Lo he dicho antes y lo repito: Lars von Trier es el
director contemporáneo más polémico y el que más disfruta esa condición. Pero
hay que añadir que es también uno de los tres mejores directores del cine
contemporáneo.
En palabras de Shia LaBeouf, uno de los protagonistas de Ninfomaníaca, "Trier conoce las
reglas de hacer cine y las viola todas. Pero también es un creador de cosas
nuevas.”
Para apreciar una película como Ninfomaníaca, usted debe dejar los prejuicios y tabúes colgados
en la entrada de la sala de cine. Como obra de arte, será un desafío a sus
límites morales, sociales o sexuales, impuestos a lo largo de muchos años de estricta
moral y buenas costumbres.
Pero Lars von Trier define su universo más allá de lo
puramente provocativo. Lo voy a decir de entrada para los mojigatos más
curiosos: en el filme no hay sexo real y muchos de los genitales que se
observan, son prótesis combinados con efectos visuales. Por supuesto, siempre
habrá algún incauto que caiga en la trampa de la “verosimilitud” de las
imágenes y se enrole en la estúpida campaña para desprestigiar a uno de los
grandes cineastas de nuestros días. Por demás, uno de los grandes directores de
actrices. Estupenda, como siempre, una de sus habituales, Charlotte Gainsbourg,
y espléndida la debutante modelo británica Stacy Martin.
Detrás de todo el morbo que vende la publicidad del
filme, se encuentra un magnífico guión que algo hereda, en términos de su
estructura narrativa, tanto de Las mil
y una noches (en el ámbito literario) como de Sospechosos de siempre (1995, Bryan Singer) en el
cinematográfico, aunque creo que la referencia a Tarkovski (uno de los
admirados de von Trier) con el capítulo titulado El espejo resulta más forzada de lo deseado.
Trier juega con su público a las complicidades a través
de varias referencias a la cultura popular: el montaje de Eisenstein (algo que
enfrentó Tarkovski), a la sucesión de Fibonacci, la referencia a Edgar Allan
Poe y su muerte por Delirium tremens,
a las polifonías de Bach y cómo las superó Beethoven o al simple hecho de
pescar machos en un tren, en abierta competencia de hembras depredadoras.
Una vez ganada la confianza del soberano, entra en escena
el cuidador de escenas, algunas de ellas concebidas y rodadas con un esmero que
no pueden menos que excitarnos, en el sentido estético de la palabra. Se
advierte que el cineasta danés goza de una salud creativa sencillamente
envidiable.
Ninfomaníaca se
convierte pues, para quien la absuelve y la absorbe, en una película que, utilizando
el sexo como leit motiv, nos juzga y
juzga a la sociedad que nos reprime desde la infancia y nos inculca el pecado
original como factura siempre pendiente y hasta nos susurra algún buen consejo:
“El ingrediente secreto del sexo es el amor”.
Ninfomaníaca es la propuesta de un artista que no claudica en sus principios, en sus
ganas de provocar, en su fuerza para sacudir el mundo controlado por la
estupidez.
Ninfomaníaca (2013).
Dirección y guión: Lars von Trier; Fotografía: Manuel Alberto Claro; Edición:
Jacob Secher Schulsinger y Molly Marlene Stensgaar; Elenco: Charlotte
Gainsbourg, Stacy Martin, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgard
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