Sus ojos azules se convirtieron en la seña de identidad de ese hombre
corriente que amaba el cine y los autos. Paul Newman nació un 26 de enero de
1925, debutó en Broadway y aterrizó en Hollywood como el relevo de Marlon
Brando. El coloso en llamas y Veredicto final son
algunas de las películas que conforman una filmografía que culminó con su
doblaje en la película de animación Cars.
La carrera de Newman tuvo su debut con El cáliz de plata (1954). El
resultado no terminó de cautivar a un joven Paul que no encontró el éxito
hasta un par de años más tarde, cuando se puso en la piel del
boxeador Rocky Graziano en Marcado por el odio, en 1956.
Fue ese el momento en el que atrajo la mirada de la crítica y de la
industria. A partir de entonces, y hasta principios de los 2000 no dejó de
trabajar delante de las cámaras. Dos hombres y un destino (1969), La
leyenda del indomable (1967), El gran salto (1994)
y Camino a la perdición (2002) son algunos de los
títulos que destacan en su trayectoria.
En toda su trayectoria, a pesar de las 11 nominaciones a los Oscar, sólo
se hizo con la estatuilla en dos ocasiones: mejor actor por El
color del dinero y uno honorífico.
También llevó a cabo varios proyectos al otro lado de la película y
demostró su talento como director. Lo hizo en Harry e hijo, en la que
él mismo también actúa, y en La caja oscura. En ambas ocasiones,
su esposa Joanne Woodward protagonizó los metrajes.
La pareja se conoció en 1952 y en 1958 se casaron. Su compromiso se
mantuvo hasta el final de la vida del actor, en 2008, y juntos tuvieron tres
hijas.
Más allá del cine, Newman fue conocido por su faceta filantrópica. Dado
que, en 1978, su hijo Scott falleció a los 28 años a causa de una sobredosis,
el actor fundó el centro de prevención de drogas Scott Newman Center.
Además, a lo largo de su vida, se implicó en multitud de obras sociales.
Muestra de su conciencia social fue el gesto que hace años reveló Susan
Sarandon que había tenido el actor con ella durante el rodaje de Al caer
el sol (1998). La actriz contó en una entrevista que, cuando
Newman supo que ella cobraba menos, “Dio un paso adelante y me dijo: 'Bueno, te
daré una parte de la mía'. Así que, sí, era una joya”, concluyó Sarandon.
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