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jueves, enero 30, 2014

El lobo de Wall Street: pura paranoia de Martin Scorsese

A Martín Scorsese nadie le disputa dos títulos dentro del cine americano: es la enciclopedia que más sabe del cine que se ha hecho en todo el mundo y es el más paranoico de sus directores.
Su paranoia obsesiva queda en evidencia con la puesta en escena de El lobo de Wall Street, un guión de Terence Winter escrito a partir de la novela autobiográfica del mismo título de Jordan Belfort y que narra algunos de los excesos, de las travesuras cometidas por Belfort y sus secuaces durante su infausta estancia en Wall Street, al frente de la firma Stratton Oakmont.
Nadie como Scorsese para retratar el éxtasis de vivir en la cima del mundo, de los excesos de todo tipo: drogas, sexo, alcohol comprados con el dinero de los incautos que se dejaban hipnotizar por el verbo seductor de Belfort.
En el reverso de un dólar se puede leer la inscripción “In God We Trust” (En Dios confiamos). Los problemas comienzan cuando miles de incautos depositaron su confianza (y su dinero) en las manos incorrectas, ante la indiferencia, complicidad o impotencia de las autoridades rectoras de las actividades financieras de Estados Unidos, que les permitieron a estos timadores vivir la vida loca.
El arco dramático de El lobo de Wall Street también nos presenta la agonía del vertiginoso descenso a la vida normal y todas las renuncias que implica semejante destino y Scorsese cuenta con el talento de sus actores para hacernos testigos de primera fila en sus desgracias.
Para ello, Scorsese ha reclutado un elenco de ensueño, encabezado por Leonardo DiCaprio, en la quinta colaboración entre ambos. Una historia que comenzó con Pandillas de New York (2002) y ha continuado con: El aviador (2004), Infiltrados (2006) y La isla siniestra (2010).
Una curiosidad: DiCaprio ha interpretado a varios personajes reales (Arthur Rimbau, Luis XIV y Howard Hughes) y destaca con otro pillo de primera, Frank Abagnale (Atrápame si puedes, 2002) y el mismísimo J. Edgar Hoover (J. Edgar, 2011), fundador del FBI, agencia que atrapó ambos delincuentes.
Además de DiCaprio, el ganador del Oscar Jean Dujardin (El Artista, 2011) y, curiosamente, quien lo ganará en unas semanas: Matthew McConaughey (Dallas Buyers Club).
También con ellos, la espléndida Margot Robbie (que algún caballero me desmienta si digo que entró grande por la puerta grande) y tres directores de cine al servicio del Maestro: Rob Reiner, Spike Jonze y Jon Favreau.
Un gran director de cine se conoce por las decisiones dramáticas que toma: el montaje es expresamente confuso en muchas partes del filme en las que el personaje está bajo los efectos de las drogas que consumía como combustible para aguantar su trepidante ritmo de vida.
Un gran director se conoce cuando se visualiza su obra total y encontramos muy pocos baches: Martin Scorsese demuestra con El lobo de Wall Street que mantiene su pulso como uno de los grandes del cine contemporáneo.

El lobo de Wall Street (2013). Dirección: Martin Scorsese; Guión: Terence Winter, basado en la novella de Jordan Belfort; Fotografía; Rodrigo Pietro; Edición: Thelma Schoonmaker; Elenco: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaughey, Margot Robbie.

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