Stanley Kubrick es, sin duda, uno de los grandes directores en la historia del Cine. Kubrick contaba con talentos extraordinarios: fue un excelente fotógrafo y un complejo ajedrecista. Sus mejores partidas las jugó en nuestras mentes.
Siempre he pensado que Kubrick hizo un clásico en cada género que recreó (uso este verbo con toda la malicia del mundo), verbigracia, 2001: Odisea del espacio se tiene como una de las mejores películas de ciencia-ficción, La naranja mecánica como referente de cine futurista, Barry Lyndon como clásico de reconstrucción histórica, Nacido para matar como la mejor película sobre Vietnam, y un largo etcétera.
Por varias anécdotas se sabe de su obsesión por los detalles cinematográficos. Esa manía de que las cosas quedaran exactamente como las había pensado le vincula con otros genios del arte.
Steven Spielberg, uno de sus fanáticos más ilustres, señala que cada vez que repite cualquiera de las películas de Kubrick descubre algún nuevo elemento.
La verdad es que Kubrick puso mucho énfasis en darle el sentido a sus filmes a partir de lo puramente visual. Sus imágenes, habitualmente, quedan grabadas en nuestros pensamientos por varios días después que acaba el filme.
La cámara de Kubrick permite al espectador olvidarse de su distancia de simple testigo, es usada con el criterio de otro personaje más. En sus composiciones fotográficas hay siempre una carga de emociones simplemente impresionantes.
Kubrick podría fácilmente disputar el título del “Director que más polémica despierta”. A día de hoy, cualquiera de sus películas genera discusiones interminables y, en muchos casos, innecesarias. Desde el clásico ¿Qué me habrá querido decir? (a propósito de 2001: Odisea del espacio), pasando por los problemas de censura con La naranja mecánica (prohibida por varias décadas en Inglaterra) hasta Eyes Wide Shut, su obra póstuma, que dividió ferozmente la crítica especializada.
Quizá olvidamos que el único compromiso de Kubrick era con su oscura lucidez.
Quizá olvidamos que su única responsabilidad como artista fue siempre provocar preguntas, no proveer respuestas.
Quizá olvidamos que el gran valor de Kubrick fue sostener un incómodo espejo frente a una sociedad enferma que no se quiere reconocer intolerante, auto-destructiva y despersonalizadora.
Excelente definición de Kubrick, muy buen aproximación a un perfeccionista enfermizo, pero maravilloso. Nos vemos en el Centro los jueves a las siete este mes.
ResponderBorrarGRANDIOSO DIRECTOR AUN NO EH PODIDO OLVIDAR LA NARANJA MECANICA.
ResponderBorrarVIVA EL BUEN CINE. POR FAVOR JOSE D LAURA, CONTINUE COLOCANDO ESTOS GRANDES HOMBRES DEL CINE.
Maestro D'laura, le tengo algo olvidado. Las cuestiones de estos dias se nos ponen pesadas a todas, pero que gusto volver por aqui y encontrar una nota sobre el genial Kubrick, sin dudas el cine tiene grandes maestros y ya sabemos que este es uno de ellos.
ResponderBorrarun abrazo,
hasta luego
REDRUM! REDRUM! REDRUM!
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