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jueves, junio 30, 2016

Academia de Hollywood: la clase de 2016

La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, que entrega todos los años los premios Oscar, amplió la membresía de su exclusivo club con la incorporación de 683 nuevos integrantes, con interesantes nombres del cine.
A raíz de las protestas del #OscarsSoWhite, la Academia había prometido algunos cambios y ha cumplido:  la mitad de los nuevos miembros de la Academia de Hollywood son mujeres y cuatro de cada diez no son blancos.
De los nuevos miembros, 283 no son estadunidenses y pertenecen a un total de 59 países, lo que va a contribuir a que Hollywood tenga una perspectiva mucho más amplia de lo que pasa en el cine mundial.
Entre los nuevos miembros latinoamericanos se encuentran: la actriz América Ferrera, el actor guatemalteco Oscar Isaac, la dominicana Laura Amelia Guzmán, el mexicano Israel Cárdenas, la dominicana Michelle Rodríguez, la actriz mexicana Silvia Pinal y el director chileno Sebastián Lelio.
También el actor cubano Jorge Perugorría, las directoras argentinas Lucrecia Martel y Lucía Puenzo, el cineasta mexicano Carlos Reygadas y los chilenos Patricio Escala y Gabriel Osorio, que ganaron el Oscar al mejor cortometraje por Historia de un oso.
Entre los cineastas de prestigio internacional invitados están: los canadienses Lenny Abrahamson y Xavier Dolan, el francés Abdellatif Kechiche, el taiwanés Hou Hsiao-Hsien, el inglés Ken Loach, los iraníes Abbas Quiarostami y Marjane Satrapi y el tailandés Apichatpong Weerasethakul.
El objetivo de la Academia es aumentar la cantidad de integrantes mujeres y de las minorías étnicas en 20 por ciento para 2020 y eliminar a los miembros que superen los diez años de inactividad en la industria.

Esta clase de 2016 hará que la proporción de mujeres en la Academia suba de 25 a 27 por ciento, y la de actores no blancos de ocho a 11 por ciento.

lunes, junio 27, 2016

Buscando a Dory: otro éxito de Disney/Pixar.

Cada año para estas fechas, recibimos la entrega de, al menos, una nueva propuesta de Pixar y Disney, cada vez más perfecta en sus técnicas de animación por computadoras.
Este año se trata de Buscando a Dory que, por la recaudación a que exhibe al momento de escribir estas líneas, hay que catalogar como fulminante éxito: $286 millones de dólares en USA y unos $400 en el resto del mundo. Para la historia: de los 16 largometrajes de Pixar, 15 han debutado en el puesto no.1.
Hay que estar claro en que Pixar y Disney apuestan a lo seguro con este filme: cuando se usan las estadísticas de las redes sociales (otro referente importante), “Dory” registra más de 25 millones de “Me gusta”, el personaje individual de mayor votación de todos los de Pixar o Disney.
Dory es la olvidadiza pez cirujano (también conocido como “paleta de pintor”) que en Buscando a Nemo (2003) ayudó a su amigo Marlin a encontrar a su hijo Nemo. El nombre, para los que llevan anotaciones, se inspira en el personaje del Capitán Nemo, jefe del submarino “Nautilus” en 20 mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne.
Ahora Dory se vale de la ayuda de sus amigos Marlin y Nemo para buscar a sus padres, de quienes se separó por accidente. Como puede apreciarse, Disney apuesta una vez más por lo que es su fuerte emocional: la familia, como base de cualquier sociedad. Primero, Marlin se reencuentra con su hijo Nemo, ahora Dory se reencuentra con sus padres. Todo se trata se reunificar a las familias y, en el camino, encontrar la solidaridad de los más variados amigos, uno de los tantos buenos valores que Disney promueve desde hace mucho tiempo. Mientras más divertidos resultan los amigos, más posibilidades de extender la saga para la factoría.
El impresionante trabajo de animación en Buscando a Dory satisface al más exigente. La recreación visual del movimiento de las olas y todo lo que vive en los arrecifes, sobre todo si el filme se disfruta en 3D, nos sumerge en una realidad virtual sencillamente espectacular.
Recordemos que el director del filme, Andrew Stanton ya tiene dos Oscar (de los 8 de Pixar) en su haber: Buscando a Nemo (2003) y Wall-E (2008). Esta vez co-dirige junto a Angus MacLane, quien ha tenido su entrenamiento en filmes como: Monsters, Los increíbles y Wall-E. Otro método de Pixar: siempre desarrollan sus talentos y ofrecen nuevos aires a sus productos.
Si lo pensamos como una maquinaria de mercadeo, Buscando a Dory era la propuesta lógica para este verano, luego de la tarkovskiana (pero exitosa) Intensa Mente (2015) y la rebelde (pero exitosa) Valiente (2012). Una propuesta mucho más suave y popular, que no presentara el menor problema para nadie. Ya lo dije en el título de la crónica: otro éxito de Pixar.


Buscando a Dory (2016). Dirección: Andrew Stanton y Angus MacLane; Guión: Andrew Stanton, Victoria Strouse, Bob Peterson y Angus MacLane; Fotografía: Jeremy Lasky; Edición: Axel Geddes; Música: Thomas Newman; Voces: Ellen DeGeneres, Albert Brooks, Hayden Rolence.

lunes, junio 20, 2016

Pedro Almodóvar: sus preferidas españolas.

A raíz del estreno en Inglaterra de Julieta, el nuevo filme de Pedro Almodóvar, el British Film Institute (BFI) ha preguntado al director por sus películas españolas favoritas.

Como nos gustan tanto los listados (¿verdad, Teddy Ureña?), reproducimos su respuesta:
1. Calle Mayor (1956, Juan Antonio Bardem).
2. El verdugo (1963, Luis García Berlanga).
3. El cebo (1958, Ladislao Wajda).
4. La tía Tula (1964, Miguel Picazo).
5. El extraño viaje (1964, Fernando Fernán Gómez).
6. Peppermint Frappé (1967, Carlos Saura).
7. Furtivos (1975, José Luis Borau).
8. Arrebato (1979, Iván Zulueta).
9. El Sur (1983, Víctor Erice).
10. Jamón, jamón (1992, Bigas Luna).
11. Tesis (1996, Alejandro Amenábar).
12. Blancanieves (2012, Pablo Berger).
13. Magical Girl (2014, Carlos Vermut).

viernes, junio 17, 2016

“La familia Reyna”: muy buen debut de Tito Rodríguez.

La “Parábola del hijo pródigo” es uno de los pasajes más conocidos del Nuevo Testamento.
La historia de un padre con dos hijos que siguen caminos muy distintos en la vida, pero cuya historia sigue una simetría aristotélica: pecado (desobediencia), arrepentimiento y perdón (misericordia), ha servido de inspiración a varios artistas, desde Rembrandt a Murillo, y ya tuvo su película: El retorno (1955).
La idea esencial de esta parábola es el punto de arranque para el guión escrito por Carlos Quezada para La familia Reyna, una muy buena ópera prima para el debutante Tito Rodríguez.
El filme se sirve del paradisíaco ambiente de Constanza para presentarnos el drama de la familia Reyna: Abraham y Sara, y sus hijos Isaac e Ismael. Una familia laboriosa que se ve dividida por el estilo de vida dispendioso e irresponsable de Ismael y una enfermedad que limita considerablemente las capacidades de Abraham.
Un drama con todas las de la ley que se aleja bastante de esa comedia costumbrista que domina las taquillas dominicanas, aunque el guión incluye un par de momentos que funcionan muy bien, sacándole algunas carcajadas al público y distendiendo un poco el drama expuesto.
Nos parece una exitosa prueba de adecuación, dramática e histórica, a un tema universal, pero tratado con todo el color que caracteriza al dominicano.
Destaca una adecuada fotografía y un correctísimo desempeño actoral, muy especialmente de David Maler, quien exhibe un compromiso con su personaje que va más allá de lo simplemente físico.
Para muchos, supone también un nuevo registro de Cuquín Victoria, sin duda uno de nuestros más consagrados humoristas. Les recuerdo que Victoria tuvo su debut en rol “dramático” en El crimen del penalista, filme rodado en el país en 1979 por el venezolano Clemente Felipe de la Cerda.
Al margen de esa consideración, en cada fotograma de La familia Reyna se evidencia un amor, una entrega de todos los involucrados en el proyecto para ofrecernos uno de los mejores estrenos dominicanos de los últimos meses.


La familia Reyna (2015): Dirección: Tito Rodríguez; Guión: Carlos Quezada; Fotografía: Francis Adámez; Edición: Gina Giudicelli; Música: Tiziano Fajardo; Elenco: David Maler, Danilo Reynoso, Cuquín Victoria, Adalgisa Pantaleón. 

viernes, junio 03, 2016

Nana: excelente debut de Tatiana Fernández Geara.

Insisto con la idea: uno de los mejores referentes para medir la salud de una cinematografía es la cantidad de talentos que debutan como realizadores. Y la calidad que exhiben en sus óperas primas.
En ese sentido, Nana, ópera prima de Tatiana Fernández Geara, es una de las mejores noticias de los últimos meses para el cine dominicano.

Madre sólo hay una.
Pues la verdad es que no. Al igual que cualquier madre, las “nanas” son también manantiales de ternura que desacatan la primera regla de su contrato social: esto es sólo un empleo. Y terminan creando un vínculo afectivo más allá de lo conveniente, de lo sugerido, de lo saludable.
La inversión de cariño es inmensa y apenas retribuida por un salario que escasamente cumple con las expectativas de quien ama sin remedio, de quien cuida por vocación y de quien no conoce otra forma de conquistar el mundo.
Lo primero es señalar la extraordinaria sensibilidad que destila cada fotograma de Nana: se nota que Fernández Geara domina el tema. Lo segundo es celebrar la estupenda selección de “nanas”, un universo que se asume tan variado, aunque con condiciones sociales parecidas: madres solteras de escasos recursos, escasa preparación académica y quienes enfrentan cada amanecer su mayor reto: abandonar sus propios hijos para buscar el sustento de sus familias.
Las escogidas dan rostro y voz a otras tantas que vemos en hogares propios y ajenos, trocando enanos en hombres y mujeres de bien.
Esta buena escogencia, permite hilvanar un lazo dramático con el espectador, que sólo la magia del documental testimonial es capaz de crear. El impacto emocional está garantizado.

No hay nada como el amor de una madre.
Una de las primeras consecuencias que se evidencia en Nana con la separación de las madres que deben trabajar como “nanas” es el hecho de que deben confiar el cuidado de sus propios hijos a las cariñosas tías y abuelas (otras “nanas” con vinculación de sangre) disponibles para llevar a cabo semejante tarea.

Y las “nanas” de contrato y las “nanas” de la familia también aman sin límites de ningún tipo, más allá de cualquier regla. Cuando falta la madre biológica, las “nanas” se convierte naturalmente en madres con igual intensidad en su amor hacia quienes están ayudando a crecer.
Un nuevo “amor de madre” que surge como consecuencia de las diferencias sociales que han marcado el destino de tantas mujeres, de tantas exclusiones sociales injustas, de una sociedad abiertamente discriminatoria.
En el aspecto formal, Nana, exhibe una prístina mirada a todas esas nanas y sus críos, desde la precisión del lente de Fernández Geara, una profesional del Fotoperiodismo que no deja fuera de la receta lo más importante: el elemento del sentimiento.
Nana es uno de los mejores estrenos del año.


Nana (2015). Dirección y fotografía: Tatiana Fernández Gerara; Guión: Tatiana Fernández Geara y Juanjo Cid; Edición: Juanjo Cid; Sonido: Franklin Hernández; Canción: “Madre” de Eladio Romero Santos.