viernes, noviembre 17, 2023

“La hembrita”: los mundos en conflicto de Laura Amelia Guzmán.

Laura Amelia Guzmán es una de nuestras mejores cineastas. Bastaría repasar su brillante filmografía: Jean Gentil (2010), Dólares de arena (2014) y La fiera y la fiesta (2019), entre otras, para cerciorarnos de su talento. Siempre ha codirigido junto a Israel Cárdenas, su compañero de vida, y ahora nos presenta sus credenciales como solista con La hembrita. En realidad, Cárdenas está más cerca que nunca: es coguionista, director de fotografía, editor y vaya usted a enterarse cuántas cosas más, si lee los créditos finales del filme.

Si reflexionamos sobre el cine que ha hecho Guzmán vamos caer en cuenta que casi siempre tratan de mundos en conflicto: en Jean Gentil el protagonista es un profesor haitiano que no encuentra su lugar en ningún lado de La Hispaniola, en Dólares de arena, explotadores y explotados son las caras de una misma moneda de decepción, en La fiera y la fiesta, un cineasta enfrenta el universo que conspira en su contra. Es decir, de alguna manera, el meollo de sus propuestas cinematográficas son mundos (y sus satélites) enfrentados a conflictos propios y ajenos. 

La hembrita no es la excepción: Dominique es una señora de clase alta que controla su mundo (su casa) de manera absoluta. Omnipresente, ella está en todas partes y nada se mueve sin su conocimiento y permiso. Ella no lo sabe, pero padece del “síndrome del nido vacío”: esa ansiedad y tristeza que se siente porque Alfonso, uno de sus hijos, se marcha con su esposa embarazada al exterior porque “es mejor si nace allá”; mientras el otro hijo emigró de su dulce látigo hace tiempo y ahora se aleja aún más. En las videollamadas, ese hijo que no volverá muestra natural empatía con Carmen, la nana negra y pobre que le dio cariño en su infancia. Precisamente, la llegada de la nieta de Carmen, pone el mundo de Dominique patas arriba.

Cecilia García es una de nuestras artistas más completas. Cantante, actriz, presentadora, humorista y un largo etcétera. Lo mejor: siempre con un nivel que marca la excelencia. En La hembrita no solo tiene el protagónico absoluto, sino que construye un personaje muy complejo que amamos y odiamos a partes iguales y de manera simultánea, algo que, como sospechan, es bien difícil de lograr.

La formidable premisa del filme evoluciona cuando Carmen desaparece sin dejar rastro y Dominique entabla una dulce y extraña relación con la niña de 7 años, a la que llama Daniela o Clarisse, dependiendo del humor que le permite el irritante sonido de los martillos de los obreros que construyen una torre en el frente. El padre de la niña le llama Yanet, pero eso poco importa. Dominique es quien tiene dinero para complacer sus antojos de ángel.

Pero hay algo más que no intuimos del todo e inquieta a Dominique. Indudablemente, su marido (y ella también) están implicados en un importante caso de corrupción que suena a toda hora en la radio de su yipeta de alta gama. Un eco de noticias que suma angustia a su burbuja de privilegios.

De esa manera, La hembrita nos permite diseccionar la sociedad dominicana contemporánea en sus mundos en conflicto: los pocos que lo tienen todo y los muchos que no tienen nada. Los primeros se han robado lo que es de todos, los segundos que cobran alguna comisión para no quedarse sin nada. El país, como colectivo, perdona, olvida y se hace cómplice de esta triste realidad.

La epifanía no puede ser más aleccionadora: Dominicana es como una hembrita de 7 años, a la que es posible conquistar con un sabroso helado o una ropita de tienda de lujo, como si eso fuera suficiente para conjurar tantos años de injusticias y discriminación, de saqueos y oprobios. 

 

La hembrita (2023). Dirección: Laura Amelia Guzmán; Guion: Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas; Fotografía y edición: Israel Cárdenas; Elenco: Cecilia García, Aleska Vásquez, Xiomara Fortuna, Cuquín Victoria.

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