Una nueva realizadora es una nueva forma de ver el mundo. Una bocanada de aire fresco que nos recarga ante tanta rutina. Una nueva realizadora es una voz con universo propio que se incorpora al coro de los que tienen algo que decir. Es el caso de Celine Song, quien ha debutado este 2023 con Vidas pasadas, un filme que le ha valido los elogios de la crítica y el aplauso del público.
Song es una
cineasta coreano-canadiense que ahora reside en Estados Unidos y Vidas
pasadas puede (y debe) verse como una historia con fuertes matices
autobiográficos: Na Young y Hae Sung, son dos adolescentes que se sienten como almas gemelas. La familia de Na emigra a
Canadá y ella se convierte en Nora, asumiendo una nueva identidad y preparándose
para conquistar el mundo: quiere ganar el Nobel de Literatura. 22 años después,
ya residiendo en New York y casada con otro escritor, Nora se encuentra de
nuevo con Hae Sung.
Hay también
mucho de conflicto de identidad en Vidas pasadas: convertirse en
coreana-canadiense (y luego en residente americana) va más allá de decretos
tristes y sentencias merecidas. Nuestra identidad es la herramienta
imprescindible para salir adelante en cualquier parte del mundo. Por algo será
que, muchos años después, Nora sigue soñando en coreano.
En coreano
hay una palabra muy especial: In-yun, que puede traducirse
vagamente como “destino” y significa que no podemos controlar quien entra
en nuestra vida y quien se queda. Es una idea fascinante: cada encuentro entre
dos personas ocurre por algo, incluso el más pequeño.
Todos hemos
experimentado, de múltiples maneras, el estremecimiento del “primer amor”, esa
certeza adolescente que nos llena de mariposas el estómago y el alma de desasosiego.
Que nos hace pensar en eternidades y mundos mejores. Song crea unos personajes
que describen perfectamente esas sensaciones y que, a lo largo de todo el
filme, usan los diálogos precisos para exponer sus medias verdades.
Nunca nos
vamos del todo después de haber estado. Esa maravilla de habitar un pequeño
espacio en un corazón no se pierde con los años. En algunos casos, se trata de
disimular con la neblina de lo que pudo haber sido y no fue (estoy citando el
bolero Amar y vivir, que se fundamenta en la creencia caribeña de que
“solo se vive una vez”). En algunos casos, se abona con más amor y se cosechan
todas las flores y se vive en estado de eterna primavera.
Song hace
un minucioso inventario de emociones y hace uso del Mito de Penélope, muy bien
explicado por Joan Manuel Serrat en su emblemática canción: cuando tu primer
amor regresa, lo miras con tus “ojos llenitos de ayer/No era así su cara ni su
piel/tú no eres quien yo espero”. Quien se abraza al recuerdo de su primer
amor, está amando un fantasma que solo existe en su imaginación.
Es
interesante que Song inicia Vidas pasadas con un plano de
nuestros tres personajes compartiendo en un bar y una voz en off se pregunta (¿nos pregunta?) el vínculo que existe entre
ellos. La verdad es que detrás de los rostros y los tragos hay sentimientos
encontrados que no es posible advertir a simple vista. La verdad es que la vida
real es mucho más complicada que lo que puede expresarse en palabras que otros
se dijeron ya (estoy citando a No hemos inventado nada).
Es
interesante que Song, reivindica una premisa básica del cine independiente y no
hace concesiones al Happy End, esa
tóxica costumbre de Hollywood, y explora matices melodramáticos con pulso de
gran cineasta, convirtiendo a Vidas pasadas en uno de los mejores
estrenos de 2023.
El teórico
Robert McKee postuló que, como público, siempre retamos al artista narrativo
con: “Quisiera tener una experiencia poética que tuviera la amplitud y profundidad
de toda una vida” y creemos que eso es lo que logra Vidas pasadas. Anoten ese
título para la Temporada de Premios.
Vidas
pasadas (2023). Dirección y guion: Celine Song; Fotografía: Shabier Kirchner;
Edición: Keith Fraase; Música: Christopher Bear y Daniel Rossen; Elenco: Greta
Lee, Teo Yoo, John Magaro.
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