Nolan es lo
más cercano que puedo imaginar a hacer cine de autor patrocinado por Hollywood.
TENET,
por ejemplo, costó $200 millones de dólares y sus propios productores admiten
que no entienden muy bien algunos detalles de su línea argumental.
Eso no es
nuevo en Nolan. De hecho, TENET completa una trilogía sobre
percepciones, sueños y paradojas. Todo comenzó con El Origen (2010),
continuó con Interestelar (2014) y ahora TENET, filme que se
consideró como el as bajo la manga de los exhibidores para que el público
regresara masivamente a las salas de cine.
El problema
está en que Nolan no cede un ápice en sus maravillosos delirios y juega con las
posibilidades dramáticas de eso que llamamos “realidad” y nuestra “percepción
de la realidad”, que puede ser muy distinta. Como es un concepto tan debatible,
creemos firmemente en nuestra percepción. Esa es la brecha que aprovechan los
magos profesionales y los buenos cineastas como Nolan.
El director
de la mejor trilogía de Batman (superhéroe al que le dio una
profundidad sicológica nunca antes explorada, al igual que a Joker)
se confiesa un fanático de las películas de James Bond. Así como considera que El
Origen aporta una nueva perspectiva al género heist (o sea, de “robos”. De hecho, ellos no extraen una idea, sino
que la plantan en el subconsciente de su víctima), se planteó TENET
como un filme de “espías”, aunque creo que la fisicidad de su personaje sin
nombre, lo acerca mucho más al Ethan Hunt de Misión Imposible.
Lo básico
del conflicto lo hemos visto decenas de veces: un antagonista ruso quiere
acabar con el mundo y tiene en su poder un algoritmo para lograrlo. Lo nuevo es
el enfoque: Nolan echa mano al concepto de la Entropía de las cosas (Física Cuántica,
señores): en el universo todo es energía que se transforma. El algoritmo del villano puede causar la inversión
de la entropía del mundo, lo que crearía un caos entre dos tiempos y dos
realidades.
Si pusiste
cara del Chavo del Ocho al leer esto, Nolan le echa leña al fuego e introduce
la Paradoja del Abuelo: si retrocedieras en el tiempo y mataras a tu abuelo,
¿cómo habrías nacido para hacerlo? No hay respuestas a esa pregunta: es una
paradoja.
Para los
más acuciosos: ya Nolan jugó con esa posibilidad dramática en su excelente Memento
(2000): el guion del filme está escrito a contra corriente de la lógica de
causa y efecto. Primero vemos el efecto (alguien tiene una herida en la mano) y
luego la causa (vemos cómo ese personaje se hizo la herida).
Volvamos al
concepto de la “realidad” y lo que percibimos de ella: si disparamos una bala
hacia una pared para probar su resistencia al proyectil, obtenemos un resultado
que está enteramente fundamentado en nuestra percepción. Pero, desde la
perspectiva del proyectil con su entropía invertida, es salir de la pared para
ser capturado de manera perfecta en la recámara de la pistola.
Nolan parte
de que creemos en esa posibilidad: de nuestra complicidad depende disfrutar o
no el filme. Y, como es su costumbre, hace de su idea un festín visual y sonoro
para disfrute sus fanáticos. De hecho, que el filme se llame TENET,
un palíndromo (¡ay, Médem!), ya nos sugiere que los eventos del filme pueden
también discurrir en ambas direcciones.
(Puestos a buscar
significados, Tenet es el nombre de la organización que contrata a nuestros
personajes y también la palabra central de un acertijo encontrado en una ciudad
destruida por el volcán Vesubio.)
Nolan rueda
escenas completas en acción revertida, un principio que conoce cualquier estudiante
de cine porque forma parte de los ejercicios habituales de fotografía y casi
siempre resulta divertido de ver: alguien camina y, de la nada, surge un suéter
que le calza de manera perfecta su cuerpo. Esa es la versión simple: cuando es
un ejército de hombres, incluidos helicópteros, entonces estamos en la zona
Nolan. Claro, con complicaciones: el Protagonista (así es como se hace llamar
su personaje) viaja en el tiempo y puede duplicarse a sí mismo.
La idea de
viajar en el tiempo no es nueva: desde el ciborg de Terminator (1984),
pasando por el carro de McFly en Volver al futuro (1985), hasta los Avengers
sobrevivientes que le dan su merecido a Thanos, el incomprendido.
Nolan sustenta
sus viajes en el tiempo con algún breve diálogo porque tiene muy claro que,
para disfrutar TENET, es necesario prescindir de todo lo que tiene vinculación
científica y entregarnos a la poderosa composición de sus imágenes y a la
música de Göransson, reciente ganador del Oscar por la música para Black
Panther. Porque de eso se trata: Nolan nos entrega uno de los thrillers
de acción mejor logrados de los últimos años.
TENET
(2020). Dirección y guion: Christopher Nolan; Fotografía: Hoyte van Hoytema;
Edición: Jennifer Lame; Música: Ludwing Göransson; Elenco: John David
Washington, Robert Pattinson, Elizabeth Debicki.
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