La candidatura al Nobel de László Krasznahorkai la presentó
el escritor noruego Jon Fosse, ganador del premio en 2023. En conversación con la prensa, Fosse se ha
declarado "muy contento de que Krasznahorkai haya recibido el Nobel".
"En realidad, solo he leído una de sus novelas, Y
Seiobo descendió a la Tierra, pero esa novela me causó una gran impresión
y es una de las mejores novelas que he leído en muchos años. Sin duda leeré más
novelas suyas, ya lo tenía planeado, y ahora tengo aún más ganas de hacerlo. Es
una elección realmente acertada de la Academia Sueca", ha dicho Fosse.
Por su parte, el fallo del jurado del Nobel de Literatura se
ha referido a la "obra convincente y visionaria que, en medio del terror
apocalíptico, reafirma el poder del arte", según declaró Mats Malm,
secretario permanente de la Academia Sueca.
Algunos datos sobre László Krasznahorkai. Nació en 1956, en
el año de la invasión soviética sobre Hungría. Su primera novela, Tango
satánico (1985) sólo apareció en el crepúsculo de ese edad de plomo,
pero su formación estuvo marcada por ella. Aquel debut era una política-ficción
que jugaba con la idea de un estado socialista que se derumbaba y se convertía
en una distopía delirante llena de borrachos llenos de ironía y de antiguos
informantes paranoicos a los que visita el diablo, nada menos. Tango satánico apenas tiene 300 páginas en su
edición española, pero se convirtió en una película en blanco y negro de siete
horas dirigida por Béla Tarr que ha
queddo para la historia como uno de los sietemiles del cine europeo.
László
Krasznahorkai contó en 2018, que Tarr ya le presionaba para filmar su novela
cuando aún no la había terminado y que él lo rehuía. «Al final, me convenció. O
le convencí yo a él, más bien. Siempre acabábamos haciendo la película que yo
quería, pero con las ideas que él no sabía que tenía», dijo entonces el nuevo
Nobel. "Recibimos mucha presión del gobierno comunista para no llevar
adelante un proyecto tan crítico. Para que Béla no se matase, seguí escribiendo
novelas y prometiéndole que le ayudaría a llevarlas al cine»..
En 1987, en vísperas de la caída de Berlín, László
Krasznahorkai, se fue becado a Alemania y empezó una larga vida de escritor
desterrado. La siguiente novela del Nobel de Literatura 2025, Melancolía
de la resistencia (1989), amplió el territorio del escritor húngaro. Si
Tango satánico era un texto básicamente expresionista, Melancolía de la
resistencia tenía más que ver con el surrealismo, con la cultura popular y las
verbenas, con el humor dadaísta, con el realismo mágico y con la fascinación
por la música barroca. El punto de partida era el mismo, un mundo de plomo y
deshumanizado en el que el más fuerte impone su ley. Los ciudadanos de
Krasznahorkai son como ratoncitos que pelean por escalar en la rueda del
estatus del Partido, hasta que un circo llega a su pueblo y abre las grietas
que desvelan lo absurdo de su vida.
De nuevo,
Béla Tarr filmó a Krasznahorkai e hizo una película de culto. Las
armonías Werckmeister, cuyo título alude a Andreas Werckmeister, un
compositor y teórico del siglo XVII que aparece en el quicio de la novela como
una obsesión sacada de la historia del arte.
El hilo de Werckmeister lleva hasta Guerra y guerra, porque
en su corazón también aparece un tesoro del pasado. György Korin un sacerdote
bebedor y suicida, trabaja en soledad en un archivo en el que descubre un
manuscrito que relata la campaña de guerra de cuatro hermanos. Con ese
hallazgo, Korin entra en un tren fantasmagórico que lo deja abandonado en medio
de una estepa vacía. Y allí lo asalta una banda de adolescentes atracadores que
se convertirán en su coro griego.
Las novelas de Krasznahorkai son así, complejos engranajes
como de relojería construidos con historias que se insertan en otras historias,
que remioten a la gran literatura del siglo XX y a la tradición del carnaval y
la cultura popular. Sus escenarios son solitarios, casi lunares, y sus
personajes están al borde de la locura, pero también son chistosos y dulces.
Hablan del absurdo cósmico pero también son zafios y graciosos.
"En
realidad, yo no quería ser escritor; no quería ser nada", dijo
Krasznahorkai en una entrevista que apareció publicada en 2024. "Siendo
todavía muy joven rompí la relación con el mundo burgués del que provengo y
descendí hacia las personas que vivían en lo más bajo de la sociedad e hice lo
que hacían ellos: hice trabajos físicos. Todo eso sólo duró unos años, pero
marcó profundamente mi vida futura. Después comencé a escribir un libro y
luego, como no lo consideré perfecto, escribí otro y así sucesivamente. Y al
final aquí estoy ". Ese año, el escritor húngaro había recibido el el
Premio Formentor en las manos. "No puedo entregarlo a quienes corresponde:
al príncipe Mishkin, a Josef K., a Don Quijote".
Krasznahorkai,
tantas veces descrito como posmoderno, se explica a través de tres personajes
clásicos en la literatura europea. Sus textos, en el fondo, son
austeros, casi minimalistas para lo complejas que son sus historias.
El escritor
húngaro sucede en el premio a la surcoreana Han Kang, que el año pasado fue la
inesperada receptora del reconocimiento de literatura más importante del año. Los
anteriores ganadores fueron Jon Fosse (2023), Annie Ernaux (2022) y Abdulrazak
Gurnah (2021).
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