Quiero comenzar con una frase de Gabriel García Márquez: “Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón”. La frase puede tener muchas lecturas, pero en todas García Márquez otorga a la memoria un papel esencial como detonante de sentimientos, condición básica para conocer nuestro sitio y definir posiciones en el escenario del universo conocido. Por supuesto, una pregunta nos inquieta: ¿qué pasa si perdemos la memoria?
Paulina
Urrutia y Augusto Góngora son una pareja muy conocida en Chile y protagonizaron
una historia de amor absolutamente maravillosa. Ella es actriz y fue la
Ministra de Cultura de Michelle Bachelet y él fue uno de los periodistas y
presentadores de televisión más reputados de Chile, coautor del libro La
memoria prohibida.
Paulina y
Augusto protagonizan La memoria infinita, nuevo
documental de Maite Alberdi, que ha conquistado público y crítica dondequiera
que se ha presentado. Paulina y Augusto se han amado por mucho tiempo y han
sido felices, pero el alzhéimer aparece para reducir la capacidad de recordar
de Augusto a cosas básicas. De manera que La memoria infinita nos habla del
amor más allá de los límites establecidos por la memoria.
Lo primero
que hay que destacar es la capacidad de Alberdi para hacernos más que testigos,
cómplices de esta pareja tan especial y ganar nuestra simpatía desde el primer
fotograma, algo que ya experimentamos en su anterior trabajo, El agente topo. Alberdi coloca su cámara en el lugar preciso para no
molestar a los protagonistas de su documental, les permite ser ellos sin ningún
tipo de cortapisas y a nosotros nos remite a nuestro papel de observadores
cercanos que sentimos su respirar y aquilatamos sus esperanzas. Es tanta la
maestría de su discreta presencia que, por momentos, no podemos diferenciar el
material rodado por Urrutia (en estricta intimidad) del rodado por el equipo de
Alberdi.
Alberdi
contextualiza muy bien con los eventos de septiembre de 1973, que dieron al
traste con el gobierno de Allende y sembraron el miedo en todo Chile. Y esa
tragedia también tiene un peso específico en Paulina y Augusto.
Pero La
memoria infinita habla más del amor de pareja. Del verdadero Amor (así,
con mayúsculas), ese que permanece más allá de los encuentros fugaces, los
primeros escarceos, las pasiones desbordadas, la plenitud de ser dos en uno. Porque
el verdadero Amor, contrario a ese que se exhibe en redes sociales, surge
cuando los cuerpos crepusculares deben apelar a toda la tolerancia, toda la
paciencia, toda la ternura acumulada con los años. Esa época neblinosa cuando
nos miramos frente al espejo y no reconocemos ese otro (sí, idéntico al de
Borges), o cuando le preguntamos a todos por el sentido de las cosas, pero
nadie nos contesta.
Es cuando
llega el tiempo de hacernos luminosos desde dentro y reconocer (y alegrarnos
con eso) a alguien como el Amor de tu vida y asumirlo como parte importante de
ti, cuando ya se han ganado todas las batallas y conquistados todos los
espacios de un corazón, es también aprender a reír de las limitantes que la
vida impone como nueva realidad. Quizás ya no podemos correr, pero sí caminar
con gracia. Quizás el rostro se nos llena de arrugas, pero el alma mantiene
toda su juvenil lozanía, misma que se alborota cuando suena una canción de
amor.
Ese Amor
(lo seguiré escribiendo con mayúscula) no pone reparos en inventariar, juntos,
los recuerdos de más de 20 años, en reconstruir una memoria que desaparece poco
a poco, aunque alguna huella deja en nuestros corazones. Contra todo
pronóstico, hay que aferrarse a las esperanzas de alguna mejoría en el
horizonte.
La pregunta
clave: ¿sigue siendo Amor aunque uno de los dos pierda la memoria? La respuesta
obvia es “sí” porque, contrario a los tristes diagnósticos de la ciencia, somos
un alma que habita un cuerpo y, de alguna manera, redime todo el proceso de
ser, de existir. Sin el alma enamorada que nos da aliento, fuera imposible
sobrevivir a la incertidumbre y a la soledad. El problema es que son muchos los
que lo han perdido todo en la apuesta del juego y se sienten estafados por el
destino.
No es el
caso de Paulina y Augusto, protagonistas de La memoria infinita, una
de las experiencias más emotivas que nos ha regalado el Cine de los últimos
años.
La memoria
infinita (2023). Dirección y guion: Maite Alberdi; Fotografía: David Bravo y
Pedro Valdés; Edición: Carolina Siraqyan; Música: Miguel Miranda y José Miguel
Tobar; Elenco: Paulina Urrutia, Augusto Góngora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario