viernes, octubre 09, 2020

Asistir al Cine es soñar juntos.

Cada vez que entro a una sala de cine es como un salto de fe. Hay un hipnotista profesional (también se le conoce como “el director”) a quien desafío de la manera más simple: hazme creer. Cuando se apagan las luces de las arañas, es como si conectara con los sueños de todos: un mundo donde ganan los buenos y las princesas encuentran el Amor, a veces besando sapos.

Probablemente hay que remontarse a miles de años atrás, cuando en una cueva, un grupo se juntaba alrededor de una fogata para escuchar al más visionario, al narrador de cuentos que captaba toda nuestra atención y usaba su propia imaginación para proyectar historias en nuestras mentes. 

Ese mismo principio físico: una sala oscura y una pantalla luminosa, han servido para establecer al Cine como un arte esencial para nuestras vidas.

Como cuando éramos niños, debe existir un “Erase una vez…” que abra las puertas de la imaginación y nos arrastre hasta el centro mismo de las emociones. Porque de eso se trata: de sentir las mismas emociones que nuestros protagonistas, de enfrentar al miedo y los dragones, de celebrar el triunfo de los buenos como si fuera lo más importante en el mundo. Y lo es.

Por supuesto, vamos a que nos cuenten una historia. El Maestro Godard lo sintetiza de manera perfecta: “Todo lo que se necesita en una película es un arma y una mujer”. Maestro, las hemos tenido de todos los calibres y de todos los tamaños, repetidas, como la verdad de las mentiras, a 24 por segundo.  

Parafraseo al Maestro Fellini: “Una buena película, como el buen vino, dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y nace y renace en cada saboreador”. Me disculpan un momento, voy a servirme un trago.

Siempre recuerdo al Maestro Bresson: “Mi filme nace primero en mi cabeza, muere en el papel, lo resucitan las personas vivas y los objetos reales que utilizo, que mueren en el celuloide pero que, proyectados sobre una pantalla, se reaniman como flores en el agua”. Ese acto de pasearnos por un jardín y recoger las flores que reanimen nuestras ilusiones, debe ser una iniciativa que todos asuman como necesaria. Cinéfilos del mundo: una nueva forma de sentir.

El Cine nos habla en el lenguaje de los sueños, tan perfectos, tan necesarios. Ese lenguaje funciona como el mejor resorte para nuestras íntimas emociones. Los sueños y sus misterios. Y aquello que adoraba Buñuel: “El misterio es el elemento clave en toda obra de arte”.

Hay que volver a los cines, a soñar juntos, porque de eso se trata esta maravillosa experiencia colectiva: visualizar promisorios futuros y salidas emergentes. Aunque no todos vamos a guardar las mismas impresiones del sueño, curiosa característica del cine que lo diferencia notablemente de, por ejemplo, un concierto de rock.

Vemos la misma película, al mismo tiempo, pero nos parece dos cosas completamente distintas. Ha de ser que cada quien habla desde su propia condición humana y su conciencia emancipada. Puede ser que la película nos guste a todos, pero también puede ser que guste y desagrade a partes iguales, a veces por las mismas razones. ¡Que Arte maravilloso es el Cine!

Hay que volver a soñar juntos, a la soledad colectiva de la sala oscura y el desafío de creer que un mejor futuro es posible.

Un milagro que solo puede lograr el Cine y su extraordinaria capacidad de hacernos soñar más allá de nuestros propios límites.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Leer cada una de sus reseñas y opiniones es un honor! La manera de envolverlos y atraparnos nos hace estar en su mundo y ver el cine de una perspectiva diferente, más crítico, más exigente, más minucioso.. se escudriña más!Que nunca nos falte ese fascinante mundo del cine!

Nina Jackson dijo...

Que bello este es escrito! Volvamos al cine