Anora es la historia de una bailarina erótica que la casualidad lleva a encontrarse con un adolescente ruso y muy rico, para vivir unos días de ensueño en Las Vegas. En términos generales, es como una Cenicienta del siglo XXI: mucha droga, mucho sexo y mucho hip hop, ya que el rock and roll, no figura en los playlists de estos centennials.
Para
comenzar, todo lo que pasa en Las Vegas es una ilusión creada por los excesos
de los discípulos de los alcaloides, el dinero que necesita ser gastado y las
almas rotas que buscan redención. Así que, para fines prácticos, lo que pasa en
Las Vegas no es válido en la realidad, es fruto de las noches de copas locas y
las sustancias no controladas.
La
Cenicienta de los hermanos Grimm (que conocemos gracias a Disney) era
identificable por las famosas zapatillas de cristal. Anora por un anillo de 24 kilates,
que porta en su dedo anular como prueba irrefutable del amor que ella siente
por Iván, su rusito millonario. Por supuesto, el arco dramático se forma cuando
la familia del novio, desde Rusia con desamor, se opone totalmente a la
relación, otra travesura más de su enfant
terrible.
Sean Baker
es el nuevo enfant terrible del cine
americano. Debutó en 2000 con Four Letters Words, una mirada
pesimista sobre las perspectivas de jóvenes suburbanos. Luego realizó Take
Out, (2004), sobre un inmigrante ilegal chino que tiene 24 horas
para pagar una deuda. Su Prince of Broadway, destacó como uno
de los mejores filmes independientes de 2008. Con Starlet (2012), demostró
su buen pulso para dirigir debutantes: Dree Hemingway (biznieta del escritor) y
Tangerine
(2015), rodada íntegramente con iPhone 5S, con la que consiguió el Premio
Gotham del Público y el Premio Félix en Río de Janeiro. Su filme anterior fue The
Florida Project (2017), se centra en la historia de una madre soltera
que pierde su empleo como estríper.
Algunas de
sus constantes hasta Anora: Baker siempre cuenta las historias
de personajes marginales, logra una atmósfera muy natural en sus filmes y casi
siempre le brinda la oportunidad a debutantes para que se luzcan: Hemingway (Scarlet),
Kitana Kiki Rodríguez (Tangerine), Brooklynn Prince y Bria
Vinaite (The Florida Project) y ahora una sensacional Mikey Madison, en
un papel absolutamente demandante como una bailarina erótica que rompe con una
regla protocolar: se enamora de su cliente.
El cine de
Hollywood ha brindado muchas historias de prostitutas con un corazón de oro:
desde clásicos como Irma La Dulce (1963), hasta títulos más recientes como: Pretty
Baby (1978), Pretty Woman (1990), Leaving Las Vegas (1995) y Casino (1995). ¿Qué tiene de
distinto Anora? El estilo naturalista de Baker le distancia muchísimo de
la escenografía acartonada del filme de Wilder. Obviamente, Baker no tuvo que
adaptarse al Código Disney como Marshall, ni se aferró al pesimismo de Figgis, ni Madison tuvo límites para mostrar
sus carnes como Roberts, Shue y Stone. Anora es un retrato mucho más veraz,
mucho más crudo, un reto para cualquier actriz y más para una novata como Mikey
Madison. Las pocas veces que la vemos vulnerable es porque su personaje lo
requiere: todo el tiempo es una chica silvestre a la que la vida no le regala
nada.
Por cierto,
Baker saca partida humorística a sus tipos duros (rusos, para más señas) y su
total ineptitud para controlar a una Anora histérica, que se aferra a la última
esperanza de que su impensable matrimonio sea aceptado. De esos contrastes, se
aprovecha Baker y nos conquista con las situaciones surreales que le permiten
las locaciones, sean de Brooklyn o Las Vegas.
Pero hay
también una perspectiva humana, intimista, típica de Baker, que eleva a Anora
como uno de los mejores filmes del año. Recuerden que debutó en Cannes, donde
consiguió la Palma de Oro.
Anora
(2024). Dirección y guion: Sean Baker; Fotografía: Drew Daniels; Edición: Sean
Baker; Música: Joseph Capalbo; Elenco: Mikey Madison, Mark Eydelshteyn, Karren
Karagulian.
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