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domingo, septiembre 10, 2023

Venecia 2023: los ganadores.

Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos, una comedia feminista y disparatada protagonizada por Emma Stone, ganó el León de Oro de la 80ª Mostra de Venecia, que también premió a los chilenos Pablo Larraín y Guillermo Calderón por el guion de El Conde, una sátira sobre Pinochet.

Las expectativas se cumplieron con esta película provocadora de Lanthimos, que provocó carcajadas y buenas críticas en su estreno.

Emma Stone interpreta a una Frankenstein ávida de sexo y experiencias en una Europa decadente e imaginaria de finales del siglo XIX.

El japonés Ryusuke Hamaguchi se llevó el León de Plata (Gran Premio del Jurado) por Evil does not exist, una enigmática película sobre la llegada de unos inversores a una comunidad rural.

El León de Plata al mejor director fue otorgado al italiano Matteo Garrone por Io capitano, un drama sobre los migrantes provenientes de África.

El premio especial del jurado fue a parar a otra película militante y promigrantes, Green Border de Agnieszka Holland, sobre otra tragedia, la de los candidatos al asilo atrapados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia.

La joven actriz estadounidense Cailee Spaeny, de 25 años, saltó al estrellato con el premio a la mejor interpretación femenina por Priscilla de Sofia Coppola, sobre la esposa de Elvis Presley.

Y el también estadounidense Peter Sarsgaard se llevó al premio al mejor actor por su emocionante interpretación de un hombre afectado de demencia senil en Memory, del mexicano Michel Franco.

Sarsgaard fue una de las pocas estrellas que acudió al Lido, a causa de la huelga de actores y guionistas en Hollywood. Y aprovechó para advertir que la inteligencia artificial, uno de los temas candentes de negociación en Estados Unidos, es “terrorífica” para el cine.

“Todos aquí estamos de acuerdo en que un actor es una persona y un escritor es una persona, pero parece que no podemos. Y eso es aterrador porque este trabajo trata sobre la conexión”, dijo el actor.

A sus 50 años, Lanthimos (Langosta, La favorita) es un director especialista en sátiras sociales o históricas, en la línea de Ruben Ostlund, el enfant terrible del cine mundial que ganó el año pasado la Palma de Oro en Cannes.

Larraín, que ya ha abordado la historia reciente de su país, sorprendió con El Conde, una sátira en blanco y negro que retrata como vampiro al ex dictador Augusto Pinochet.

Con Jaime Vadell en el rol principal, El Conde es una improbable comedia en blanco y negro en la que el ex dictador vive con su esposa en una finca rural, tiene en realidad 250 años y por las noches sale volando para arrancar el corazón a sus conciudadanos.

“No a la impunidad”, pidió Larraín al recoger el premio, dos días antes del 50º aniversario del golpe de Estado pinochetista.

La 80ª Mostra resistió el impacto de la huelga de actores y guionistas en Hollywood, con muchas estrellas estadounidenses ausentes, pero salas llenas y una competición artística reñida. Emma Stone no pudo acudir a la Mostra, pero sí  Peter Sarsgaard y Cailee Spaeny.

Sarsgaard porque apostó por una producción totalmente independiente, como las que hace el director y guionista Michel Franco (Nuevo Orden) desde hace dos décadas, en México y Estados Unidos. Y Spaeny, apenas conocida por su papel en la reciente serie televisiva Euforia, se llevó el premio por su arriesgada y sensible interpretación de una chica inocente quien, a sus 14 años, conoció al rey del rock 'n' roll cuando éste hacía su servicio militar en Alemania.

Io capitane es un mensaje directo de la izquierda militante italiana al gobierno de Giorgia Meloni, en forma de odisea emocionante, la de dos chicos de Senegal que cruzan toda África, y el Mediterráneo, para llegar a su Europa soñada. La película muestra con tono épico un viaje terrible, que se cobra la vida de miles de personas cada año. El senegalés Seydou Sarr se llevó el premio al mejor actor promesa por su rol en esta cinta.

Green border de la directora polaca Agnieszka Holland, es una película aún más dura y militante, rodada en blanco y negro. La película es un trabajo coral con actores sirios o afganos que están refugiados en Europa, y provocó una agria polémica entre Holland y el gobierno polaco, que la acusa de ser una propagandista.

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