Dista
mucho de la realidad, la imagen que Hollywood proyecta de los latinos: ellos son
narcotraficantes y ellas, muchachas del servicio. Por años, se ha esperado la
película que redima a la comunidad latina de tanta mala fama y que tenga un
impacto social que ayude a generar cambios en la forma es que somos percibidos.
Algo así, como lo que hizo Black Panther por los afroamericanos
o Rich
Crazy Asians por los orientales.
Precisamente
el director de una de ellas, Jon M. Chu, es el responsable de llevar a la gran
pantalla In The Heights, basado en el musical de Lin-Manuel Miranda y Quiara
Alegría Hudes, estrenado en 2008 y ganador de 4 Tony, incluyendo Mejor Musical, convirtiendo a Miranda en el compositor más joven en recibir un Tony.
In The Heights tiene todas las condiciones para
convertirse en un filme redentor para la comunidad latina: su historia
transcurre en Washington Heights, vecindario de New York que durante muchos
años fue el epicentro de los emigrantes dominicanos, aunque también es notoria
la presencia de puertorriqueños, cubanos y mexicanos, todos con la misma meta:
alcanzar su sueñito.
En la
particular semántica caribeña, cuando usamos los sufijos “ito” o “ita”, que según
la rae son diminutivos, en realidad realzamos la importancia de aquello a que
nos referimos. Cuando decimos: “Te voy a comer a besitos”, estamos hablando de un encuentro íntimo de proporciones
bíblicas. Es por lo que ese sueñito
de nuestros emigrantes, en realidad hay que entenderlo como el Gran Sueño:
familia, techo, comida, felicidad.
Ese es el
primer acierto de In The Heights: la comunidad se representa en su afán de superación,
enfrentando discriminaciones de todo tipo, luchando por superar los obstáculos
que cada día le presenta la vida a quienes quieren han tenido la osadía de
anhelar ser mejores. Y toda su problemática se menciona de soslayo, incluida la
absurda pretensión de anular el DACA, el programa que protege de la deportación
a los dreamers.
Lo que más
importa (desde el primer momento) es quién ama a quién y cuáles son sus
posibilidades. Esos análisis, a veces nacidos en ese espacio vital para el chisme que es el salón de belleza, son
los que rigen la vida amorosa de todos en la comunidad.
En este
punto hay que señalar otro de los grandes aciertos de In The Heights: las historias
de amor son creíbles, y parte de ese logro hay que atribuirlo a los actores
elegidos, especial mención para Anthony Ramos (protagonista también de Hamilton,
otro éxito de Miranda), Melissa Barrera (una extraordinaria presencia en
pantalla) y Leslie Grace (estrella de la música nacida en el Bronx, de padres
dominicanos). No me extrañaría que sus nombres figuren en la Temporada de
Premios: irradian una empatía que pocas veces se ve en la sala de cine.
Así, la
realidad del barrio es expuesta a través de las historias de amor de Usnavi
(Ramos) con Vanessa (Barrera), y de Benny con Nina, sirven de marco para
inventariar la cotidianidad de Washington Heights. Un diario vivir que, como es
previsible, encuentra sustento en el amor de nuestros padres, en el sabor de
nuestras comidas, en el sonido de las calles, en el danzar de nuestros cuerpos,
en los colores de nuestras banderas.
In The Heights está llena de música contagiosa y
presenta los puntos claves del barrio: la bodega, la esquina, el salón de
belleza, la cancha, la discoteca. Me quedé esperando el play, ese otro espacio vital, donde los peloteros alimentan sueños
de grandes ligas. También extrañé un perico ripiao, pero ya eso es ser gandío.
Pero sin
duda, In The Heights paga con sobradas creces las expectativas que se
han creado con su estreno. En esta coyuntura, en la que Hollywood quiere
apostar a (y apoyar) la diversidad, no extrañaría que logre algunas
nominaciones al Oscar.
In The Heights (2021). Dirección: Jon M. Chu; Guion: Lin-Manuel Miranda y Quiara Alegría Hudes;
Fotografía: Alice Brooks; Música: Lin-Manuel Miranda; Edición: Myron Kerstein;
Elenco: Anthony Ramos, Melissa Barrera, Leslie Grace, Dasha Polanco, Analía Gómez.
Gracias! Admirado Nuestro! Excelente!! Vamos a verla!
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