La palabra
que más se repitió tras saberse su muerte fue “ícono”, porque la realizadora
fue precisamente eso, el emblema de una mujer que se puso detrás de la cámara
cuando esto era una competencia casi reservada a los hombres, conquistando al
público de medio mundo.
La directora nació en Roma el 14 de agosto de 1928, en el seno de una
familia acomodada y aristócrata de orígenes suizos, de ahí su apellido, y
durante su juventud empezó a estudiar en la academia de teatro, debutando como
directora de espectáculos de marionetas.
Su salto al
cine se produjo en 1963, como asistente de Federico Fellini en una de sus obras
maestras, 8 y medio, y aquel mismo año firmó su primera dirección, I
basilischi, un retrato apasionado de una jauría de muchachos en el
abandonado sur italiano.
En estos
años conocería al escenógrafo Enrico Job, con quien se casaría en 1988,
adoptando a su única hija, Maria Zullima.
Empezaba
así la carrera de una de las más aclamadas directoras, dotada de una
sensibilidad más que original hacia temas sociales y con un guiño sarcástico,
surrealista y grotesco por el que a menudo se la coloca entre las renovadoras
de la “comedia a la italiana”.
Wertmüller
acumula una filmografía con decenas de títulos para el cine y la televisión, caracterizados
curiosamente por sus títulos, casi siempre llamativos, largos, repletos de
perífrasis, casi imposibles de recordar si se carece de una memoria prodigiosa.
Para
muestra, un botón: Film d'amore e d'anarchia overo: stamattina alle 10 in via dei Fiori
nella nota casa di tolleranza... (1973) y Fatto di sangue fra due uomini
per causa di una vedova. Si sospettano moventi politici (1978).
Uno de sus
principales éxitos fue Mimí metalúrgico, herido en su honor
(1972), la historia de un obrero siciliano que pierde su trabajo por votar al
Partido Comunista, pero que encuentra uno nuevo ayudado por la mafia. Un cine
con declaración de intenciones.
Poco
después llegaría su auténtica consagración internacional, con Pasqualino
Siete Bellezas (1975), la epopeya de un napolitano, chulo y
oportunista, que logra sobrevivir a todo, hasta al campo de exterminio nazi.
La
película, protagonizada por Giancarlo Giannini y por el español Fernando Rey,
fue nominada a prestigiosos galardones del mundo del cine, entre estos cuatro Oscar,
al Mejor Actor, a la Mejor Película Extranjera, al Mejor Guion original y a la
Mejor dirección.
Wertmüller
rompía así un techo de cristal convirtiéndose en la primera mujer en optar a un
Oscar a la Mejor Dirección, que finalmente no ganó, pero abría un camino que
recorrerían luego con mejor suerte otras como Kathryn Bigelow o Chloe Zhao, que
lo lograron con The Hurt Locker, en 2008, y Nomadland, en 2019.
Referente del
cine comprometido de la segunda mitad del siglo XX, otros de sus títulos más
notorios son Scherzo del destino in agguato dietro l'angolo come un brigante da
strada (1983), una cinta sobre terrorismo en plenos Años de Plomo.
Le
siguieron Un complicato intrigo di donne, vicoli e delitti (1985), Notte
d'estate con profilo greco, occhi a mandorla e odore di basilico (1986)
o Metalmeccanico
e parrucchiera in un turbine di sesso e politica (1996).
Pero su
visión del mundo también llegó a la televisión y al teatro lírico, colaborando
con figuras de la talla de Franco Zefirelli y hasta montando una producción de
la Carmen
de Georges Bizet en 1986 para la ópera de Nápoles (sur), el Teatro San Carlo.
Su arte ha
inspirado a las generaciones sucesivas de directores y el español Pedro
Almodóvar siempre la recuerda en sus mismísimos orígenes, pues formó parte del
jurado de Venecia de 1988, en el que compitió con Mujeres al borde de un ataque de
nervios.
Como broche
de excepción para una carrera, la suya, prodigiosa, en 2019 la Academia de
Hollywood le concedió el Oscar honorífico, junto a otro gigante, David Lynch.
Wertmüller,
siempre con sus gafas de pasta blanca, acudió personalmente a recoger la
estatuilla, que recibió ante Sophia Loren y acompañada por su hija María. Y,
dotada como pocas por un ácido sentido del humor, propuso poner un nombre
femenino al premio.
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