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miércoles, mayo 18, 2022

FLEE: el eterno drama del exilio.

En los 94 años del Oscar, FLEE es la única película que ha sido nominada de manera simultánea en las categorías de Mejor Película Internacional, Mejor Documental y Mejor Película Animada. Lamentablemente estuvo compitiendo en una edición en que otras favoritas eran muy fuertes en su categoría respectiva: Drive My Car (de Ryusuke Hamaguchi), Summer of Soul (de Questlove) y Encanto (de Byron Howard y Jared Bush) se llevaron el Oscar, pero FLEE permanecerá en las listas de referencia como uno de los mejores estrenos del año.

FLEE, del danés Jonas Poher Rasmussen, narra los suplicios de Amin Nawabi (seudónimo del personaje real) quien se ve obligado a exiliarse de Afganistán junto a su familia y convertirse en mercancía de provecho para funcionarios, policías y traficantes de todas nacionalidades. El indocumentado es lo mismo en todas partes: carne de cañón para los buitres despiadados que explotan todos sus miedos. Está muy claro: la auténtica maldición babélica no fueron los idiomas, fueron las fronteras.

Amin carga sobre sus hombros otra condición que le pesa como roca: desde niño sabe que su orientación sexual es distinta y, en secreto, ha delirado por los músculos de Jean-Claude Van Damme. La angustia lo habita irremediablemente ante el posible rechazo de su familia a su secreto.

Rasmussen resuelve eso de una manera magistral: nuestro personaje se recuesta en un diván y narra para las cámaras su vida, con la confianza que lo hacemos frente al sicólogo de cabecera, en la certeza de la calidez de quien escucha sin prejuicios, en el confort de la íntima solidaridad. No hay obligaciones de contar lo que no se quiere, no hay sobresaltos de ningún tipo por lo que se cuenta.

Recuerdo que FLEE es una película animada. Lo grandioso es que logra estremecernos como cualquier drama de acción real, ante la sincera apertura del corazón de Amin, su infancia robada por la huida presurosa de las atrocidades del régimen afgano, la esperanza de sobrevivir como el único pan nuestro de cada día, el trauma de vivir un año en un cuartucho de Moscú solo viendo telenovelas mexicanas y el peso de un secreto que crece en su corazón.

Para sobrellevar esas fases de absoluto pesimismo con otras de ciertas esperanzas, Rasmussen ha utilizado técnicas de animación muy específicas: figuras con trazos definidos para los recuerdos felices, perfiles fantasmales y sin color para etapas deprimentes y un trazo más fuerte para el presente del personaje, sobrepasados ya muchos de los obstáculos a los que se ha visto sometido Amin.

La perfecta combinación de segmentos de acción real para ilustrar el Kabul de la infancia o el impacto mediático de viajar como polizontes en un contenedor, acentúan la empatía que FLEE despierta en el espectador, sin sacar provecho de sensacionalismos innecesarios, ni cuestionar lo obvio: el drama de dejarlo todo atrás sin nadie que te defienda.

FLEE también nos demuestra la eficiencia de los festivales de cine como efectivas plataformas de promoción: desde su estreno en Sundance (donde ganó el Gran Premio del Jurado), su paso por Cannes, Toronto (donde ganó el Premio del Público para documentales), su Premio a la Libertad de Expresión del NBR, hasta su triple nominación al Oscar.

Como experiencia cinematográfica, FLEE es completamente novedosa y ese solo hecho la coloca entre los mejores filmes del año.

 

FLEE (2021). Dirección: Jonas Poher Rasmussen; Guion: Jonas Poher Rasmussen y Amin Nawabi; Cámara: Mauricio González-Aranda; Edición: Janus Billeskov Jansen; Música: Uno Herlmersson; Voces: Fardin Mijdzadeh, Zhara Merhwarz, Mauricio González-Aranda.  

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