Jacques Audiard es uno de los más estimulantes directores de cine franceses. Ha ganado varias veces el Premio César: por Mira a los hombres caer (1994, mejor ópera prima), por De latir mi corazón se ha parado (2005, mejor director y mejor película) y por Un profeta (2009, mejor director y mejor película).
A Audiard
siempre le ha ido bien en Cannes: ganó el Premio al mejor guion por Un
héroe muy discreto (1996), el Gran Premio del Jurado por Un
profeta (2009) y la Palma de Oro por Dheepan (2015). También
tiene un León de Oro en Venecia por Los hermanos Sisters. Es decir,
premios como prueba de su talento, no le faltan. Con Emilia Pérez ha
conseguido también 4 nominaciones a los Premios Europeos del Cine, y ya se sabe
que el de mejor edición tiene nombre: Juliette Welfling.
Emilia Pérez se estrenó en el Festival de
Cannes, donde consiguió los premios al elenco femenino y el Premio del Jurado.
Karla Sofía Gascón se convirtió en la primera mujer trans en ganar el premio a
la mejor actriz, compartido con el resto del elenco. ¿Quieres pronósticos?
Gascón tendrá numerosas nominaciones en la Temporada de Premios. Comparte con
la dominicana Zoe Saldaña quien luce sus formidables condiciones de artista:
canta, baila y actúa de forma brillante. ¿Quieres pronósticos? A Saldaña le
espera una magnífica Temporada de Premios.
Emilia Pérez se basa en el libreto para ópera
del propio Audiard, que es una libre adaptación de la novela Ecouté,
de Boris Razon. Esa es la razón del título de esta nota: un musical sobre la
violencia social mexicana. ¿Se puede hacer un musical sobre semejante tema? Emilia
Pérez demuestra que sí, que además se puede lograr un filme excelente con
otros muchos temas en su trama: no solo la violencia que genera el narcotráfico
y cómo afecta a sus involucrados, también habla de inclusión social, de amor
maternal, de los huérfanos de una guerra despiadada. Y, por encima de todos, el
olor de la tragedia de una maldición bíblica.
Emilia busca una salida
La premisa
del filme es la siguiente: Manitas Del Monte es el jefe de un cártel de la
droga a quien le urge desaparecer y convertirse en otra persona. No en
cualquier persona: quiere convertirse en una mujer. Para eso, contrata a la
abogada Rita Mora Castro quien deberá encontrar un cirujano de absoluta
confianza para operar el cambio de sexo y manejar todo lo relativo al cuidado
de su mujer, Jessi Del Monte, y sus dos hijos.
Audiard nos
muestra pinceladas del terrible mundo de los narcos y su vida hundida en
espanto. Gracias al magnífico desempeño de sus actrices, sentimos la presión de
ser los más temidos, pero también los más buscados de un sistema corrompido
hasta los huesos. Cada quien quiere una tajada del pastel para hacerse cómplice
y cobrar por su silencio.
En una
sociedad que ha perdido el control sobre la seguridad de sus ciudadanos, nunca
sabemos de dónde puede surgir el enemigo. Lo curioso es que estos personajes
que crean el caos y el ambiente de inseguridad, viven entre la permanente amenaza
de muerte siempre latente y el constante delirio de persecución.
La
formidable edición de Juliette Welfling, unida al trabajo coreográfico de todo
el elenco y la dirección de fotografía convierte a Emilia Pérez en una de
las experiencias cinematográficas más gratificantes del año. Todo debe
funcionar con precisión de reloj suizo para que este viaje alucinante nos
conduzca, con algunos sobresaltos y música estridente, a buen puerto.
Emilia y su epifanía
Lo que
agudiza la intensidad de este drama es su brillante giro narrativo: Emilia es
un personaje que vive bajo el imperativo del Ubermensch de Nietzsche: un hombre
(o mujer) superior que crea sus propios valores y abraza el eterno retorno.
Emilia no quiere renunciar a su familia: su sueño es vivir con ellos y
ejercitar su amor maternal.
Al mismo
tiempo, quiere ser agente de cambio en el México de sus sueños y ayudar a los
sedientos de justicia (sí, como todo el que se siente Mesías), a través de La Lucecita, fundación costeada por Emilia Pérez: nada más humano que ubicar los cadáveres de los más de cien
mil desaparecidos de la violencia del narcotráfico y devolverle la tranquilidad de saber dónde están sus muertos
a los familiares.
Por
supuesto, para ninguno de los personajes será fácil redimirse de tanta maldad
consumada, de tanto odio esparcido, del olor de los cuerpos desmembrados. Y uno
de los guiños favoritos del destino es el Amor, ese que se escribe con
mayúsculas y nos hace doler los genitales con el recuerdo de los momentos de
pasión.
Uno elige
el personaje: Emilia, Rita, Jessi, Epifanía. El Amor será el alfa y omega de
todas sus esperanzas y de todos sus problemas, como ya lo ha establecido todas
las canciones y el llanto de los siglos. Porque siempre habrá algún escollo
insalvable que se disimula cuando todo lo vemos a través de un cristal.
Emilia
Pérez (2024). Dirección y guion: Jacques Audiard; Fotografía: Paul Guilhaume;
Edición: Juliette Welfling; Música: Clément Ducol; Canciones: Camille; Elenco:
Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña, Selena Gomez, Adriana Paz.
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