Joan Manuel Serrat había advertido de que buscaría la brevedad y, como músico que tira a la poesía, ha condensado en su discurso de agradecimiento en los Premios Princesa de Asturias de las Letras 2024 una suerte de autorretrato machadiano y su visión, de “un señor mayor tirando a viejo”, sobre las injusticias del mundo, mientras en la platea le arropaban su mujer, hijas y amigos como Ana Belén o Víctor Manuel.
El compositor catalán ha comenzado recordando una lección
de sus años universitarios cuando “obligado a complementar la magra beca de
estudios” recurría a trabajos alimenticios previos a su carrera musical. “En
uno de ellos, para casos de urgencia de los empleados, la empresa tenía
habilitado un teléfono”, que tenía un límite: "Tiene para tres minutos
joven, tal vez le parezca poco tiempo, pero cuando se tiene algo importante que
comunicar, tres minutos son más que suficientes”.
En sus tres minutos sobre el Teatro Campoamor de
Oviedo ha comenzado rememorando su infancia. “Vengo de una larga posguerra
y de una familia humilde que me dio lo mejor que podrán hallar en mí. En el
camino azaroso fui encontrando las razones para seguir adelante y con el
impulso de los sueños llegué hasta aquí”. Serrat ha dicho ser una persona “que
se siente querida y respetada, a la que le gusta su oficio. Cantar y escribir
canciones”. En resumen: “Soy un hombre partidario de la vida”.
En su fallo, el jurado elogio su compromiso y Serrat lo
ha comenzado a desgranar. “Prefiero los caminos a las fronteras, la
razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y
racional que necesita del hombre más allá de la tribu. Creo en la tolerancia.
Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de
resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la
democracia. Valores que van de la mano o no lo son”.
Pero a
continuación ha apuntado a la disonancia entre esos valores y el mundo real.
“Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e
insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por
la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de
atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas. No me conformo
al ver los sueños varados en la otra orilla del rio. ¿Cuándo
llegará el tiempo de vendimiar los sueños?, me pregunto de mala gana, al ver
partir a los amigos sin cosechar”.
Finalmente, ha tenido tiempo para asomar una idea
sencilla pero profunda de su legado: “Quiero dejar el recuerdo de un
buen hombre, justo y agradecido y espero no haber llegado hasta hoy
para mostrar gratitud y afecto a quienes generosamente me han regalado su
amistad, su compañía y su consejo”. A saber, su mujer, padres hijos y mis
nietos que son su “mayor orgullo”. Y unas últimas palabras para sus seguidores.
“Gracias a los que han hecho suyas mis canciones y a todos los que desde los
cuatro puntos cardinales se alegran conmigo al ver mi nombre unido a la rotunda
lista de galardonados con este premio”.
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