, ha puesto nueva vez el tema de moda. Como sólo he visto la secuencia de créditos de la película, me limito (por el momento) a refrescar unas líneas sobre el amour fou del cine y la literatura.
En el mundo cinematográfico, las novelas sólo admiten dos categorías: las filmables y las imposibles, clasificación tan relativa que tiene más excepciones de las que pueden preverse y que siempre varía acorde con quien la hace.
¿Cuál es el secreto para llevar a la pantalla una novela con un mínimo de dignidad? No existe una fórmula precisa, pero muchos dan gran importancia a la capacidad del guionista de traducir las imágenes literarias a imágenes cinematográficas, que no son la misma cosa y necesitan distintos códigos y, por ende, distintas semiologías.
La fiesta del chivo, por ejemplo, se consideró una novela filmable y Luis Llosa hizo una película empantanada (en diálogos). La insoportable levedad del ser, desde su lanzamiento se consideró imposible y, sin embargo, Phillip Kaufman salió exitoso de la prueba.
Pero no existe una buena película de los muchos textos de García Márquez. ¿Por qué? El realismo mágico que fluye de su prosa no acepta traducciones.
En todos los casos, los guionistas y directores han olvidado una regla de oro: cuando se trabaja con una novela hay que dejar fuera de libreto todo lo que no sea cinematográfico y sólo incluir aquello que tiene algún sentido, que tenga alguna significación en la pantalla, que no vaya en contradicción con lo específico cinematográfico.
Por supuesto, esta libertad de adaptación está supeditada a lo que es esencial en la novela y bajo ningún concepto es aceptable ni recortar pasajes fundamentales, de gran significación dramática, ni viciar cualidades físicas o mentales de los personajes en procura de hacer su adaptación fílmica más verosímil.
Vuelvo a García Márquez. Nadie duda de la excelencia de la prosa del Premio Nóbel de Literatura. Pero, para decirlo con sus palabras, el lector suda hielo con sus escritos y ningún director de cine ha conseguido siquiera que entremos en calor con sus aventuras en el mundo garcíamarquiano.
Pongamos por ejemplo la serie de los Amores difíciles (1988): Cartas del parque (Tomás Gutiérrez-Alea, mi querido Titón), Un señor muy viejo con unas alas enormes (Fernando Birri), Fábula de la bella palomera (Ruy Guerra), Milagro en Roma (Lisandro Duque), El verano de la señora Forbes (Jaime Humberto Hermosillo) y Yo soy el que tú buscas (Jaime Chávarri). Ninguna se salva de la hoguera.
Debo admitir mis simpatías por algunos logros en Eréndira (1983) que dirigió Ruy Guerra. Pero todavía recuerdo el amargo sabor que me dejó Crónica de una muerte anunciada (1987), de Francesco Rosi.
Más recientemente, el mexicano Arturo Ripstein llevó a la pantalla grande El coronel no tiene quien le escriba (1999). Mejor me reservo el comentario. (Al igual que con la reciente adaptación de Carnaval de Sodoma, la magnífica novela de Pedro Antonio Valdez, porque, créanme, es material para otra crónica).
Se sabe que Ruy Guerra dirigió La mala hora hace un par de años, pero de esa no tengo ninguna referencia.
Vamos a los maestros: John Howard Lawson en su Teoría y Técnica de la Dramaturgia establece varias diferencias entre la técnica del novelista y del guionista que siempre hay que tener en cuenta:
1) El filme debe mostrar una acción visible. La novela es más discursiva: puede detenerse, describir, reflexionar. Puede describir un paisaje inmóvil, un personaje que no ejecuta ninguna acción. Esta es la diferencia básica entre la narración escrita y la visual.
2) El conflicto cinematográfico no puede concretarse en divagaciones genéricas que expresen la posición del autor hacia la vida y la sociedad.
3) El filme debe personalizar el conflicto. Los hechos que se producen en pantalla deben individualizarse con personas que observan la acción o participan en ella; y
4) El conflicto cinematográfico provoca una tensión visual que no es necesaria en la novela. También el novelista expresa un conflicto, pero se limita a estudiar las consecuencias, a esclarecer el significado desde el punto de vista individual y social.

Hasta aquí por el momento. Volveré con el tema tan pronto se estrene El amor en los tiempos del cólera en Santiago.

viernes, noviembre 16, 2007

George Clooney es Michael Clayton

George Clooney es un tipo que le cae bien a (casi) todo el mundo. A su encanto personal hay que sumarle una particular búsqueda de un espacio como actor de talento, capaz de participar en filmes independientes y/o de bajo presupuesto como Michael Clayton.
La película Out of sight fue el punto de encuentro con su socio, el director Steven Soderbergh. Desde el nombre de la compañía (ahora disuelta) se evidencia el dejo de bellaquería de sus fundadores: Section Eight es un término de uso del ejército de USA que se aplica a los rechazados del servicio por causa de incapacidad física o mental.
Esta productora le ha permitido a Clooney dirigir dos filmes: Confesiones de una mente peligrosa (2002) y Good Night, Good Luck (2005).
Además, Clooney es capaz de renunciar a su corona de People como “el hombre más sexy del mundo” para, al igual que Brad Pitt, asumir proyectos en los que explora sus posibilidades histriónicas. Recordemos que ya ganó el Oscar por Syriana.
En Michael Clayton, Clooney presenta, sin duda, la mejor actuación de su carrera (pronóstico: ganará más de un premio) y permite que un drama aderezado con denuncia social sirva para el debut como director de Tony Gilroy, guionista de la trilogía sobre Jason Bourne.
Estos dramas en los que algún infeliz enfrenta una (siempre poderosa) corporación no son nada nuevo. Incluso podría decirse que los involucrados en la película ya conocen de algún antecedente similar: Steven Soderbergh (Erin Brockovich, con la que comparte también el tema del daño medioambiental), Sidney Pollack (The Firm), las dirigidas por el propio Clooney, y otros títulos recientes.
Pero es indudable que Gilroy ha dirigido con pulso de buen artesano y ha logrado una película que nos hipnotiza, con su vigoroso inicio, con su narración en retrospectiva, con su vuelta de tuerca final.
Es por eso que, a pesar de algunas lagunas en la historia, se puede recomendar Michael Clayton como un estreno que nos salva del total desamparo cinematográfico que sufrimos luego de la cancelación del Festival de Cine Global.