Miriam miente abre con una escena que sienta el tono que tendrá toda la película: Tere
y Miriam (madre e hija) esperan impacientes ser recibidas por una amiga de
“mejor” posición económica, una experta del echavaineo
dominicano, que exhibe en el centro de su sala una biblia recibida de las
propias manos del Papa.
El filme
se constituye en el debut en el largometraje de ficción para Natalia Cabral y
Oriol Estrada, una talentosa pareja de la vida real, quienes antes nos brindaran
los formidables documentales Tú y yo (2014) y El sitio de los sitios (2016).
En Miriam
miente evidencian un sobresaliente manejo de los actores: Vicente
Santos es uno de los mejores de la escena contemporánea, Pachy Méndez hace gala
de una solvencia envidiable para abordar su personaje, la joven Carolina Rohana
se inscribe por sus propios méritos como estrella emergente. Pero el auténtico
descubrimiento de la película es Dulce Rodríguez, una deslumbrante fuerza de la
naturaleza, que exhibe un dominio del lenguaje corporal cercano a lo
perfecto.
Otro
brillante realizador, Israel Cárdenas (Dólares de arena), es el director de
fotografía y su pulso magistral nos ofrece un sabor neorrealista que se
agradece. No siempre vemos todo lo que queremos ver, no siempre queremos todo
lo que podemos ver. Merece especial mención la alucinante atmósfera lograda
para los momentos “acuáticos”, con Niní Cáffaro y su “Cada vez más” de fondo
musical.
Te busco entre las sombras.
Dominicana
es el único país del mundo que utilizó la denominación “I” (indio) en su
documento de identidad nacional como color para sus ciudadanos. Nadie quiere
admitir que es negro: a lo sumo “indio” y con el apellido de algunas de sus
variantes: “indio claro”, “indio oscuro”, etc.
Esa
negación a nuestras raíces africanas, alimentadas por décadas de deficiente
educación, confunde, nos confunde a todos en los términos de nuestras
expectativas: a punto de cumplir sus dulces quince, Miriam (una “india oscura”)
chatea con su novio virtual, Jean-Luis, a través de la web pero, cuando
decide conocerlo personalmente descubrirá, para su desgracia, que no es el
príncipe blanco y de ojos azules que su nombre francés sugiere.
Virtualmente
decepcionada, Miriam comienza a sufrir los embates de su propia bola de nieve
existencial, alimentada por sus inseguridades adolescentes, la imaginación
enfermiza de Tere, de su amiga Jennifer y de todas las personas de su vida, quienes
esperan que ella escoja de pareja a alguien que le permita “mejorar la
raza”.
Pero la
negritud es también un estado mental: es mucho lo que tratamos de esconder, es
mucho lo que tratamos de difuminar, es mucho lo que tratamos de hacer más
claro. El problema es que algún conejo detrás de la oreja nos delata, como
número de magia de mago con sombrero de copas.
Que los cumplas (in)feliz.
Nada más
alienante que una fiesta de 15 años en Dominicana. Hay muy poca (o ninguna)
autenticidad en esas celebraciones.
Primero,
porque los padres gastan lo que no pueden en aparentar un bienestar que no
soporta el más mínimo cuestionamiento. Porque hay que invitar a gente que no lo
merece (para evitar males peores) y a gente que nunca se comporta a la altura
del evento (¿para qué le brindan ron al tío si saben cómo se pone?).
Segundo,
porque los motivos (o “temas”) de las celebraciones no pueden ser más absurdos:
desde la caduca herencia europea expresada en vals y minuets, hasta la maléfica
influencia de Disney y sus princesas de sueños.
Pero las
princesas no son “pelo malo” y hay que alisar de la forma que sea, hay que
fingir una alcurnia imaginaria, hay que pretender ser quienes no somos y sonreír
para las fotos.
Eso
convierte a toda la celebración en una noche estresante, en un acontecimiento
que deja herida en la dignidad, cuando te llaman “cacata” delante de todos, por
solo mencionar un detalle.
Miriam miente es la mejor demostración de un Cine Dominicano que podemos exhibir con
dignidad en cualquier parte del mundo.
Miriam
miente (2018). Dirección y guion: Oriol Estrada y Natalia Cabral; Fotografía:
Israel Cárdenas; Edición: Oriol Estrada, Aida Calleja, Natalia Cabral; Música:
Ernesto Paredano; Elenco: Dulce Rodríguez, Pachy Méndez, Vicente Santos.
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