Desde el primer momento, el tándem Alejandro González-Iñárritu (director) y Guillermo Arriaga (guionista) me deslumbró por su extraordinaria capacidad para crear películas corales, es decir, varias historias que se nos cuentan paralelamente y que, en algún momento, se mezclan.
En 10 años de fructífera colaboración nos regalaron la llamada Trilogía del dolor: Amores perros (2001), 21 gramos (2003) y Babel (2006). Su pública ruptura, creánme, es material para otra crónica.
De estas películas podemos extraer varias constantes del ejercicio fílmico de González Iñárritu. Hay que destacar su excelente manejo de los actores profesionales: Gael García Bernal, Emilio Echevarría, Goya Toledo y Vanessa Bauche (Amores perros), Naomi Watts, Benicio del Toro y Sean Penn (21 gramos) y Rinko Kikuchi, Adriana Barraza, Cate Blanchet y Brad Pitt (Babel), así como de los que no tienen formación actoral.
Sus películas hablan de temas universales. Babel, por ejemplo, me parece que pone el acento en la intolerancia y la incomprensión del mundo de hoy.
Las familias de Babel, vistas como unidad básica de la sociedad y centro de la tensión dramática, están afectadas por una ausencia y/o una pérdida.
El matrimonio (americano) de Richard y Susan (Brat Pitt y Cate Blanchet) no ha enfrentado con valentía la pérdida de Sam, una ausencia por muerte súbita que causa total desequilibrio en su vida de pareja.
La familia (japonesa) de Chieko y Jasujiro (Rinko Kikuchi y Koji Yakusho) no mantiene buena comunicación desde el suicidio de la madre, lo que provoca una brecha generacional casi insalvable. La perspectiva de adolescente incomprendida de Chieko se agrava por su condición de sorda. Lanzada en frenética búsqueda de un macho que le disipe su problema de soledad encontrará el rechazo como única respuesta.
La relación de los hermanitos Yussef y Ahmed se verá afectada para siempre, a raíz de la adquisición de un arma de fuego en la familia Marroquí.
También están Amelia y Santiago (Adriana Barraza y Gael García Bernal), los mexicanos de la película, a quienes las patrullas fronterizas de Estados Unidos… Bueno, ya sabemos de lo que son capaces.
Pero se respira intolerancia en todas partes, nadie escucha estos personajes y tal parecen condenados a purgar sus errores con dolor, con sangre, con lágrimas.
A falta de una mejor descripción, quiero destacar el momento Almodóvar de Babel, cuando su director nos re-descubre Tú me acostumbraste, inmortal bolero de Frank Domínguez, como contrapunto a la acción del momento.
En definitiva, una formidable película coral que nos demuestra que el mundo es un pañuelo y que la auténtica maldición divina en la torre de Babel no fue la invención de los idiomas, sino de la política.
Por varios años, el ejercicio de la crítica cinematográfica ha sido una de las constancias de mi vida. Esta página es una ventana más que sumo a ese propósito. -José
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martes, marzo 20, 2007
lunes, marzo 12, 2007
Clásicos del Cine: Taxi Driver
(Con el Academy Award para Martin Scorsese me ha dado por revisar la filmografía del Maestro. Menuda tarea cuando se trata de uno de los nombres esenciales del cine mundial.)
Warner Brothers sólo estaba dispuesta a aportar unos insuficientes 750,000 dólares del presupuesto inicial de unos $1.9 millones para Taxi Driver. Ante eso, a pesar del esfuerzo de alterar el guión para bajar del millón de dólares y disminuir su violencia, hubo que buscar otro socio para el proyecto.
Fue gracias a la intervención de otro de los amigos de Scorsese, Steven Spielberg, como la Columbia Pictures entró en el asunto, aportando dos millones de dólares que fueron los que permitieron cubrir un costo más alto del previsto al principio.
El guión de Taxi Driver tuvo su primera versión en 1972, bajo el impacto de una seria crisis personal de Paul Schrader, motivada por la doble ruptura con su esposa y su amante, que le hizo declarar que había caído “en un estado de psicosis maníaco-depresiva”. Pero la chispa concreta que ayudó a dar forma al texto fue el atentado al gobernador George Wallace y la canción Taxi Driver de Harry Chapin.
A pesar de que Robert DeNiro ya se cotizaba en medio millón por película, su interés por el filme le hizo aceptar los míseros $35,000 dólares ofrecidos, sin que esto significase emplearse con menos entusiasmo, el mismo que le hizo adelgazar 50 libras e irse al zoológico a estudiar el comportamiento de los lobos, tras convenir con Scorsese que este animal era el más parecido al personaje de Travis…
Taxi Driver fue presentada en el Festival de Cannes de 1976, obteniendo la Palma de Oro.
La película fue seleccionada entre las 10 mejores del año por la National Society of Film Critics. Fue nominada a 4 Oscars: Mejor Película, Mejor Actor (Robert De Niro), Mejor Actriz de Reparto (Jodie Foster) y Mejor Música (Bernard Hermann).
Cuando Jodie Foster fue nominada, a pesar de la polémica generada por su presencia en la película, Scorsese recibió una carta anónima que, entre otras cosas, decía: “Si Jodie Foster recibe un Oscar por lo que tú le has hecho hacer, pagarás por ello con tu vida. Esto no es una broma”.
El destino quiso también que Taxi Driver estuviera en el origen del atentado que John Hinckley le hiciera a Ronald Reagan, alegando su obsesión por Jodie Foster.
Definir una película como el cruce de John Ford y Robert Bresson puede parecer una temeridad y, sin embargo, nadie duda que detrás de Taxi Driver están: The Searchers (1956, John Ford) y la gran influencia del cineasta francés sobre el guionista y el director.
Taxi Driver es una de las películas clave de la década de los 70 en Hollywood, hasta el punto que Travis Bickle, su héroe (¿o anti-héroe?), se convirtió en uno de los íconos más admirados de esa década. Se ha dicho que sería difícil encontrar una imagen más elocuente, vívida y trágica de una época, del hombre moderno en crisis que el confuso Travis Bickle al volante de su taxi, recorriendo el laberinto de la cárcel en busca de una imposible salida en un tenso vía crucis que sólo puede terminar sangrientamente.
Travis Bickle encarna la desilusión de una sociedad, la megalópolis neuyorquina en los tiempos del desencanto, posteriores a casi todo: las comunas del “haz la paz y no la guerra”, a los grandes asesinatos políticos de la década maravillosa (Los Kennedy, Martin Luther King, Malcom X), a la reivindicación del orgullo negro y la igualdad de derechos, a la derrota en la pesadilla de Vietnam…
Bickle está constantemente rodeado de gente y, sin embargo, no tiene amigos. Es símbolo absoluto de la soledad humana. La película trata de un taxi como vehículo de soledad urbana, un ataúd de metal. El propio personaje nos dice: “La soledad me ha seguido toda mi vida: en los bares y los autos, sobre las aceras, en todas partes. No hay salida. Soy el solitario de Dios”.
La película usa como referente la mirada de un sicótico. Por eso la importancia del primerísimo plano con que inicia el filme: los ojos de Bickle que observa vigilante todo a su alrededor. De ahí la imagen fantasmagórica de una ciudad gris y oscura sólo cruzada por las llamaradas de color del tránsito. Desde el primer momento estamos instalados en el eje de la psicosis.
Taxi Driver es una película que se conecta con la neurosis de su tiempo en mayor medida que ninguna otra en la historia del cine.
El guión de Taxi Driver tuvo su primera versión en 1972, bajo el impacto de una seria crisis personal de Paul Schrader, motivada por la doble ruptura con su esposa y su amante, que le hizo declarar que había caído “en un estado de psicosis maníaco-depresiva”. Pero la chispa concreta que ayudó a dar forma al texto fue el atentado al gobernador George Wallace y la canción Taxi Driver de Harry Chapin.
A pesar de que Robert DeNiro ya se cotizaba en medio millón por película, su interés por el filme le hizo aceptar los míseros $35,000 dólares ofrecidos, sin que esto significase emplearse con menos entusiasmo, el mismo que le hizo adelgazar 50 libras e irse al zoológico a estudiar el comportamiento de los lobos, tras convenir con Scorsese que este animal era el más parecido al personaje de Travis…
Taxi Driver fue presentada en el Festival de Cannes de 1976, obteniendo la Palma de Oro.
La película fue seleccionada entre las 10 mejores del año por la National Society of Film Critics. Fue nominada a 4 Oscars: Mejor Película, Mejor Actor (Robert De Niro), Mejor Actriz de Reparto (Jodie Foster) y Mejor Música (Bernard Hermann).
Cuando Jodie Foster fue nominada, a pesar de la polémica generada por su presencia en la película, Scorsese recibió una carta anónima que, entre otras cosas, decía: “Si Jodie Foster recibe un Oscar por lo que tú le has hecho hacer, pagarás por ello con tu vida. Esto no es una broma”.
El destino quiso también que Taxi Driver estuviera en el origen del atentado que John Hinckley le hiciera a Ronald Reagan, alegando su obsesión por Jodie Foster.
Definir una película como el cruce de John Ford y Robert Bresson puede parecer una temeridad y, sin embargo, nadie duda que detrás de Taxi Driver están: The Searchers (1956, John Ford) y la gran influencia del cineasta francés sobre el guionista y el director.
Taxi Driver es una de las películas clave de la década de los 70 en Hollywood, hasta el punto que Travis Bickle, su héroe (¿o anti-héroe?), se convirtió en uno de los íconos más admirados de esa década. Se ha dicho que sería difícil encontrar una imagen más elocuente, vívida y trágica de una época, del hombre moderno en crisis que el confuso Travis Bickle al volante de su taxi, recorriendo el laberinto de la cárcel en busca de una imposible salida en un tenso vía crucis que sólo puede terminar sangrientamente.
Travis Bickle encarna la desilusión de una sociedad, la megalópolis neuyorquina en los tiempos del desencanto, posteriores a casi todo: las comunas del “haz la paz y no la guerra”, a los grandes asesinatos políticos de la década maravillosa (Los Kennedy, Martin Luther King, Malcom X), a la reivindicación del orgullo negro y la igualdad de derechos, a la derrota en la pesadilla de Vietnam…
Bickle está constantemente rodeado de gente y, sin embargo, no tiene amigos. Es símbolo absoluto de la soledad humana. La película trata de un taxi como vehículo de soledad urbana, un ataúd de metal. El propio personaje nos dice: “La soledad me ha seguido toda mi vida: en los bares y los autos, sobre las aceras, en todas partes. No hay salida. Soy el solitario de Dios”.
La película usa como referente la mirada de un sicótico. Por eso la importancia del primerísimo plano con que inicia el filme: los ojos de Bickle que observa vigilante todo a su alrededor. De ahí la imagen fantasmagórica de una ciudad gris y oscura sólo cruzada por las llamaradas de color del tránsito. Desde el primer momento estamos instalados en el eje de la psicosis.
Taxi Driver es una película que se conecta con la neurosis de su tiempo en mayor medida que ninguna otra en la historia del cine.
miércoles, marzo 07, 2007
Hollywoodland: misterio y muerte detrás de cámara.
El 16 de junio de 1959 fue encontrado el cadáver de George Reeves, actor de poca monta que tuvo el infortunio de ser encasillado por ser el primero en interpretar a Superman, en la primera temporada de lo que se suponía sería un total fracaso como serie de televisión.
El de Reeves es uno de los casos de muerte nunca resueltos del todo en el misterioso Hollywood y le permite al director Allen Coulter reconstruir los eventos con una de las mejores muestras de cine negro de los últimos meses.
Pero no podemos engañarnos, Hollywoodland no es una simple película-debut para Coulter: él tiene una amplia experiencia en series como Sexo en la ciudad y Los Soprano.
Valioso consejo de Jack El Destripador: vayamos por partes.
Toda película de Cine Negro debe tener una serie de elementos presentes para logra una buena receta:
a) Una femme fatale, claroscuro objeto de nuestro deseo. Como Poison Ivy, si pruebas sus besos, estás perdido sin remedio. En el caso que nos ocupa, Toni Mannix (Diane Lane) es esa mujer araña que devora lo que más adora y siembra insatisfacción por donde pasa.
b) Un asesinato o un gran robo y varios sospechosos de haberlo cometido. En Hollywoodland se barajan varias opciones: Eddie Mannix (Bob Hoskins) encarga la muerte del actor, Leonore Lemmon (Robin Tunney) es la amante celosa que lo despacha al más allá o el propio George Reeves (excelente Ben Affleck) se suicida para salir de su pantanosa vida.
c) Un detective (Louis Simo, interpretado por Adrien Brody) con graves problemas personales, que siempre se involucra más de lo que debe.
d) Una pasión prohibida que desencadena uno o varios asesinatos.
e) Una pena de amor que no se ahoga con alcohol ni bachatas (el primero resulta insuficiente y las segundas no son admitidas por la administración).
Además, en Hollywoodland, como buena película de cine negro, el guión parte de alguna tesis por demostrar e incluye una que otra intriga para complicar la trama para brindarnos un final que nos deja con la vaga satisfacción de interpretarlo a nuestro antojo y sin apelación, como la vida, único ensayo de la existencia.
El de Reeves es uno de los casos de muerte nunca resueltos del todo en el misterioso Hollywood y le permite al director Allen Coulter reconstruir los eventos con una de las mejores muestras de cine negro de los últimos meses.
Pero no podemos engañarnos, Hollywoodland no es una simple película-debut para Coulter: él tiene una amplia experiencia en series como Sexo en la ciudad y Los Soprano.
Valioso consejo de Jack El Destripador: vayamos por partes.
Toda película de Cine Negro debe tener una serie de elementos presentes para logra una buena receta:
a) Una femme fatale, claroscuro objeto de nuestro deseo. Como Poison Ivy, si pruebas sus besos, estás perdido sin remedio. En el caso que nos ocupa, Toni Mannix (Diane Lane) es esa mujer araña que devora lo que más adora y siembra insatisfacción por donde pasa.
b) Un asesinato o un gran robo y varios sospechosos de haberlo cometido. En Hollywoodland se barajan varias opciones: Eddie Mannix (Bob Hoskins) encarga la muerte del actor, Leonore Lemmon (Robin Tunney) es la amante celosa que lo despacha al más allá o el propio George Reeves (excelente Ben Affleck) se suicida para salir de su pantanosa vida.
c) Un detective (Louis Simo, interpretado por Adrien Brody) con graves problemas personales, que siempre se involucra más de lo que debe.
d) Una pasión prohibida que desencadena uno o varios asesinatos.
e) Una pena de amor que no se ahoga con alcohol ni bachatas (el primero resulta insuficiente y las segundas no son admitidas por la administración).
Además, en Hollywoodland, como buena película de cine negro, el guión parte de alguna tesis por demostrar e incluye una que otra intriga para complicar la trama para brindarnos un final que nos deja con la vaga satisfacción de interpretarlo a nuestro antojo y sin apelación, como la vida, único ensayo de la existencia.
jueves, marzo 01, 2007
¿La última pelea de Rocky Balbosaurio?
En 1976, Sylvester Stallone, un tipo con tan poco talento que se inició en el negocio haciendo películas porno, convirtió sus profundas limitaciones histriónicas en oro cuando escribió el libreto para Rocky (John Avildsen la dirigió). Stallone contaba entonces con 30 años de edad y el rostro más inexpresivo del mundo.
Pero el destino es caprichoso y Rocky se convirtió en un éxito de taquilla que dió paso a toda una saga: Rocky II (1979), Rocky III (1982), Rocky IV (1985) y Rocky V (1990, dirigida otra vez por Avildsen) que algunos incautos creyeron sería la última.
El boxeo es el único deporte que ha tenido cierto éxito en Hollywoodlandia. Y con el éxito de Stallone llegaron aún más títulos: Mathilda (1978, Daniel Mann), El campeón (1979, Franco Zeffirelli), Combate de fondo (1979, Howard Zieff), la extraordinaria El toro salvaje (1980, Martin Scorsese) y Cuerpo y alma (1981, George Bowers), entre otras.
En los últimos años, varios filmes con el deporte de las narices chatas como telón de fondo han resultado agradables: Huracán Carter (1999, Norman Jewison), Play it to the Bone (1999, Ron Shelton), Girlfight (2000, Karyn Kusama), Ali (2001, Michael Mann), The Million Dollar Baby (2004, Clint Eastwood), Against the Ropes (2004, Charles Dutton), Cinderella Man (2005, Ron Howard), por sólo mencionar las más importantes.
Cuando leí que Stallone tenía planes de rodar una nueva Rocky, pensé que se trataba de una broma. Sly tiene 60 años y el rostro más inexpresivo del planeta. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que nadie lo detenga a tiempo en su infinita vocación de hacer el ridículo?
Pero el destino es caprichoso y Rocky se convirtió en un éxito de taquilla que dió paso a toda una saga: Rocky II (1979), Rocky III (1982), Rocky IV (1985) y Rocky V (1990, dirigida otra vez por Avildsen) que algunos incautos creyeron sería la última.
El boxeo es el único deporte que ha tenido cierto éxito en Hollywoodlandia. Y con el éxito de Stallone llegaron aún más títulos: Mathilda (1978, Daniel Mann), El campeón (1979, Franco Zeffirelli), Combate de fondo (1979, Howard Zieff), la extraordinaria El toro salvaje (1980, Martin Scorsese) y Cuerpo y alma (1981, George Bowers), entre otras.
En los últimos años, varios filmes con el deporte de las narices chatas como telón de fondo han resultado agradables: Huracán Carter (1999, Norman Jewison), Play it to the Bone (1999, Ron Shelton), Girlfight (2000, Karyn Kusama), Ali (2001, Michael Mann), The Million Dollar Baby (2004, Clint Eastwood), Against the Ropes (2004, Charles Dutton), Cinderella Man (2005, Ron Howard), por sólo mencionar las más importantes.
Cuando leí que Stallone tenía planes de rodar una nueva Rocky, pensé que se trataba de una broma. Sly tiene 60 años y el rostro más inexpresivo del planeta. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que nadie lo detenga a tiempo en su infinita vocación de hacer el ridículo?